Al promediar el fin de año nunca está de más hacer un balance de lo que fueron los últimos meses. Muchos se preguntarán: ¿Cómo he organizado mi vida este año? ¿Estoy satisfecho en el trabajo? ¿Hacia dónde quiero ir? Por desgracia, a veces esos balances quedan en la nada, porque después de un período muy breve de buenas intenciones, todo vuelve a la normalidad. ¿Cómo hacer para cambiar?
Evite los siguientes errores al hacer su balance:
- Diferenciar la paja del trigo: ¿Mi compañero gana más? ¿El proyecto quedará en manos de otro empleado? Una de las reglas básicas suele ser: quien se compara todo el tiempo con otros, ya ha perdido, porque por lo general esas comparaciones son poco definidas y no ven el cuadro general. Uno suele tomar elementos que siempre lo hacen quedar mal parado y bajan la motivación. Eso no es una evaluación imparcial, sino envidia. Y la envidia, en definitiva, deriva en pasividad y genera mal humor.
Además, imitar a otros no suele funcionar. La primera pregunta que uno debe hacerse es: ¿yo podría hacer eso del mismo modo? ¿Es algo que va conmigo? Otro modo de concretar la observación que se hace de otros es analizar qué aptitudes o cualidades uno aprecia de los demás y ver si las puede desarrollar.
Pero en todo ese proceso el foco principal debe estar puesto en uno mismo. Es importante analizar los potenciales y definir cuáles son los puntos fuertes que uno tiene para ofrecer. A eso le sigue la pregunta: ¿Cómo trabajo ahora? De ese modo, podrá saber en qué dirección puede evolucionar y en qué ámbitos laborales puede seguir creciendo.
- La idea fija del ascenso: Tener éxito suele ser asociado con un aumento de salario o un ascenso laboral, pero no hay que olvidar que el dinero no da la felicidad, y tener mayores responsabilidades no lleva necesariamente a que uno disfrute más el trabajo. Los especialistas consultados aseguran que un incremento salarial impacta en la motivación sólo durante los tres primeros meses.
En cambio, para una pareja con niños, tener más tiempo para compartir con la familia es impagable. En esos casos, por ejemplo, un buen objetivo podría ser lograr que le permitan trabajar un día desde casa.
- Más rápido, más alto, más adelante: En el trabajo siempre se piensa en avanzar, ¿verdad? ¿Pero por qué? Hay muchísimos casos de ascenso en los que los empleados piden retomar sus tareas anteriores porque no se sienten a gusto con sus nuevas responsabilidades.
No hay que temerle a una decisión de este tipo por cuestiones sociales o de imagen, ya que es cada vez más común pensar en el propio bienestar y no en el estatus o en qué significan los ascensos dentro de un grupo. Es más, las nuevas generaciones, incluso, se muestran reacias a aceptar altos cargos sin más.
- Sueños efímeros: Es fundamental definir los objetivos de un modo concreto y realista. La frase "quiero tener más libertades y poder trabajar con más independencia" puede quedar en la nada si uno no delinea de un modo más preciso qué le falta o a qué apunta.
Si uno tiene metas claras, es más fácil planificar el camino para lograrlas. Por ejemplo, si el objetivo es trabajar un día en casa, primero deben pensarse los argumentos con los que se justificará el pedido, luego viene la conversación con el superior y, tal vez, en un primer momento le convenga proponer trabajar unas horas o medio día desde casa, para ampliar las posibilidades de que la respuesta sea “sí”. Ya luego, dado ese primer paso, podrá seguir avanzando.
De nada sirve lamentarse por lo que no funciona. Más vale pensar qué cambio se busca a nivel personal.