Dolores Zorreguieta tiene una web que la define, ante todo y todos. "Ella es una artista", pero escrito en inglés. Es su dirección en la web y, casi, una declaración de principios. "Estoy muy bien y con mucho entusiasmo frente a la que va a ser mi primera muestra individual en Mendoza. Preparativos: muchos. Y varias corridas de último momento por lo cual es agradable hacer una pausa para reflexionar sobre mi obra y mis proyectos en Argentina", dice desde Campbell, California. Vive allí, más tranquila, luego de trajinar la vida urbana de Nueva York hasta 2008.
Dolores es, también, hermana de la actual reina de Holanda, Máxima Zorreguieta, una de las argentinas más famosas en todo el mundo. Pero de eso no quiere hablar, ni siquiera una mínima insinuación. "Esta pregunta no la voy a contestar", responde cuando se comenta que, incluso antes de la boda y noviazgo real, Máxima fue una de las personas que más ayudó en su producción artística. Dolores cultiva el bajo perfil, como el resto de sus hermanos. Es dueña de una carrera en el arte por sí misma.
Todo empezó luego de que egresara de la Escuela Nacional Prilidiano Pueyrredón, en 1987. Ya cinco años después viajaría a Nueva York para establecerse allí. Lo consiguió recién en 1994, cuando fue seleccionada para formar parte del seminario "Artists in the Marketplace", del Museo del Bronx. Fue un año inolvidable: recibió un subsidio y realizó una muestra individual en la Galería Franklin Furnace.
-Se cumplen 90 años de Van Riel en Argentina, la mítica galería en la que expusiste en 1988, en la sede Talcahuano. ¿Cuáles son los recuerdos de ese suceso?
-Esa experiencia tuvo, y ahora más en el recuerdo, un significado muy especial. Su carácter iniciático me enfrentó a todas las etapas que conforman la vivencia artística: crear la obra, editarla, pulir una visión personal y encontrar una voz propia para luego enfrentarme al aspecto público de esta profesión, al escrutinio, a la crítica y aprender la lección fundamental del artista: el arte es una labor de disenso. Recuerdo a Frans (NdR: falleció hace menos de un mes, a los 92 años) y su manera sutil y tímida de apoyarme y guiarme, siempre desde el respeto y la modestia, lo cual es especialmente extraordinario, si pensamos en que yo tenía veintitrés años y no sabía lo que estaba haciendo.
-Expusiste en Gachi Prieto una serie de objetos llamados "Bondage". Actuaban como "elementos fetiche recordatorios de algo tribal, visceral, que provoca alternadamente atracción y rechazo". ¿Cuál fue tu planteo?
-En 2005 hice una obra integrada por cinco piezas que se llamó "Bondage". A partir de entonces, de tanto en tanto, aparece un objeto que guarda características similares y que se alinea con esta serie. Los asocio de manera no literal con la cultura del bondage, las prácticas sexuales sadomasoquistas y el fetichismo. A su vez, vemos vestigios de esta cultura y podemos establecer un correlato en las prácticas religiosas de flagelación y autoflagelación. Lo que me interesa es este cruce supuestamente inverosímil y desde ya paradójico entre las prácticas aceptadas de la religión y una cultura sexual considerada transgresora. Tuve oportunidad de visitar varios conventos en distintas partes de América Latina.
Allí pude ver los instrumentos que eran usados para la autoflagelación. No son muy distintos a los 'juguetes' que se venden en las tiendas de sexo. Por otro lado, ya se habló mucho del éxtasis religioso y sus puntos de contacto con el goce orgiástico. Esta serie es una interpretación libre y personal, está realizada con materiales emblemáticos de esta clase de objetos: cuero, clavos, metal. En ella exploro la ambigüedad entre el tormento y el placer, entre la amenaza real de violencia y un mero juego pre-acordado y consensual de subyugación.
-Como coordinadora de Programas en Franklin Furnace, ¿en qué consiste tu tarea allí?
