Una multitud de simpatizantes del ex presidente de Bolivia Evo Morales desafió hoy en las calles de La Paz, incluso con piedras y choques con la policía, la "vuelta a la normalidad" que buscó instalar la mandataria interina Jeanine Áñez, tras proclamarse en ese cargo luego de la renuncia y la salida del país del líder izquierdista.
Por un lado, la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, bastión de la oposición a Morales, a unos 855 kilómetros al sureste de la capital, amaneció con el fin del llamado "paro cívico" y una vuelta gradual a la cotidianeidad tras las protestas de las últimas semanas.
Por otro, el intento de Áñez en la capital se vio frustrado por la muchedumbre que bajó desde la vecina El Alto.
Desde temprano, en La Ceja, el corazón de El Alto atravesado por la autopista que la comunica con La Paz, miles de docentes de las seccionales del magisterio rural del departamento y miembros de las juntas vecinales empezaron a concentrarse para marchar juntos, otra vez, hasta el centro de la capital.
Embanderados con la whipala, el símbolo que representa a 36 etnias de los pueblos indígenas y que fue atacado -incendiada, cortada, arrastrada- por sectores acomodados, salieron nuevamente a las calles y bajaron hasta La Paz para evitar que "el país otra vez sea gobernado por el racismo".
"Acá no somos evistas ni masistas; hay gente que votó por Evo, otros no; eso no es lo importante, acá lo importante es que nos han discriminado mucho en el pasado, a los que ganamos el pan día a día, y no queremos tener otro gobierno racista", le dijo a Télam Celia Artiaga, un ama de casa de 52 años de El Alto, que, contó, no suele salir a marchar.
Ni bien escucharon que Artiaga está denunciando lo que pasó en los últimos días y su rechazo a Áñez, decenas de manifestantes se acercaron y comenzaron a gritar sus verdades todos a la vez.
"¿Creen que nos van dar trabajo este nuevo gobierno de ricos? ¿Creen que nos van a dejar estudiar carreras profesionales?", son algunas de las preguntas que, a los gritos, lanzan los manifestantes.
Artiaga, pide calma y recupera la voz cantante: "Nadie nos escucha, nadie nos muestra. Ayer hubo ocho muertos, dos acá en El Alto, y los medios lo único que muestran son los festejos en Santa Cruz. Nos gasearon, nos dispararon, nos acusan de saquear nuestros propios hospitales, nuestras propias escuelas, de autorrobarnos. No tiene sentido, pero lo dicen igual", aseguró.
Anoche, el fiscal general Juan Lanchipa informó que ayer fallecieron cinco personas pero no las identificó. Según Artiaga y el resto de los manifestantes, una niña murió en El Alto de un disparo de la policía.
A su lado, Demi Esvilmasota, una campesina de 40 años con una pollera rosa tradicional y arropada por una whipala, pide respetuosamente la palabra para hablar.
"Estamos acá por la discriminación contra las mujeres con pollera. Ayer cuando bajamos me gritaron 'india', 'cochina' y me dijeron que me vaya al campo. ¡Pero ellos viven también de la riqueza que da el campo y nuestro trabajo en el campo!", contó a Télam.
"Bueno, lo lamento -agregó-, las hermanas cochinas no nos quedaremos calladas y hoy nos levantamos para decir que no aceptaremos más discriminación, especialmente del gobierno".
Una de las columnas principales de la marcha la aportaron los maestros rurales. Un grupo interminable bajaba por una de las calles en zigzag que unen El Alto con La Paz, con una energía que por momentos parecía transmitir esperanza. Con cada paso inventaban un grito o una consigna.
"Mesa, cabrón, el pueblo está emputado", era uno de los gritos que le dedicaron al ex candidato presidencial opositor que perdió las elecciones de octubre contra el mandatario derrocado y exiliado en México, y ahora apoya a Áñez y su promesa de nuevos comicios.
Mientras el pedido de no discriminación y de reconocimiento de la identidad indígena era unánime, las posiciones políticas diferían un poco.
Algunos exigían la renuncia inmediata de Áñez, otros la vuelta de Morales y otros aclaraban que si ayer, el congreso hubiese designado a una persona sin identidad partidaria en una sesión con quórum, El Alto no se hubiese levantado.
El secretario ejecutivo por La Paz de la federación de maestros rurales, Andres Huayta Alvarez, es de los que no pide la renuncia de Áñez, pero tampoco reconoce su legitimidad.
"De todas estas maneras este gobierno es transitorio. El 22 de enero de 2020 vence el mandato de Evo y ahí debe asumir el nuevo gobierno. Lo que sí pedimos ahora es respeto por la institucionalidad y no discriminar a los pueblos indígenas. Si lo hacen, seguiremos en las calles", explicó a Télam.
Huayta Alvarez contó que después de la marcha de hoy se reunirá con miembros de los movimientos populares y de la Central Obrera Boliviana (COB) para discutir la necesidad de que surja un nuevo líder que una al oriente con el occidente del país.
"Necesitamos un liderazgo que nos represente a todos más que nunca", aseguró.