El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, defendió ayer las propuestas “de sentido común” para controlar la venta de armas de fuego, que comenzarán con la obligación de comprobar antecedentes de los compradores, la prohibición de vender armas de asalto e incrementar la cantidad de policías.
“La ley requiere que los vendedores de armas comprueben el pasado de los clientes, pero hasta un 40% de las ventas se realizan sin que se dé este paso”, señaló Obama durante su habitual programa radial semanal, refiriéndose a las propuestas que analizó junto a su vicepresidente, Joe Biden.
“Este comportamiento es poco inteligente, es arriesgado y es irresponsable de cara a los vendedores y a los clientes”, agregó el mandatario citado por la agencia de noticias Europa Press.
“Una aplastante mayoría de los estadounidenses coincide en que cualquiera que intente comprar un arma debe demostrar que no es un convicto. Es de sentido común”, agregó.
El presidente pidió al Congreso que restaure la prohibición de venta de armas de asalto militares y cargadores de gran capacidad.
“Armas con un sólo propósito: disparar balas lo más rápidamente posible. Estas armas no tienen cabida en nuestra comunidad”, declaro el presidente que se apresta a asumir su segundo mandato el lunes.
Por último, Obama solicitará al Congreso que “facilite” el trabajo de las fuerzas de seguridad y que permita el ingreso de nuevos agentes.
“En un momento en el que muchas comunidades se vieron obligadas a hacer recortes a las fuerzas policiales, lo que realmente necesitamos es dar trabajo a más agentes para que vuelvan a recorrer las calles”, pidió.
El presidente reconoció que “nada de esto será fácil” de aprobar, y pidió a los estadounidenses que se desvinculen de “los grupos de presión, de los violentos y de los políticos que califican cualquier intento de reformas como un ataque contra la libertad”. “No porque sea cierto, sino porque así consiguen más audiencia y más dinero, mientras entre bambalinas hacen todo lo posible para proteger el status quo”, se lamentó.
“Esta vez es nuestro turno”, declaró Obama, que recordó a Rachel, una niña de ocho años de Brooklyn que le escribió para pedirle que no se quedara de brazos cruzados tras la masacre de la escuela de Newtown, en Connecticut, en la que un joven usó un arma automática para acabar con las vidas de una veintena de niños. “Rachel cuenta con nosotros. Hagamos esto por ella”, concluyó.