Ya estamos consumiendo octubre de un año que hasta hace poco era un año nuevo y ahora está a punto de jubilarse. La palabra octubre significa octavo mes, aunque en realidad es el décimo. Para desconcertarnos más.
Hemos vivido sus meses con mucho sacrificio, han sido meses donde la plata que hemos logrado conseguir no alcanzó para pagarnos lo vivido. Me da bronca que me sobre tanto mes al final del sueldo.
Es como si estuviésemos cansados del año, que ya no lo queremos como lo hicimos allá en el primero de enero cuando lo recibimos con brindis y fuegos artificiales, y nos prometimos un Feliz Año Nuevo. Pues muy feliz no resultó. Mas bien resultó más pesado que elefante a cococho.
Pero bien, estamos a mediados de octubre y todavía falta un trocito del año para que le digamos Feliz Año Nuevo al 2020. Es promisorio el número, porque el 20 según el significado de los sueños quinieleros es le fiesta. Tener un año que tenga dos fiestas en su numeración es algo prometedor.
Vamos a tener que vivir lo que nos falta para llegar al final con el impulso de una brisita breve que no sé si será a favor o en contra.
Octubre es un mes electoral. Ha ocurrido así en los últimos años en que hemos tenido elecciones. Por lo tanto es octubre un mes definitivo para nuestro destino.
Fijensé las cuestiones importantes que habrán de dirimirse en octubre: las elecciones secundarias, por ejemplo, y el segundo chico entre Boca y River, no es poca cosa.
¿Significará algún cambio para el país este acontecimiento que habrá de convocarnos una vez más al cuarto que cada vez está más oscuro?
Todo está por verse, todo lo veremos. Por lo pronto vamos a terminar el año con un gobierno nuevo, nuevo porque el viejo se renueva, o nuevo porque el viejo perdió de una manera exitosa.
¿Cómo recordaremos este octubre allá en el futuro?¿Como un mes que permitió la recuperación de los valores de la argentinidad o como un mes que solo significó la continuidad de los inconvenientes?
Hay que tener fe, aunque a veces la fe no es ‘ni fu ni fa’. No podemos ser del todo esperanzados porque sabemos que salir de este atolladero adonde hemos caído ha de ser más difícil que rascarse la nuca con el talón.
Pero alguna vez se tiene que terminar, alguna vez tenemos que empezar a crecer, somos un país niño al que le falta crecimiento y en una de esas damos los primeros pasitos.
Octubre nos ha de pedir una decisión y uno sabe que no es fácil. La picada está servida y nosotros deberemos elegir entre el queso y el salame, aunque pueda haber alguna aceituna sorpresiva.
Elegir, qué tremenda responsabilidad. Decidir en donde depositamos nuestra confianza.
No tenemos mucha, la confianza se ha ido deshilachando con las frustraciones recibidas y le tenemos miedo hasta la mejor propuesta. No es fácil. Tantas veces hemos depositado nuestras mejores expectativa en lo que se nos ofrecía que ahora, cualquiera sea la oferta nos entra como un vientito de desconfianza.
Pero ocurrirá en octubre, en este octubre que estamos viviendo y no tenemos escapatoria. Es ahora o ahora. Somos los electores. Por un día al poder lo tendremos nosotros. Lástima que sea por un solo día.