En el Gobierno nacional están muy preocupados por la caída que viene registrando el precio de la soja en los mercados internacionales.
Después de haber tocado los 550 dólares la tonelada, la semana pasada perforó el piso de los 500 dólares y aunque tuvo un leve rebote, la tendencia es a la baja.
La preocupación es mayor cuando se verifican los precios de los mercados de futuros. Para mayo de 2014, cuando se esté levantando la cosecha del año próximo, la soja estará cotizando a 440 dólares la tonelada, lo que significa ingresos menores por cerca de 7.000 millones de dólares.
Si bien esto tiene repercusión en los niveles de retenciones, porque agudizaría el déficit fiscal, el gobierno podría corregirlo acelerando la devaluación del dólar oficial para ajustar más los ingresos en moneda local, pero lo que no podrá es corregir la falta de dólares.
Es de tal magnitud de la dependencia argentina de las exportaciones del denostado “yuyito”, que muchos se animan a marcarlo como el financista principal de los anabólicos con los que ha crecido la economía argentina en los últimos tres años, basados en gasto público y consumo pero sin inversiones.
Pero el principal problema que se presenta a futuro al gobierno es cambiario.
Hoy, los dólares se van de América Latina y los países emergentes bajo la percepción de que tendrán menos crecimiento y ante la expectativa de que la Reserva Federal disminuya las inyecciones de efectivo en la economía norteamericana.
Este movimiento está generando devaluaciones de las monedas de los países vecinos, de mayor magnitud que las variaciones que se producen en el dólar oficial, lo que afecta la competitividad de nuestras exportaciones con los países vecinos, pero aumenta los problemas para que ingresen dólares por exportaciones.
Si entran menos divisas por exportaciones de soja y seguimos perdiéndolas por importaciones de automóviles y turismo, el panorama para 2014 luce muy complicado porque no habría dólares suficientes para comprar y hacer frente a las obligaciones externas.
Tampoco podrían recurrir mucho tiempo más a las reservas del Banco Central, que en los últimos 8 meses cayeron en 8.300 millones según los últimos datos consignados por la entidad que dirige Mercedes Marcó del Pont.
Mientras el gobierno espera el “milagro”, como solución técnica, de que la soja no baje de 480 dólares la tonelada, la realidad de los mercados están mostrando un panorama distinto.
Además, las perspectivas de precios del maíz y el trigo también son a la baja, con lo cual si el gobierno no quiere sacrificar retenciones sólo le queda corregir el tipo de cambio, algo sobre lo que no avanzará más de lo que ha hecho hasta ahora, sino una vez terminadas las elecciones de octubre.
Sin anabólicos, sin plata y ahora sin dólares, deberán improvisar un nuevo relato que marque nuevos culpables para justificar algo que era previsible.