Como es tradición, el tercer martes de enero el Presidente de EEUU ha presentado ante el Congreso el mensaje sobre el estado de la Unión. Esta presentación es un acto institucional de alta significación en la que el Presidente destaca los aspectos más relevantes de la situación del país y expone lo que serán los lineamientos políticos del año que se inicia. Lo expuesto en ese mensaje, por tratarse de la primera potencia del planeta, concierne tanto a los estadounidenses como al resto del mundo.
Este año el mensaje del Presidente Obama se da un contexto político muy particular. En las recientes elecciones de medio mandato, celebradas en noviembre, el Partido Republicano obtuvo un amplio triunfo sobre el Partido Demócrata del Presidente. Por lo tanto la oposición política controla ambas Cámaras del Congreso.
En consecuencia, las medidas propuestas por el oficialismo encontrarán severa resistencia en el Congreso y necesitarán de arduas negociaciones entre ambos partidos, habituales en aquel país.
Pero también el hecho de que la mayoría en el Congreso sea republicana y que el enfrentamiento político con el Ejecutivo ha sido muy fuerte en los últimos tiempos, explican un cierto tono desafiante usado por el Presidente. En definitiva el contexto político en el país del norte augura un proceso más que atractivo para quienes se interesan por el funcionamiento de una gran democracia republicana.
Hay un punto de partida del mensaje que sirve de base tanto para la política exterior como interna anunciada por Obama: se trata de la recuperación de la economía. “Nuestra economía está creciendo y creando empleos al ritmo más rápido desde 1999”. La crisis iniciada en 2008 ha concluido. Obviamente el Presidente atribuye este resultado al acierto de sus políticas.
En materia de política exterior cabe mencionar la reafirmación de la política de restablecimiento de relaciones con Cuba, iniciada semanas atrás y que por estos días ha dado lugar a la primera reunión entre representaciones de ambos países. Obama ha pedido al Congreso que comience a trabajar para poner fin al embargo, ya que es necesario una ley para ello.
Lo cierto es que el cambio en la política hacia Cuba implica un replanteo de la relación de EEUU con América Latina.
La política para combatir el terrorismo y al Estado Islámico ocupó un lugar central. Reiteró el pedido al Congreso que apruebe una resolución que dé base legal al uso de la fuerza contra el grupo yihadista en Siria e Irak, aunque se reservó el derecho de actuar unilateralmente, si es necesario. Obama trató de diferenciar esta intervención de otras del pasado destacando que el éxito depende de una combinación del poder militar con una diplomacia inteligente, construyendo amplias coaliciones.
Un punto muy importante fue la defensa de las negociaciones con Irán para que deje de lado su plan nuclear, advirtiendo al Congreso que si impone nuevas sanciones a ese país garantizará el fracaso de la diplomacia. Aseveró que si el Congreso adoptara esas medidas hará uso del derecho de veto.
Los anuncios de política interna se centraron en una modificación impositiva que aumente la carga tributaria a los más ricos del país y a las grandes entidades financieras y recortarlos a los sectores medios. El objetivo es que esos sectores tengan mejor acceso a la educación, reduciendo a cero el costo de acceso a los centros públicos de educación superior, siempre que se lo ganen con buenos resultados académicos.
También anunció medidas de reforma de la legislación laboral y social como licencias con sueldo por enfermedad, por maternidad y un subsidio a las familias con hijos en edad preescolar. Finalmente pidió al Congreso una reforma inmigratoria que confirme la tradición de Estado como “nación de leyes y nación de inmigrantes”.
