El verano nos trae múltiples posibilidades de distracción y esparcimiento, también la de traspasar algunos límites diarios con la comida, una cervecita entre semana y tal vez pegarse algunos faltazos al gimnasio. Sin embargo muchos no se toman vacaciones y esos "permitidos" después pasan factura en el peor momento: cuando queremos dormir porque al otro día, sí o sí, hay que ir a trabajar.
Según el Instituto Nacional de Pulmón, Corazón y Sangre de Estados Unidos, el sueño es necesario para pensar con claridad, mantener los reflejos y tomar decisiones. Reducir una sola hora de sueño de nuestras necesidades puede dificultar la concentración y entorpecer la toma de decisiones y la asunción de riesgos.
En los casos más severos se ve afectado el estado de ánimo, comienza una propensión a la depresión, cambia la forma de percibir el mundo y además, fisiológicamente hablando, el insomnio puede promover la aparición de enfermedades neurológicas y metabólicas. Es importante entender que cuando hablamos de falta de sueño no nos referimos a las horas que pasamos en la cama, sino el sueño de calidad.
El doctor Maximiliano Arce, neurólogo que trabaja junto a la doctora Mónica Grilli -neumonóloga- en la Unidad de Sueño del Hospital Español, explica que no hay un trastorno asociado a la estación: "no está vinculada con el verano, sino con los cambios de hábitos de la estación", ya que solemos prolongar las horas de vigilia durante la noche, nos acostamos más tarde, tenemos más vida social con todo lo que ello implica (consumo de alcohol, bebidas estimulantes y cigarrillos) mayor ingesta de comidas y además las altas temperaturas dificultan conciliar o mantener un sueño sin interrupciones durante la noche, "por lo tanto no hay relación directa, pero sí están los síntomas".
Según detalla el National Institute of Health americano, un sueño de calidad se identifica por caer dormidos en menos de 30 minutos, plácidamente, despertando solo unas pocas veces en la noche y contando con al menos 45 minutos de sueño profundo a lo largo de la noche.
Fases del sueño
En la fase 1 se establece un sueño ligero. Nuestros ojos se mueven lentamente y nos dan pequeños tics musculares.
Tras un periodo corto, que puede durar entre 5 y 20 minutos, entramos en la fase 2, la antesala del sueño profundo, en la que se ralentiza nuestra respiración y los músculos se relajan mucho más. La temperatura de nuestro cuerpo cae y el movimiento ocular se para. Esta fase se repite varias veces a lo largo de la noche, más que ninguna de las otras fases.
La fase 3 es el sueño profundo, es difícil despertarnos, no hay casi movimiento y suele darse en periodos más largos al principio de la noche.
Hay que tener en cuenta que las horas de sueño varían en función de la edad pero también son distintas en cada persona. En general, los adultos y jóvenes pueden dormir un rango de entre 6 y 11 horas dependiendo de sus necesidades. Los niños son los que más tiempo necesitan, entre 10 y 18 horas, y los ancianos entre 6 y 9.
El insomnio
La doctora Mónica Grilli, quien además tiene una diplomatura en Sueño realizada en el Hospital Austral de Buenos Aires, explica que los trastornos durante el sueño se pueden dar por disfunciones respiratorias dadas por alguna obstrucción o por enfermedades en las vías aéreas. "La persona duerme, pero no descansa", y explica que los trastornos del sueño más frecuentes son el insomnio primario, que no tiene causa, y el insomnio secundario que puede estar provocado por enfermedades, dolor, depresión, ansiedad o medicación.
El asunto del ronquido
"El ronquido o síndrome de Apnea e Hipoapnea se produce por obstrucciones en la vía aérea superior, cuando el aire pasa por la vía aérea produce una turbulencia. Por lo tanto el ronquido es la fuerza que hace la persona para incorporar aire", detalla Grilli.
Por su parte, el neurólogo Maximiliano Arce explica que "también existe apnea sin ronquido y apnea por alguna afección del sistema nervioso central. La persona y aquellos con quienes convive no perciben que hay una alteración del sueño", sin embargo el cerebro recibe menos oxígeno, lo que produce un aumento de la presión cardíaca, "por lo que se la considera un factor de riesgo para las enfermedades cardio y cerebro-vasculares", puntualiza.
Cuándo consultar al médico
Recién cuando se han tomado las medidas previamente mencionadas y no hay solución, la persona debería consultar con un especialista que evaluará si hay medicación que influya, realizará una "reeducación con la cama", para que el paciente vincule su uso solo para domir y no para otro tipo de actividades como mirar televisión, comer o trabajar.
Uno de los puntos que ambos médicos destacaron fue que el insomnio no se trata con medicación. "Cuando una persona se toma 'algo' para poder dormir, está tapando el síntoma pero no trata el problema de fondo", concluyeron.
Claves
Quiero dormir. Existen tres medidas para mejorar el rendimiento del sueño durante la noche.
Disminuir la luz para estimular el reloj biológico y segregar melatonina, (la hormona del sueño). Es recomendable apagar todo dispositivo móvil, celular, tablet y televisores al menos dos horas antes de dormir y leer un libro en papel o en papel electrónico, que no emita luz propia.
La temperatura corporal en baja. Durante la fase previa al sueño profundo el cuerpo comienza a bajar la temperatura, por eso es aconsejable realizar actividad física hasta las 19 y evitarla durante las horas de la noche, ya que el ejercicio levanta la temperatura corporal.
Evitar actividades que provocan deuda de sueño. "Durante el día, cuando la persona se encuentra en actividad, el cerebro segrega un metabolito llamado adenosina que comienza a acumularse", explica el doctor Arce. Al llegar a ciertos niveles, la adenosina necesita ser eliminada, para ello el metabolismo induce al sueño, "ya que durante el descanso el cuerpo se 'limpia' de adenosina".