Omar Labruna: con fragancia a La Banda

Un Omar Labruna íntimo habló de todo: de ‘Angelito’, de la muerte de su hermano, del conflicto en Chile... reconoció un distanciamiento con Ramón Díaz y que sueña con dirigir a River, su gran amor.

Omar Labruna: con fragancia a La Banda

Marcos, su hijo de 14 años, está en la Novena de River, a Daniel, otro de sus hijos que hoy ya tiene 33, el Millonario lo dejó libre a los 19. Omar y su hermano Daniel alcanzaron a calzarse la banda en Primera.

El problema es que Ángel dejó el listón muy alto. Labruna casi es sinónimo de River y cargar con el apellido no es sencillo. Omar Raúl Labruna pasa hoy sus días en nuestra ciudad con la dura tarea de dejar a Gimnasia en la B Nacional. Omar ya no es ‘el hijo de’ sino que su carrera como jugador y entrenador le dieron su peso propio.

No sin antes tener que haberla peleado desde abajo. La muerte de su padre en 1983 terminó con sus ganas de jugar al fútbol a los tempraneros 27 años. Fuera del fútbol durante varios años, volvió cerca de 1992 como ayudante de campo del Chavo Anzarda en All Boys. Su ánimo volvió a revivir en 1995, cuando el Pelado Díaz lo convocó para dirigir River, el club de sus amores.

En siete años ganó todo: Libertadores, tricampeón local y Sudamericana. Más tarde llegó el tiempo de su aventura solitaria como entrenador. Comenzó por Belgrano de Córdoba, América de Cali (Colombia) y en el fútbol chileno se quedaría con si primer galardón: fue distinguido como el mejor técnico del fútbol trasandino. Premio que le valió arribar a Colo Colo. “Fue el club más importante que me tocó dirigir”, reconoce Omar.

Un accidente automovilístico ‘polémico’ y la derrota en semifinales detonaron en su salida.“De Colo Colo tengo el mejor recuerdo, nada más el sabor amargo de ese accidente donde hubo culpas compartidas con la gente que estaba rodeándome. Como sanción tuve que ir a dar diez charlas motivacionales en barrios carenciados”, contó.

Hoy el destino lo llevó a “arremangarse” para salvar a Gimnasia del descenso. Por dentro late La Banda y un deseo insondable: “ojalá algún día me toque dirigir River si no siempre voy a estar agradecido a la institución”.

El distanciamiento con Ramón Díaz

“Muy jóvenes arrancamos como técnicos de River, sin experiencia. Tanto fue así que los primeros seis meses nos fue muy mal: quedamos afuera en Cuartos de la Supercopa y en el campeonato terminamos por mitad de tabla. Creo que Alfredo Davicce nos respaldó porque era Ramón, un grande como jugador, y era Omar Labruna, el hijo de Ángel. Si no hubiésemos estado afuera andá a saber qué hubiera sido de nuestras vidas.

Luego pudimos armar un plantel nuevo y ganamos todo. Después de estar siete años junto a él creí que era tiempo para que me abriera. Nos reunimos, le manifesté mi idea y quedamos bien. Nos fuimos de a poco distanciando, nunca hubo un motivo por el cual nos enojáramos pero estamos alejados. Y tanto es así que ahora hace varios años que perdí todo contacto, no lo veo, ¡y vivimos en el mismo barrio!”

Su padre lo hizo debutar en primera

“Debuté en cancha de Huracán contra Colón de Santa Fe. Me fue bien, pudimos ganar y pegué un tiro en el palo. Fue importantísimo para mí, primero porque estaba mi viejo como entrenador y segundo integrar esos equipos de súper jerarquía. Estaban Passarella, J. J. López, Alonso, Fillol. Cuando uno tenía la mínima chance de jugar había que aprovecharla. Mi viejo me dio toda la confianza para el debut y mis compañeros me veían como uno más, no como el ‘hijo de’.

Eso fue clave porque cargar con el apellido Labruna era una mochila súper pesada. No sólo por lo que había sido mi padre como jugador sino como entrenador, ya que sacó campeón a River después de 18 años. Pero llevar el apellido no era difícil para mí solo sino también para mi viejo, que quería llevarme de a poco y por ahí me perjudicaba.”

"No tengo dudas de que Gimnasia se va a quedar"

“No tengo dudas de que Gimnasia se va a quedar. Los jugadores están entregando todo, el equipo ha levantado muchísimo, ya tiene una identidad, tratamos de jugar el fútbol ofensivo que a mí me gusta. El club tiene una proyección enorme, nos dan todo lo mejor. Yo tengo mucha confianza en mis jugadores.

Es un plantel muy corto, tengo veinte jugadores. No tenemos un zurdo. Me lo expulsaron a Garay y tuve que jugar al próximo partido con Montiveros y Giménez y no tengo otro volante de contención. En Mar del Plata se lesiona Akerman y no tenía otro '9' en el banco y tuvo que entrar Pereyra. Acá se lesionó Farías y entró Lastra, que tiene otras características. Y de pronto tengo seis centrales. Hay que equilibrarlo un poquito al plantel. En diciembre se harán todas las evaluaciones”.

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