Oasis: un barrio con fuertes cimientos de amistad entre los vecinos

Pertenece a Tupungato, y aunque el sitio es relativamente nuevo, sus pobladores destacan que la unión entre ellos ha posibilitado importantes mejoras. Ahora reclaman el asfaltado de las calles.

Oasis: un barrio con fuertes cimientos de amistad entre los vecinos
Oasis: un barrio con fuertes cimientos de amistad entre los vecinos

Le pusieron el nombre Oasis porque soñaban con construir juntos un lugar verde, fresco y tranquilo para vivir; en medio de una zona de Tupungato que hasta hace ocho años no era más que desierto.

Sin embargo, lo que convierte hoy a este barrio en un verdadero oasis no es sólo lo paisajístico sino el afecto que se tienen los vecinos y la buena onda que invierten en la convivencia y que cualquier ajeno respira en sus calles y veredas.

Será porque son todos "laburantes" -como ellos se describen- o porque todo lo consiguieron a base de sacrificio o porque han aprendido a respetarse en las coincidencias y particularidades que los habitantes del Oasis se muestran como una gran familia. De esta manera encaran desde la organización de periódicas "comilonas" hasta la contención de quien "no la está pasando muy bien".

Aunque se encuentra a unas cuadras del centro tupungatino y está inserto en su dinámica, este complejo de 22 casas pertenece al distrito de Villa Bastías, ya que el contiguo callejón Amín marca el límite distrital. El Oasis forma parte del proceso de desarrollo habitacional que este departamento valletano está experimentando hacia el extremo norte de su geografía.

Las familias recuerdan el sencillo acto inaugural que se improvisó una mañana de enero de 2008 en la esquina central del barrio y que terminó con un gran asado de inicio de convivencia. Funcionarios municipales de Vivienda entregaron las llaves y "una pequeña biblioteca con libros", acotan.

"Todos estábamos ansiosos por mudarnos a nuestras casas. Algunos alquilaban, otros estaban en sitios prestados...", comenta Adriana Tomassetti, una de las vecinas más proactivas. Tanto es así, que ese día había un camión cargado con la mudanza de una de las familias esperando que terminara el protocolo para ocupar su nuevo hogar.

Éste es un barrio relativamente nuevo de Tupungato. Uno de los pocos que surgieron en una época en que los reclamos habitacionales solían caer en 'saco roto'. La evolución en este sentido salta a la vista. Cuando se construyó el Oasis, se erigía sólo en esta enorme porción de tierra, que se ubica en la zona conocida como Belgrano Norte. Hoy están rodeados de nuevas viviendas y complejos construidos o a medio construir.

"Eran tiempos en que era difícil acceder a una casa. Nosotros queríamos sumarnos a otras uniones vecinales porque éramos pocos, pero no nos aceptaban. Al final, el número nos benefició", relata Arturo de la Reta. Sucede que al ser un grupo pequeño de familias se pusieron enseguida de acuerdo, pelearon codo a codo por conseguir un terreno y, tras dos años de reuniones, estrenaron casa propia.

Con préstamos y ahorros 
"Teníamos dos terrenos en vista, pero elegimos éste porque era más accesible y contaba con todos los servicios", relata Carina Isuani. A fuerza de préstamos y estrictos ahorros familiares, las parejas lograron comprar el terreno, donde tiempo atrás se extendía un manzanar de la firma Panocchia.

"El hecho de que algunos adjudicatarios trabajaran en la comuna, ayudó a seguir de cerca cada trámite", coinciden los vecinos y destacan la gestión de Jorge 'Coco' Hurtado. Ahora tienen una unión vecinal activa y comandada por Gustavo González, que pelea por las necesidades que van surgiendo. Entre ellas, están en plena tarea de proponer nombres a sus calles (uno ya lo tienen decidido y es en homenaje a la Virgen de Guadalupe).

La comuna ha incluido estas arterias del barrio en un plan de asfalto más amplio y los vecinos aplauden la decisión. Sin embargo, ahora quieren pedir algún elemento que permita frenar a los vehículos que toman gran velocidad.

Si hay algo que caracteriza a la gente del Oasis -además de su compañerismo- es la gran presencia de niños. Son mayoría los matrimonios jóvenes y sus calles son diariamente 'tomadas' por cerca de cuarenta niños, que circulan en triciclos, karting, bicicletas, etc. Si hasta el zanjón que se extiende por el callejón Amín se convierte en islas de piratas y refugios de indios inventados.

"Acá somos todos conocidos, buenos vecinos y amamos nuestro lugar", define Norma Sáez. Lorena Aveiro suma que se protegen entre todos. Es la mejor forma de que haya seguridad. La mayoría amplió y "hermoseó" sus viviendas originales apenas se las entregaron, tanto que ya no quedan vestigios de los formatos iniciales.

Reunidos y divertidos

Roberto Arriagada es considerado el "vecino más macho" y tal honor le viene de organizar juntadas en las que van compartiendo la vida. El hombre tiene un lavadero en el barrio, que suele funcionar como punto de reunión y no sólo de grandes, pues los niños se congregan allí para reparar sus pequeños vehículos o para que 'don Roberto' les infle las ruedas de la bicicleta o las pelotas de fútbol.

"Nos estamos debiendo unos pollitos al disco", acota el hombre y el resto asiente confiado en que él organizará. Aunque los tiempos apremian, los hombres del barrio tratan de no perder la costumbre del asado una vez al mes. Allí se entregan al truco, el metegol o simplemente la charla.

Con actividades para toda la familia, chocolate y pelotero celebran el Día del Niño, el Fin de Año, el Día de Reyes Magos y hasta hay vecinos asignados para la tarea de Papá Noel. "Ahora el desafío es festejar el Día de la Mujer", apunta Liliana Arriagada.

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