Barack Obama se mostró tranquilo y descontracturado. El anfitrión, en cambio, se notaba tenso. Se firmaron convenios a los que habrá que darles continuidad porque al huésped, apenas le quedan unos meses en la presidencia de los Estados Unidos. A Mauricio Macri, en cambio, casi cuatro años por delante.
Pero en política, lo gestual otorga capitales simbólicos y en ese capítulo Macri salió beneficiado, no sólo porque Obama vino a la Argentina por primera vez en sus casi 8 años como presidente de los Estados Unidos, sino porque entre ambos remarcaron un territorio que hace 12 años el kirchnerismo había copado para sí: el de los derechos humanos.
A las 11 llegó Obama a la Casa Rosada y a las 12.50 dieron una conferencia de prensa. En la comunicación formal, hubo mucha frase de rigor, protocolo, algún chiste aislado. En lo privado cuentan que nunca estuvieron solos, sino rodeados de ministros locales y colaboradores.
En el despacho de Macri estuvieron el jefe de Gabinete Marcos Peña; los ministros de Economía, Alfonso Prat Gay; de Producción, Francisco Cabrera; la canciller Susana Malcorra, el embajador Martín Lousteau. Por el lado de Obama, la secretaria de Seguridad, Susan Rice y la secretaria para Asuntos Estratégicos del Hemisferio Occidental, Roberta Jackobson.
Entre todos ultimaron los detalles de los convenios de cooperación en seguridad, lucha contra el narcotráfico, desarrollo de relaciones comerciales, ciencia y tecnología y cambio climático. Hay que hacer notar que la gira de Obama comenzó en Cuba y que para llegar a ese punto hubo años de conversaciones previas, en secreto y en público.
Con la Administración de Macri no hubo tanto tiempo. Y de hecho, en las cuestiones comerciales Macri mató cualquier expectativa cuando dijo que en la agenda argentina lo primero era fortalecer el Mercosur, y Obama, a su turno, dijo que era el comienzo de las conversaciones para ampliar intercambios.
Sin mucho que mostrar, entonces hay que mirar lo simbólico. El último presidente estadounidense que vino al país fue George Bush en 2005 a la cumbre de las Américas en Mar del Plata y se llevó el sabor amargo de la negativa cerrada del Cono Sur a su proyecto de Area de Libre Comercio (ALCA), por la resistencia de Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Lula.
“Macri me impresionó favorablemente. Se movió rápido para realizar reformas que generan crecimiento económico. Argentina está tomando su papel de líder en la región. Macri es un ejemplo para los países de la región”, decía Obama en su discurso.
Es claro el motivo de su visita y no sólo por la caricia a Macri, sino que es un mensaje para una región en la que los gobiernos que dominaron la escena política de América del Sur hoy atraviesan algunos interrogantes, como la crisis de Brasil o el revés electoral de Nicolás Maduro en Venezuela o la derrota en el referéndum por la reelección de Evo Morales.
Todos coinciden en que se habló de cambio climático, de energías limpias, de transparencia y de derechos humanos. Más aún, uno de los motivos explícitos de la visita era la desclasificación de archivos secretos de la dictadura argentina en poder de los Estados Unidos y en la agenda de hoy está prevista la participación de Obama en el acto en el Parque de la Memoria de la Costanera porteña.
“Quiero reivindicar el compromiso por los derechos humanos. Reconocemos los esfuerzos históricos, el coraje y el heroísmo de aquellas personas que se opusieron a las violaciones de los derechos humanos. No es sólo un gesto simbólico, por eso voy a hacer el esfuerzo de abrir archivos militares y de inteligencia por primera vez en la historia”, decía Obama.
Los derechos humanos fueron una bandera del kirchnerismo, al punto de cooptar el espacio y hacerlo propio. Hoy un presidente del “imperio” y uno de la “derecha gorila” van a honrar la memoria de los desaparecidos; de una manera sutil queda un segundo mensaje de la visita, esta vez hacia la política vernácula.
Los beneficios de Barack
Está claro que el gran beneficiado por la visita de Barack Obama fue Mauricio Macri. Era un momento importante en su vida personal y política y así lo demostraba la tensión de su postura y su rostro, que contrastaba notablemente con lo descontracturado que se mostraba el huésped. Y así lo hizo notar el presidente Macri: en su discurso pronunció varias veces la palabra “gracias”.
Pero a Obama también le sirvió. El restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba era un proyecto personal del presidente norteamericano, había que terminarlo o al menos dejarlo encaminado; era menester que pisara suelo cubano y se sacara una foto en la plaza de la Revolución. Pero esa visita podía jugarle en contra al Partido Demócrata en sus chances electorales.
Llegar hasta Argentina, cuando un nuevo gobierno de otro signo político que llega al poder equilibra los tantos. Se trata de un país que parece haber dejado atrás al populismo.
Cuatro preguntas
No había margen para las preguntas. En la conferencia de prensa que dieron Obama y Macri en la Casa Rosada sólo se permitieron cuatro preguntas. Se acordó que hubiera una pregunta económica que se subdividió en dos y otra por el rol de los Estados Unidos en las dictaduras de los ‘70.
La económica referida a un eventual tratado de libre comercio quedó descartada cuando Macri dijo “primero fortalecer el Mercosur” y respecto de los fondos buitre Obama dijo que “el tema está en la Justicia, no quiero pronunciarme mucho más. El planteo constructivo de Macri abrió la posibilidad de que haya una solución para estabilizar la situación financiera”. La segunda era más compleja.
Obama ensayó: “No quiero hacer una lista de todas las actividades de los EEUU en los últimos 100 años. Sospecho que todos saben. Lo que sí es cierto es que en los años ‘70, el reconocimiento de los derechos humanos era tan importante como el hecho de luchar contra el comunismo”.
Contrabando de mate
Obama dijo ser un “big fan” de la cultura argentina. Contó que a través de nuestra literatura se despertó un deseo: “Tengo que viajar a Buenos Aires a probar mate. Por suerte ahora lo probé y me gustó bastante. Creo que me llevaré un poco a la Casa Blanca. No sé qué infracciones comerciales estaré cometiendo, pero por lo menos lo llevo al Air Force One”.
Hubo otro momento distendido. Se habló de la crisis en Brasil y de la madurez política e institucional de nuestro vecino. El tema derivó en la presencia de Obama en los Juegos Olímpicos de Río. El Presidente del Norte dijo que lamentaba no asistir; el del Sur replicó en inglés: “Yo sí voy a ir a Río, pero no voy a correr porque estoy fuera de forma”.