-Es un trabajo que tuve los últimos cinco años que viví en Nueva York. Supervisaba todos los aspectos logísticos de dos subsidios que se dan por concurso, una vez al año, a artistas emergentes de todo el mundo que trabajan en performance y en proyectos artísticos que usan la Internet y la tecnología como medio creativo. Para esto, investigábamos formas de implementar nuevos protocolos que posibilitaran un proceso más eficaz y justo de selección, difusión y preservación de estos géneros artísticos que, por su carácter efímero y su falta de aceptación, sufren, aún hoy, escaso apoyo institucional. Afortunadamente esto ha ido cambiando. Franklin Furnace fue una organización visionaria en su defensa de estas formas de expresión.
-Estuviste ya en Mendoza. ¿En qué circunstancia?
-En 1989 hice un viaje de mochilera con destino a Machu Picchu. La ruta empezó en la estación Retiro, rumbo a Mendoza, en un viaje en tren bellísimo. Pasé apenas un par de horas en Mendoza y de ahí crucé la cordillera para llegar a Perú, desde Chile. Ése es el brevísimo recuerdo que tengo de Mendoza. También participé en una muestra colectiva en el Museo de Arte Moderno, con lo cual mi obra ya estuvo allí.
-La muestra aquí es, además, la primera que realizás fuera de Buenos Aires.
-Esta muestra va a ser mi oportunidad de conocer la ciudad y fundar los cimientos de lo que espero sea una experiencia sostenida de diálogo con el público. Esta invitación que me hizo Daniel Rueda es fundamental para mí. Es la primera vez, desde que me fui del país en 1992, que voy a estar presente en una muestra mía, en una provincia de Argentina. Es una deuda impostergable que finalmente voy a saldar. Espero sea inicio de una presencia más frecuente. Cuando Daniel me convocó, no lo dudé un instante, dado su compromiso con el arte contemporáneo y su deseo de entender el arte como una herramienta social de intercambio de ideas.
-¿Cuáles son los planes de exhibiciones para 2014?
-Luego de Mendoza, que estará abierta por dos meses, participaré en abril en una grupal, en Galería Perotti, de Buenos Aires. Para participar voy a producir una obra en Buenos Aires en marzo, algo también muy emotivo porque es la primera vez que crearé una obra en Argentina desde que me fui, en la misma habitación de la casa de mi madre. Allí donde pinté mis primeros cuadros.
-¿Podrías describir el proyecto "Love/romance", que terminó siendo un libro?
-Fue una muestra que hice en el Museo Cobra de Arte Moderno en Amstelveen, Holanda, en 2005. Junto con algunas obras que ya había creado, realicé algunas específicamente para la muestra y en el proceso de curar y definir las obras, me resultó obvio que la temática central tenía que ver con la intimidad y el amor. El amor y su deterioro y, como contrapunto, la noción edulcorada que tenemos del romance. Fue un momento de mi vida definitorio y a través de esas obras procesé un tiempo de crisis y redefinición personal.
-Cuando explicás las criaturas de tus obras, lo haces así: "Fundidas en una unión forzada, son incapaces de encontrarse, solas y aisladas, flotan en un espacio en blanco estéril y ajeno". ¿Es tu adhesión al minimalismo?
-Si bien en algunas obras trato de lograr una estética despojada y necesito hacer una economía austera de contenidos prescindiendo de "trucos" gratuitos, mi trabajo está decididamente anclado en lo emocional y en un fuerte contenido narrativo. Mi obra arrastra una huella personal que la emplaza quizás más cerca del expresionismo. Mi generación ha sido influenciada por el minimalismo y hemos tomado prestados ciertos recursos, como lo serial, la trama geométrica, las líneas puras en el planteo general de una obra.
Pero en mi caso hay diferencias filosóficas de base que me separan de sus preceptos clave. Con mis criaturas hablo de la imposibilidad de un acuerdo, del conflicto ineludible que es encontrarse con el otro, de la confrontación a puertas cerradas y las que vemos sistemáticamente entre los pueblos. Ubico a mis personajes en un lugar de aislamiento para representar ese otro espacio metafórico en el que estamos solos, a merced de nuestras emociones.
Ojos muy bien abiertos
Vive en California. Se fue del país en los 90. Es una de las hermanas de Máxima, la reina de Holanda. Su carrera ha sido cosmopolita, potente y sin pausa. Desde el jueves expone una serie de obras en una Mendoza que, parece, va saldando su deuda con el ar
Lo Más Destacado