El gobierno japonés reconoció ayer, por primera vez, que un ex empleado de la central nuclear de Fukushima sufre una leucemia debido a las radiaciones consecutivas al accidente nuclear de marzo de 2011.
“Este caso cumple con las condiciones” para que sea reconocido, explicó un funcionario del ministerio japonés de Salud en una conferencia de prensa.
Aun si otros ex obreros del sitio de Fukushima Daiichi -devastado por un tsunami el 11 de marzo de 2011 en el noreste del país- sufren de cáncer, es la primera vez que el ministerio japonés de Salud reconoce oficialmente una relación de causa y efecto entre las radiaciones y la enfermedad.
El obrero, ahora de 41 años según la prensa, trabajó de octubre de 2012 a diciembre de 2013 en la central de Fukushima Daiichi. También pasó antes varios meses en otro sitio nuclear diferente, indicó el ministerio.
El ex trabajador de Fukushima será indemnizado por su incapacidad para trabajar y se le pagarán todos los gastos médicos, indicaron las autoridades.
“Se trata de un empleado de una empresa que intervenía en Fukushima y no de un asalariado de Tokyo Electric Power (Tepco)”, precisó un portavoz de esta empresa, que administra la central.
Tepco, que afirmó no estar en condiciones de comentar el caso a los medios, sólo expresó su solidaridad con la víctima y reafirmó su compromiso de reducir los niveles de exposición de los trabajadores de la planta.
Además de este primer caso reconocido, otros tres casos están siendo examinados, precisó el ministerio, que anteriormente ya había rechazado varios reclamos similares de ex trabajadores del sitio nuclear.
Tres de los seis reactores de la central de Fukushima Daiichi entraron en fusión pocas horas después del tsunami que arrasó la costa noreste de Japón hace cuatro años y medio, a raíz de un terremoto.
Luego se produjeron explosiones de hidrógeno que destruyeron varias construcciones del sitio, dejando escapar elementos radiactivos.
Miles de trabajadores se relevaron cotidianamente durante años para retomar el control de las instalaciones e instalar medios para regar y enfriar los reactores, retirar los escombros contaminados y preparar el desmantelamiento de la central nuclear.
Peor desastre tras Chernobyl
Oficialmente, nadie murió a causa de la exposición a las radiaciones después de la catástrofe de Fukushima, el peor desastre atómico civil en el mundo después de la explosión de Chernobyl, en Ucrania, en 1986. Sin embargo, sí murieron centenares de personas a causa de la degradación de sus condiciones de vida tras la súbita y drástica evacuación de la región de Fukushima.
El caso reconocido ayer es el primero que tiene relación directa con el accidente nuclear de Fukushima, pero en el pasado, los cánceres de 13 trabajadores del sector nuclear (no implicados en las obras de Fukushima) habían sido atribuidos a una exposición a las radiaciones.
Incluso la muerte por cáncer de quien fuera director de la central en el momento del accidente, Masao Yoshida, no fue vinculada oficialmente a las radiaciones que recibió en el momento.
Yoshida, fallecido en julio de 2013, estaba presente en Fukushima Daiichi en el momento del accidente, y siguió trabajando de forma intensa en el sitio durante los seis siguientes meses.
Este primer reconocimiento “es una decisión esencial para los derechos de los trabajadores”, comentó Shinzo Kimura, de la Universidad de medicina Dokkyo.
Varios miles de trabajadores, sobre los cerca de 45.000 que intervinieron en el sitio, han recibido dosis que potencialmente pueden causar un cáncer, según los criterios de las autoridades y los datos de exposición publicados por Tepco, compañía administradora de la central.
“Es un duro golpe para la Agencia internacional de Energía Atómica que consideró en setiembre que había que temer pocos efectos en la salud de la catástrofe de Fukushima”, indicó la asociación ecologista Greenpeace.
Respecto a la población en general, se han practicado análisis a más de 300.000 menores de 18 años, que vivían en 2011 en la prefectura de Fukushima.
Más de 100 casos de cáncer de tiroides -confirmados, o muy probables- han sido detectados hasta ahora. Sin embargo, según los expertos, es difícil atribuirlos a los efectos de Fukushima, debido a la falta de referencias anteriores sobre la frecuencia de este tipo de patología entre los adolescentes de la región, y a los plazos considerados demasiado cortos entre el accidente y la aparición de los casos.