Ocupación de las riberas del río Mendoza

Organismos del Estado finalmente intervinieron en uno de los puntos de ocupación del río Mendoza por parte de miles de personas, en el área de Luján de Cuyo. Esta situación estaba librada a un peligroso descontrol y constituía un grave problema de contami

Ocupación de las riberas del río Mendoza

Desde hace años, una de las formas de mitigar las altas temperaturas del estío mendocino es visitar las márgenes de los ríos de montaña para procurar alivio al agobio de las temperaturas en los centros urbanos. El Departamento General de Irrigación no se opone de manera “conceptual y sistemática” al uso de las márgenes; existe una prohibición expresa de bañarse en los ríos que es general y es parte de la responsabilidad que tiene el DGI.

En el kilómetro 22 de la ruta provincial 82 -Blanco Encalada- se encuentra una tradicional bajada hacia el río, verdadera romería de gente en jornadas agobiantes, especialmente los fines de semana y los feriados largos. La población eligió ‘bajar’ en ese punto a la margen izquierda del curso por su relativa accesibilidad. Entonces fue tomando cuerpo una descontrolada, desordenada y concentrada ocupación en un tramo de mediana extensión. La actividad recreativa no era bien vista por los organismos competentes que, sin embargo, se veían impedidos de actuar sobre miles de acampantes que en ocasiones suman entre 4 y 5 mil personas.

La tendencia de los paseantes de llegar hasta la orilla misma del río con el auto conlleva que todo tipo de pérdidas (combustibles, lubricantes, fluidos hidráulicos) impregnen el suelo circundante. Cuando el caudal del río aumenta, esos contaminantes se mezclan con el agua que se deriva a las plantas potabilizadoras.

Como obviamente no hay baños en el área, se registra otro peligro ambiental porque tamaña presencia humana genera evacuaciones sanitarias sin control, a lo debe añadirse la acumulación de basura y desperdicios varios, como envases plásticos y pañales descartables, que contaminan el cauce. El capítulo de calidad del agua, entonces, estaba claramente violado.

En lo que concierne a la seguridad, y en caso de una crecida aluvional intempestiva entre la presa Potrerillos y el dique Cipolletti (superior a 200 m3/seg), como sucede frecuentemente en la temporada estival por el aporte torrencial del colector Las Avispas y otros cauces afluentes, el caudal normal podría aumentar 15 veces. Las personas y los vehículos estacionados en la zona del lecho o la misma playa correrían serios peligros. Se estima entre 500 y 1.000 vehículos ubicados allí en momentos de mayor visita. Ante la eventualidad narrada no tendrían posibilidad de evacuar la zona en forma ordenada y evitar pérdidas de vidas.

Debe considerarse no solo las crecientes habituales sino también las extraordinarias, ya que la gente va perdiendo conciencia de su peligrosidad y es común observar a bañistas que cruzan el lecho pese a la importante correntada que se registra, asumiendo una “confianza excesiva”, cuyas consecuencias han cobrado numerosas vidas, como sucedió en la sorpresiva crecida del río Atuel en el cañón del mismo curso, donde murieron 4 turistas en 2009.

Asimismo, no hay ocupaciones o usos ideales que no afecten los recursos hídricos pero sí pueden existir propuestas integrales de mitigación con afectación mínima. Uno de estos operativos se observó en los últimos días, especialmente antes del fin de semana extendido, cuando en una acción institucional entre Irrigación, Vialidad provincial y los municipios de Luján de Cuyo y Las Heras, los operarios prepararon un terreno para estacionar y mejoraron los ingresos y salidas y una posible vía de escape. Se trata de una prueba piloto que, de resultar positiva, será la forma de ocupación futura de esa margen del río, especialmente pensando en las próximas temporadas estivales.

Además, se pretende que existan concesionarios con autorización que dispongan de la infraestructura y equipamiento necesarios para atender a tantos paseantes.

Se empezó tarde a corregir esta perniciosa situación, pero si se introducen las recomendaciones del DGI y los municipios mantienen la gestión sobre el lugar se podrá deducir que un problema grave de contaminación tiende a ser corregido. Insistimos en que se debe actuar en lo preventivo y evitar que ocurran los lamentables sucesos de personas ahogadas, lográndose esto con la intervención ordenada y adecuada de la interacción del hombre con la naturaleza.

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