Con la cosecha de las últimas aceitunas para molienda, culminó la semana pasada -en prácticamente todos los olivares mendocinos- uno de los ciclos de más escaso movimiento de los últimos años. Con los resultados en mano, según algunos referentes, el sector industrial más que concentrarse en los negocios de la temporada se aprestaría a evaluar seriamente la posibilidad no volver a operar.
Según datos de IDR, para esta temporada se esperaba contar con una cosecha de 28.277 toneladas, de las cuales 10.347 toneladas corresponderían a la variedad Arauco, 6.811 toneladas a la variedad Arbequina, 3.020 toneladas a la variedad Empeltre y el resto a otras variedades con 8.097 toneladas. Con esta estimación, ya se esperaba una reducción del 65%. Sin embargo, desde la actividad, aseguran que se estaría muy por debajo del pronóstico.
Un año muy pobre
Armando Mansur, titular de la firma Olivares de Don Ignacio, establecimiento que produce aceite de oliva en la planta situada en La Libertad, departamento Rivadavia, asegura que “este año hemos tenido una de las peores cosechas de los últimos veinte años. La aceituna que llegó a las fábricas de la zona Este de la provincia para la elaboración de aceite de oliva no ha superado el 10% de lo que procesamos el año pasado”.
Mansur, que preside la Asociación Olivícola de Mendoza (Asolmen) apunta, por otra parte, que las conserveras “han trabajado una proporción mayor, porque algunas variedades que normalmente tienen por destino la elaboración de aceite, como es el caso de Farga, Nevadillo y Empeltre han ido a los establecimientos que hacen conserva, porque la fruta con ese destino ha tenido un precio más interesante para el productor”. En cualquier caso, advierte que la crisis del sector es muy profunda y que se va agudizando.
Guillermo Zaina, cuyo establecimiento situado en Rodeo del Medio (Maipú) se especializa, precisamente, en ese segmento del negocio, aclara que, de todos modos, “no creo que hayamos llegado al 40% de un año normal. He venido haciendo un sondeo informal entre algunos colegas y muchos han hecho menos de un tercio de la aceituna en conserva que elaboran habitualmente. A las fábricas ha ingresado, en promedio, entre 30% y 35% de un año normal”.
Marcos López, titular del establecimiento Eliá, que elabora aceites de oliva en su planta ubicada en Las Heras, maneja la producción de distintas explotaciones, ubicadas en Maipú, Lavalle y en el sur de San Juan. “En Lavalle el daño fue muy grande. Hay fincas donde prácticamente no hubo aceitunas y son propiedades que están bien trabajadas”, asegura López.
Y agrega: “Es cierto que la crisis de precios que venimos teniendo hace que los cultivos se trabajen cada vez menos, por lo que cualquier inclemencia climática cobra mayor gravedad, pero este año el daño ha sido parejo, en fincas bien o mal trabajadas. De hecho, en algunas zonas el problema ha sido extremadamente grave, como en Lavalle y en el sur de San Juan. Las fábricas elaboradoras de aceite que están instaladas en el norte de Mendoza, tuvieron que traer la aceituna de otro lado, porque prácticamente no hubo producción este año en esa zona”.
Producción en caída
Para varios referentes, el problema de la falta de materia prima es común a varias regiones productoras del país.
"El problema ha sido en todas las provincias productoras", aclara Armando Mansur, que preside también la Federación Olivícola Argentina (FOA). Por eso, en el ámbito de la entidad nacional, algunos estiman que Argentina puede llegar a producir este año cerca de las 10.000 toneladas de aceite de oliva, aunque este podría ser un cálculo demasiado optimista. Personalmente, Mansur cree que ese volumen va a ser más bajo todavía. Cabe apuntar que, en un año con producción normal de aceitunas, el país puede llegar a obtener alrededor de 30.000 toneladas de aceite.
Marcos López, en tanto, interpreta que “en las provincias del Norte hay fincas más grandes y problemas más graves de cosecha y así como en Mendoza se han derivado variedades aceiteras a conserva, allí se ha dado a la inversa y gran parte de la producción fue a elaboración de aceite”.
Así evitaron el alto costo de la cosecha manual y optaron por la más económica recolección mecanizada, apta para el fruto que va a molienda. De todos modos, arriesga López que “la producción de aceite de este año no sé si podría rondar las 7.000 u 8.000 toneladas”.
Mansur dice que “en mi establecimiento, sobre 300 toneladas de aceite que hago todos los años, hoy llevo elaboradas poco más de 20 toneladas, por lo que no llego al 10% de mi producción promedio todavía, y considero que estoy moliendo bien en relación con otras empresas”. Es que en Mendoza muchas fábricas han visto reducida aún más su actividad, o directamente no han molido aceitunas este año.
El escenario comercial
López recuerda que Argentina es un país netamente exportador de aceite de oliva y como tiene menos del 1% de la producción mundial, no puede desanclarse del bajo precio internacional que fija España, que este año ha tenido la mayor producción de todos los tiempos: 1.758.000 toneladas de aceite de oliva.
Por otra parte, López considera que “si volcáramos toda la producción en el mercado interno, sobraría aceite. Entre lo que hay en stock y la producción de este año, sobra aceite para el consumo nacional, de manera que el precio internacional sigue siendo referencia”.
De hecho, según los consultados, el precio al que se comercializa en el mercado interno también está atado a la suerte del valor en el mercado externo. Es que, si bien la importación de aceite de oliva tiene un derecho compensatorio del orden del 31,5%, con niveles de producción europeos y con esos precios en baja, si se sube el precio en el mercado nacional a los proveedores les convendría importar.
El precio tiene techo
El tope impuesto al precio por el mercado internacional siempre termina repercutiendo en el eslabón de la producción primaria o en el industrial, en cuanto se sale de ciertos parámetros.
