Barack Obama demostró su determinación de avanzar en el sensible tema de la regulación de las armas de fuego y nombró ayer al vicepresidente Joe Biden para comandar un grupo de trabajo que elabore propuestas después de la masacre registrada en una escuela primaria de Newtown (Connecticut, noreste).
Obama estaría dispuesto también a renovar regulaciones contra las armas de asalto tomadas por Bill Clinton en 1994, pero expiradas diez años después. Bajo la conmoción generada por la tragedia del viernes en la escuela Sandy Hook de Newtown, podría incluso intentar ir más allá.
En una intervención en la Casa Blanca cinco días después de la matanza en la que fueron asesinados 20 niños y seis adultos, Obama dijo que respalda el derecho de los ciudadanos a tener armas, pero sólo dentro de "límites responsables", y que el país tiene la "profunda obligación" de contener la violencia armada.
Obama llamó al Congreso a presentar un proyecto de ley al respecto en enero y dijo que "el hecho de que este problema sea complejo ya no puede ser una excusa para no hacer nada".
La designación de Joe Biden para liderar este grupo de trabajo es en todo caso la primera iniciativa concreta del gobierno en un intento por regular la venta de armas a civiles. Este grupo de trabajo debería considerar cómo la administración Obama regulará la venta de rifles de asalto y cargadores de alta capacidad. También se trabajará sobre las políticas relacionadas con la salud mental y la violencia en la cultura popular.
"Una ley de armas no va a resolver todos los problemas", reconoció Obama, para resaltar luego que "vamos a tener que examinar los problemas de salud mental, escuelas ... El grupo de trabajo tendrá en cuenta una serie de cuestiones". En una rápida reacción, la senadora demócrata por California, Dianne Feinstein, dijo que querían que el Congreso vuelva a imponer una ley para prohibir la venta de armas de asalto, una iniciativa que Barack Obama, recién elegido Personalidad del Año 2012 por la revista Time, "apoya activamente".
La ley adopta las líneas generales que rigieron en 1994 bajo la administración de Bill Clinton, pero que no fue renovada en 2004 por el mandatario republicano George W. Bush.
Sin duda, ese texto tenía varios defectos, sobre todo porque no era retroactivo y permitió a los propietarios de armas semiautomáticas conservarlas, pues solamente la fabricación y la venta de nuevas armas estaban prohibidas. También abarcaba a un número limitado de modelos. La lista de armas prohibidas a iniciativa de Feinstein incluiría fusiles y pistolas semiautomáticas, en tanto que los cargadores de más de 10 balas serán también prohibidos.
De todas maneras, las asociaciones consideraron que aquella ley permitió reducir las muertes con armas de fuego.
El texto que Feinstein presentará en la primera sesión del Congreso, el 3 de enero, solo implicará a las armas nuevas y excluirá más de 900 modelos utilizados para caza o deportes, trascendió.
Sin embargo, las posibilidades de aprobación de esta ley dependen del apoyo que le den muchos congresistas próximos a la poderosa Asociación Nacional del Rifle (ANR), incluyendo líderes republicanos de la Cámara de Representantes, sin los cuales no habría un acuerdo posible.
Proyectos de ley sobre armas no faltan (fueron presentados 10 en dos años), pero están regularmente enterrado en la comisión.
El demócrata Harry Reid, hombre fuerte como líder de la mayoría del Senado que controla la agenda de la institución, había votado en contra de la renovación de la ley sobre armas de asalto en 2004. Sin ir más lejos, esta vez prometió apoyar un "debate para ver cómo cambiar las leyes".