Pusieron a la venta, a través de una página de Internet, la propiedad donde están la laguna de El Sosneado y las ruinas del hotel que llevaba el mismo nombre y que tiene las aguas termales en las laderas del volcán El Overo junto a la ruta provincial 220. Esta es la traza del camino por donde se proyecta el futuro paso de baja altura Las Leñas, en el departamento de San Rafael.
Complejo Turístico El Sosneado SA (de capitales mendocinos, según se dijo), que compró a su antiguo propietario Romero Day, decidió ofrecer en cuatro millones de dólares el territorio que completa alrededor de 430 hectáreas.
Según expresaron directivos de la firma en contacto con Los Andes, este lugar posee todos los papeles societarios al día porque en realidad "es el paquete accionario el que se vende", dijeron.
También aclararon que esos papeles están al día desde que la Provincia a través de sus ex bancos de Mendoza y de Previsión Social otorgaron préstamos (que en realidad se transformaron en subsidios) para emprendimientos hoteleros. "Se otorgaron ocho y nosotros quedamos en el puesto número 9. No se devolvió nunca el dinero de esos créditos. Técnicamente fuimos los primeros adjudicatarios aunque nunca recibimos el dinero para desarrollar nuestro proyecto", señalaron.
Cabe recordar entre otros, los hoteles Samay Huasi, Valle Grande y el de Puente del Inca fueron financiados con estos fondos.
Entre otras precisiones se destacó que en la zona, debidamente relevada por un experto, existen 150 kilómetros de pistas para esquí naturales de las cuales 15 kilómetros están dentro de la propiedad. También está la laguna El Sosneado y las termas junto a las ruinas del hotel. "Todo esto fue, incluso, incluido en un proyecto anterior a Las Leñas. Ese complejo se iba a construir en este lugar".
En el aviso se señala que el agua termal tiene una temperatura de 35° y que también existen terrenos aptos para canchas de golf naturales para 18 hoyos y que el vendedor posee un proyecto aprobado de desarrollo turístico (al que hizo referencia el vocero de la firma al hablar de los créditos provinciales que terminaron en el fondo Fiudiciario del Banco de Mendoza).
El camino que une a la cabecera del más joven de los distritos sanrafaelinos con la falda del cerro homónimo es de aproximadamente 80 kilómetros de extensión. No es asfaltado y en época de la explotación de una mina de azufre estuvo mantenido por la propia empresa "Minera de las nubes" de Sominar (Sociedad Minera Argentina), propietaria de la estancia que también lleva el nombre del distrito y que tiene una extensión de 340.000 hectáreas. Esta ruta es la provincial 220 y en la actualidad está enripiada y conserva aún los viejos carteles verticales de grueso cemento armado.
Para llegar es necesario atravesar varios arroyos, algunos secos (llevan agua sólo en épocas de lluvia). También se puede visitar de paso la laguna que lleva el nombre del cerro. En el caso de los arroyos es común escuchar nombres que la gente denomina distinto a cómo figuran en las cartografías y mapas. Así es que están los arroyos Fresno, Malo, La Manga, el Blanco, el Bayo, Las Hormigas y el que en algunas ocasiones se torna más problemático es Las Rosas, que trae aguas de deshielo del cerro El Sosneado. También, antes de llegar a destino, es posible observar la magnífica silueta del volcán El Overo y al fondo, hacia la zona donde cayó el avión de los rugbiers uruguayos en la década del 70, está el cerro El Rosillo (3.577 m s/nm).
En la actualidad es posible visitar el lugar pero tomando precauciones. Se puede acceder en una camioneta común o en un automóvil no muy bajo y para disfrutar sin contratiempos hay que proveerse de abundante repelente de insectos. Son parte del paisaje jejenes y tábanos.
Esta dificultad se sortea también programando la visita en horas muy tempranas o al atardecer. La flora del sitio reúne prácticamente a todas las especies de esta zona de montaña. Es así fácil encontrar molle, patabuilla, solupe (en dos de sus variedades), mayo, que los habitantes antiguos usaban para teñir prendas de color amarillo, altepe, arvejilla, chacay, blanquilla y otras plantas. Hay que aclarar que los nombres son los autóctonos y muchas veces no coinciden con su identificación científica. A este paisaje se agregan las "vegas" regadas donde los puesteros llevan a sus animales a la "veranada" para engorde. Las residencias de los crianceros (puestos), que viven cerca de los arroyos y vertientes que abundan, se identifican como "lo de don Isidoro Pavés, Jorge Araya, don Romero, don Verón y muchos otros.
Estos sitios son identificables desde la distancia por el conjunto de árboles que se dibujan en las laderas de los cerros. También aparecen como pendiendo en las alturas los "riales", pequeños refugios de piedra donde los ganaderos pasan tres meses del verano con sus cabras.