En ese sentido, Mansur dice que “hubo alguna fábrica de aceite que pagó el kilo de aceituna a $ 3,50 y quedó fuera del mercado. En general, todo el mundo se ha retraído, el que está comprando es porque tiene un negocio puntual del turismo, por ejemplo, y puede pagar esos valores porque vende el litro de aceite de oliva a 90 pesos”.
Lo cierto es que la aceituna aceitera partió de un valor referencial de $ 3. “Nadie pagó menos, porque no se le puede decir a un productor que va a cobrar $ 2,40 pero en realidad, toda la vida se ha pagado de 30 a 32 centavos de dólar, y ese valor, a $ 8 el dólar, son $ 2,40 o $ 2,50” razona.
López, por su parte, advierte que “a más de $ 2,50 el kilo, al industrial no le cierra pero no se ha pagado menos de $ 3 el kilo y con un rendimiento bajísimo, porque además es un año atípico por las lluvias”.
Por la aceituna para conserva se pagó 7 pesos el kilo en promedio, un poco por debajo al contado, y un poco por encima en los casos en que los plazos se extendieron más de lo normal.
Las consecuencias
Guillermo Zaina revela que las consecuencias de esta situación no se han hecho esperar. Asegura que varios establecimientos tomaron la decisión de suspender personal, porque es un año muy complejo.
“La temporada de conserva se estiró un poco, hasta mediados de mayo, tratando de ingresar la mayor cantidad de aceitunas posible. A partir de ese momento comenzó una melesca, que es la recolección de los frutos maduros de la variedad Arauco, para atender un nicho de mercado con un producto de alto valor pero, como es muy pequeño, no tiene mayor incidencia en la economía de las fábricas”.
Por su parte, Marcos López confiesa que “a mí no me preocuparía tanto que un año como éste una fábrica no trabaje porque no hubo producción. Lo que realmente me preocupa es que algunas fábricas no van a volver a abrir, porque no hay perspectivas favorables a mediano y largo plazo”.
Productores al límite
En cualquier caso, todos coinciden en que el que siempre está peor parado es el productor, porque tiene menos capacidad de negociación. “Tiene, a lo sumo, un par de semanas para negociar y el industrial no puede negociar por encima de sus costos y el precio de referencia del mercado. No se le puede pedir que pague un precio que no le permita tener una rentabilidad mínima”, reflexiona López.
Admite que este año, el problema más grave, que está detrás de la mala cosecha, es que no hay capital de trabajo ni incentivos para recuperarse del mal año, pero tampoco hay un panorama positivo hacia adelante porque no hay variables que acompañen.
“Una cosa es un año malo con una perspectiva razonable y otra cosa es un año malo con una perspectiva negativa. Esto último hace que el productor directamente abandone el cultivo y un olivar abandonado es un cultivo que no se recupera nunca más”.
Por eso Guillermo Zaina recuerda que “siempre hemos hecho hincapié en que el Gobierno tiene que hacer un esfuerzo para ayudar al productor, porque sin aceitunas, no hay ni fábrica de aceite ni de aceitunas en conserva”.
Según el IDR, en Mendoza, del total de la superficie implantada con olivo, 20.646 hectáreas, sólo el 78% se encuentra en estado productivo.
Hay problemas en el mercado interno
El empresario Marcos López asegura que hay una gran dispersión en la cadena de valor, lo que hace que el sector de la producción primaria y el de la industria reciban una parte menor del precio que paga el consumidor y la mayor parte quede en el circuito comercial. Por otra parte, Armando Mansur advierte que "en el mercado interno tenemos un sustituto, el aceite de girasol, que tiene una ayuda importante".
Explica que con el 1,2% de las retenciones a las exportaciones de granos y subproductos se ha formado un fideicomiso público-privado para ayudar a sostener un precio bajo del producto en el mercado interno. Asegura que “eso les permite a las fábricas recuperar el equivalente al 50% del precio que tiene en góndola el aceite de girasol. Si tiene que valer $ 16, en góndola vale $ 8, y los otros $ 8 se los pone el fideicomiso.
Por otra parte, y retomando el problema de la gran dispersión de precios que hay en la cadena de valor y no por culpa de los productores o de los industriales, Zaina revela que “la aceituna en salmuera, de primera calidad y de buen tamaño, salida de fábrica, tiene un precio de $ 15 el kilo y uno va a cualquier mercado y una bandeja con cien gramos, cubierta con un film de polietileno, sin marca ni etiqueta, cuesta al consumidor, $ 15. Entonces, uno se pregunta: cómo le explico al productor al que le pagué 7 pesos por kilo de materia prima, que no soy yo el que vende a 150 pesos el kilo”.
El sector solicita medidas
Reintegros a las exportaciones e incremento en los gravámenes a la importación de aceite de oliva, y financiamiento blando para el sector, son algunas de las medidas urgentes que solicita la Federación Olivícola Argentina (FOA).
Entienden que constituyen un paliativo para poder sortear la complicada coyuntura sectorial y que tendrán un alto impacto positivo para el sector, con un costo mínimo para el Estado.
La entidad nacional solicita “se otorgue al aceite de oliva envasado y a granel un reintegro a las exportaciones del 6%, lo que representa un aporte importante, aun cuando no compense los enormes subsidios europeos a la actividad, que están en el orden del 48% del valor internacional del producto”.
Al mismo tiempo pide “evaluar la factibilidad de, en el marco de las negociaciones con Brasil, elevar el Arancel Externo Común para el aceite de oliva virgen del 10% al 14% para un cupo de toneladas que surja del promedio de exportaciones de los últimos 5 años”.
En otro orden, reclama la declaración de emergencia económica, préstamos a tasa subsidiada y disminución de aportes patronales.