La zona del Centro Cívico, rodeada por un importante parque forestado, tendría que ser el lugar más seguro de la ciudad de Mendoza. La circundan la Casa de Gobierno, el palacio policial y las sedes del Poder Judicial local y los Tribunales Federales, para citar algunos de los edificios públicos asentados en ese punto, como el INV y la comuna capitalina, en el extremo este.
Sin embargo, el área compite en inseguridad con otros lugares del Gran Mendoza, a juzgar por los hechos denunciados por comerciantes, vecinos y educadores.
Los Andes respondió a llamados de comerciantes instalados sobre calle Pedro Molina, y algunas de sus vías transversales, blanco de los episodios delictivos, detectando no menos de 14 sucesos de inseguridad de diversa envergadura.
El neurálgico cruce de Mitre y Pedro Molina, alberga en la esquina suroeste a la confitería "Mil hojas", que encabeza el desagradable ranking: 2 robos y 2 asaltos a mano armada con poco tiempo de diferencia. Sebastián, el encargado del comercio, comentó que el lunes pasado, de madrugada, robaron en ese sitio, tras quebrar una puerta de blindex.
"Tuvo que ser una persona de contextura pequeña porque ingresó a través de un orificio de 60 cms por 40 cms que hicieron en una reja de hierro".
Desapareció la caja registradora pero no se llevaron comida. Esta modalidad se repitió un día después, siempre rompiendo candados y la puerta de blindex.
Más atrás en el tiempo, la empleada del turno tarde fue asaltada en 2 oportunidades a mano armada por un malviviente solitario, y encerrada en un baño. Una de las veces junto a una cliente. El botín, dinero.
El área está "controlada" por cámaras de seguridad, pero no pocas de las víctimas piensan que estén como pantalla, sin funcionar.
En la madrugada del sábado pasado, las patadas contra las aberturas tuvieron como blanco un centro de copiado, una librería y la confitería "Dukes".
En las puertas a contraluz quedaron las marcas de zapatillas, resultado de una seguidilla de puntapiés para quebrar la resistencia de los ingresos de los locales, tras romper candados y otras trabas. Fernando, dueño de uno de esos negocios, fue advertido de la situación por el portero de un edificio de propiedad horizontal, que encontró las evidencias de los intentos de robo al tomar servicio.
"Esta facilidad para actuar, casi siempre de madrugada, revela la impunidad que tiene la zona porque para estar zamarreando una puerta de entrada durante varios minutos, es que realmente nadie controla. De otra forma serían sorprendidos; esto es tierra de nadie", dijo un comerciante.
Soledad, la empleada de una librería, confesó tener miedo en la tarde, "porque todo cambia a partir de las 19, cuando la gente se va yendo a sus casas y el perímetro queda desierto".
Los damnificados tienen la teoría de que los autores de los golpes vienen de otros lados, en unos casos, pero no faltan quienes piensan que se refugian y duermen en el Parque Cívico y desde allí parten para cometer este tipo de delitos, aprovechando la nocturnidad y la poca iluminación existente.
Voceros policiales manifestaron que hay patrullajes, diurnos y nocturnos, pero igualmente los desconocidos disponen de "tiempo" para actuar. Otros fueron más críticos: "Por aquí, y no sabemos si por culpa de los problemas de jurisdicción entre los gobiernos provincial y municipal, la cobertura de seguridad es baja", manifestó un gastronómico. A él le tocó la rotura del ingreso y de un controlador fiscal porque empezó a sonar la alarma y no le sustrajeron nada. Para esta persona el peor contratiempo es reponer todo lo dañado y la pérdida de tiempo que demandan las diligencias ante la compañía de seguros y en las fiscalías.
De los episodios relevados, la mayoría de los perjudicados efectuó la correspondiente denuncia policial.
Siguiendo por calle Pedro Molina hacia el oeste los puntos "tocados" por los delincuentes fueron una aseguradora y un lugar de comidas (La Massa), donde ayer se procedía a arreglar el portón de acceso a la cocina que fue violentado.
La lista se completa con una ferretería, quioscos y por lo menos una casa de familia, en Pedro Molina y 25 de Mayo, visitada en 2 oportunidades por los malvivientes. "Me hicieron una pequeña mudanza", sintetizó Víctor, el dueño de casa.
Cruzando la calle se encuentra la escuela de comercio Martín Zapata. La ola delictiva obligó a sus autoridades a pedir auxilio policial: a la entrada y salida de los turnos de clase hay policías vigilando el movimiento de los alumnos. Los efectivos pertenecen a la jefatura policial establecida en Casa de Gobierno. La misma prestación alcanza a la Escuela Provincial de Bellas Artes.
La directora del comercial de la Universidad Nacional de Cuyo reveló que muchos de los estudiantes fueron despojados de sus celulares y mochilas. A raíz de esas situaciones piden a los cursantes que coman dentro del perímetro del establecimiento y, si van al parquecito vecino, lo hagan en grupos.
En dos puntos de la zona -Mitre y Pedro Molina, y P. Molina y España- los comerciantes están haciendo reuniones para intentar poner seguridad privada en horario nocturno. "Los costos son altos, pero nos parece una manera de neutralizar todos estos golpes de una zona que parece liberada", señaló el propietario de un bar.
Cámaras de seguridad
Por lo menos un residente en el área y 2 comerciantes pusieron en duda el funcionamiento de las cámaras de seguridad instaladas sobre Pedro Molina.
En un caso, por el hecho de que esos equipos tendrían que haber captado al instante los intentos por romper las aberturas de los negocios, blanco de la seguidilla de episodios. Además, una persona comentó que la misma policía le reconoció que "eso es fachada", refiriéndose al no funcionamiento de los elementos que deberían tomar a los intrusos. Desde el Ministerio prefirieron no hacer comentarios sobre el caso, hasta tanto se compruebe si están en funcionamiento o están dañadas.
Romper vidrieras, la debilidad de un menor
No ahora sino hace unos meses, la policía detuvo a un menor, cuyo modus operandi era romper vidrieras para ingresar a robar. Siempre de madrugada.
Lo comprometen varios hechos, entre ellos el café de avenida España al 500, casi Pedro Molina; un local de ropa de calle Patricias Mendocinas al 600, y una vinoteca de Montevideo y Chile, donde las vidrieras fueron destrozadas para delinquir.
Desde el 1 de abril de este año hasta hace algunas semanas, el adolescente fue atrapado no menos de 15 veces y permaneció unas horas en el calabozo de la Comisaría 3ª hasta que el Órgano Administrativo Local (OAL) dispuso su traslado al hogar que funciona en la ex Colonia 20 de Junio.