Las elecciones generales de Honduras concluyeron ayer tras una jornada en calma y con alta participación de votantes, pese a los temores de fraude y brotes de violencia.
El candidato oficialista Juan Orlando Hernández (derecha) ganaba la presidencia con un 33,06% contra 27,04% de la izquierdista Xiomara Castro, según una encuesta a boca de urna divulgada por la emisora local HRN.
El partido Libertad y Refundación (Libre), que postula a la esposa del presidente derrocado en 2009 Manuel Zelaya, fue seguido muy de cerca por el Partido Liberal (PL), con 24,55%, según el sondeo de la empresa Ingeniería Gerencial, con una muestra de 208.000 votantes.
Pasadas las 22 de Argentina el presidente del Tribunal Supremo Electoral de Honduras David Matamoros anunció que el primer resultado preliminar oficial de los comicios será difundido a las 21 locales (0 de Argentina), dos horas después de lo previsto.
"Como son pocos los resultados, hemos decidido comparecer a las 9 de las noche. Si hemos llegado al 20% lo haremos antes", dijo el funcionario en una cadena de radio y televisión. Explicó se está "recibiendo información de todo el país. La mayoría de las mesas siguen contando votos. Ha entrado poca información".
Según Matamoros, "todos los equipos están conectados y transmitiendo. Esperamos poder un resultado sustancial a nivel presidencial, diputados y alcaldes. Nos volveremos a ver a las 9 de la noche o antes".
611 escuelas no cuentan con equipo de transmisión, el 12% de los centros de votación.
Unos 5,4 millones de hondureños fueron llamados a elegir al relevo de Porfirio Lobo de entre ocho candidatos, con la izquierdista Xiomara Castro, esposa del presidente derrocado Manuel Zelaya, de Libertad y Refundación (Libre) y el oficialista Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional (PN), como favoritos.
"Ha sido una fiesta histórica la que hemos vivido. La fiesta cívica ha sido en paz", expresó Matamoros, quien afirmó que la votación tuvo "una participación enorme" que obligó a extender su cierre en una hora.
Honduras celebró estas elecciones con una sociedad polarizada y una fragilidad institucional heredadas del golpe que militares, empresarios y políticos asestaron el 28 de junio de 2009 a Zelaya, luego de que su gobierno liberal girara a la izquierda.
Los analistas pronosticaban un resultado apretado. Por más de un siglo han gobernado, con los militares, el PN y el Partido Liberal (PL, derecha) -tercero en los sondeos-, pero esta ha sido la primera vez de un choque frontal entre la derecha y la izquierda.
Estos comicios, sin segunda vuelta y en el que también se eligieron 128 diputados y 298 alcaldes para los próximos cuatro años, han marcado el retorno de Zelaya, asesor de Castro, fundador y coordinador de Libre, que aspira a una curul en el Congreso.
"Esta elección es trascendental porque va a permitir a Honduras recuperar su normalidad plena", declaró a AFP el jefe de la misión de la OEA, Enrique Correa.
"¡Esto ya no se aguanta!"
Con dos propuestas extremas, Castro, pretende impulsar un "socialismo democrático a la hondureña", mientras que Hernández, mano derecha del gobierno de Lobo aunque procuró zafarse de sus fracasos, continuaría el modelo neoliberal.
"Espero que el hondureño vaya tomando conciencia para poder seleccionar a los gobernantes que nos van a sacar o mantener donde estamos. Esto ya no se aguanta", dijo Randal Godoy, vendedor de equipos audiovisuales.
El futuro presidente asumirá un país, el segundo más pobre de América después de Haití, con un 71% de sus 8,5 millones de habitantes en pobreza y una economía calamitosa, con un déficit fiscal del 6% y una deuda externa de 5.500 millones de dólares.
Pero la gravedad de la pobreza quedó en segundo plano ante los niveles alarmantes de la violencia del narcotráfico y las pandillas, que tienen al país con el triste récord mundial de homicidios, 85,5 por cada 100.000 habitantes.
"El mayor problema es la violencia, causada por el desempleo. La gente se ha acostumbrado a ganar dinero matando", dijo tras votar Pedro Garay, un economista retirado de 72 años.
Hernández promete "mano dura" contra el crimen organizado con una fuerza de 5.000 policías militares, y Castro propone tener a los soldados en las fronteras en la lucha antidrogas y con una policía comunitaria enfrentar a las pandillas.
La polarización política y la violencia motivó el despliegue de unos 25.000 policías y militares para los comicios, en tanto que más de 800 observadores internacionales vigilaron la votación, ante los temores de algunos sectores de la población de que se produjera un fraude.
Las autoridades reportaron incidentes aislados de violencia, como un tiroteo cerca de un centro electoral que dejó cinco muertos en la Mosquitia -una remota zona controlada por narcotraficantes- y casos de nombres de fallecidos que figuran en el padrón electoral.