Por Luis Abrego - labrego@losandes.com.ar
Como veteranos bailarines de una pista que conocen en exceso, Cristina Fernández y Julio Cobos han vuelto a quedar en el centro de la escena del agitado clima electoral provincial. El tango fatal que ambos ejecutan desde hace tiempo vuelve a los sigilosos movimientos que disimulan la desesperación de los que piden refuerzos o auxilio.
El PJ, para retener la provincia, tras el tropezón de abril; la UCR, para asegurarse también un triunfo contundente en el siguiente turno: las legislativas que, en coincidencia con las presidenciales, se jugarán en agosto y octubre.
Es que el justicialismo, después de pataleos y amagues, volvió a atar su suerte al mágico dedo presidencial. Ese del cual despotricaron hace un par de años, y al que incluso desafiaron hace unos meses, pero que luego de los resultados de las PASO, necesitan imperiosamente.
Por conveniencia y urgencia, el candidato oficialista, Adolfo Bermejo, debió salir en misión diplomática a recomponer filas tras la derrota de abril. Previo a algunos encuentros con el delegado cristinista, Guillermo Carmona, la Casa Rosada fue el principal destino de la negociación.
Así, el PJ mendocino bajó sus banderas autonómicas de sciolismo expreso y pagó muy cara la renovación de la franquicia kirchnerista que sólo le asegura tranquilidad y cobertura hacia el fin de la gestión, pero de ninguna manera, un éxito en las urnas.
A cambio del arrepentimiento y la sumisión, el kirchenrismo se llevó la senaduría nacional para la camporista Anabel Fernández Sagasti (“nos la tuvimos que fumar...” dice un dirigente justicialista de primera línea) al tope de la boleta. Por su parte, la salida de Francisco Pérez de la lista de diputados nacionales no hizo –en todo caso- más que seguir con una tradición de entregas que el mismo PJ ya había inaugurado hace cuatro años cuando tampoco le permitió a Celso Jaque integrar una boleta nacional al término de su mandato.
Por más que en Mendoza hablen de que esa negociación fue “un empate”, queda claro que el ganador, por imperio de la imposición, fue el sector de Unidos y Organizados que con un 11% tras la última interna se asegurará los dos lugares que arriesga (Fernández Sagasti y Carmona). Mientras que el núcleo mayoritario que integran La Corriente, los Azules y el paquismo (24%) deberá conformarse con apenas haber impedido que Rubén Miranda quedara afuera de todo.
A los hermanos Félix les cobraron aquí su prescindencia en el armado provincial de febrero. Omar deberá esforzarse para lograr una banca en Senadores como segundo de la joven estrella camporista.
Sólo cuando este acuerdo leonino cuajó, la Casa Rosada accedió a que Cristina llegue este miércoles a Mendoza para decirle a los mendocinos que el mejor candidato a gobernador es Bermejo. No importará que a Carmona en las PASO le hayan enviado cinco ministros nacionales para respaldarlo (“Al Adolfo no le mandaron ni el cafetero del Senado...” se queja con sorna uno de los hombres cercanos al maipucino).
El gobierno de Pérez cree que la visita presidencial podrá mover la aguja y sumar en la balanza de los votos que el PJ necesita revertir para ganarle el 21 de junio a Alfredo Cornejo. Pese a la primereada de Mauricio Macri, se especula que habrá anuncios respecto de Los Blancos, que incluirían algún tipo de participación que funcione como plan de salvataje para Pescarmona, pero también novedades respecto de beneficios para la vitivinicultura, en especial, referidos a la retenciones. Hoy habrá una reunión de gabinete en la cual se afinará la agenda presidencial, se definirá el lugar y también se darán detalles de la visita. Ayer se confirmó que el 3 al mediodía Cristina estará en el hospital Metraux, de Fray Luis Beltrán, lo que es también un triunfo para Bermejo que logró que la Presidenta recalara finalmente en su pago chico.
Por estos días, en el justicialismo nadie recuerda aquella feroz autocrítica del ahora caído en desgracia Alejandro Abraham, cuando aseguró que el cierre de 2011, cuando la Casa Rosada tuvo opinión preponderante e impuso por primera vez a La Cámpora en las listas del oficialismo, fue un grave error. Ahora, impulsado por el peligro que podría significar perder la provincia, el peronismo tropieza con la misma piedra, sólo que esta vez lo hace ante un gobierno nacional en retirada aunque sus gestos y sus acciones pretendan ser de perpetuación.
Cleto, el gran elector. En la oposición, las cosas están más claras, pero no por eso menos tranquilas. La irrupción de Cobos en la discusión por las listas nacionales trajo alivio, pero también (y paradójicamente) inquietud. El actual diputado nacional y ex vicepresidente, está decidido a encabezar la boleta de senadores nacionales que debe estar definida un día antes de la elección de gobernador para ir luego a elecciones nacionales. Pero fiel a su estilo, a veces indescifrable, pone condiciones.
Si la presencia de Cobos tranquilizó a la dirigencia provincial y nacional que reconoce su poder electoral, su pretensión de ampliar aún más la base de sustentación política de lo que hoy es Cambia de Mendoza, aún genera ruido. Es que Cobos aspira a que las listas de diputados y senadores que se acuerde en Mendoza no sólo adhieran a las candidaturas presidenciales de Ernesto Sanz, Mauricio Macri y Elisa Carrió como decidió la Convención radical en Gualeguaychú, sino que también suscriba a las aspiraciones de Sergio Massa y Margarita Stolbizer.
El propio Cobos dice que eso es factible por la libertad de acción que la Convención dio a los armados provinciales, pero hay quienes dicen que eso es imposible, porque supuestamente viola lo que ordenó el máximo órgano partidario sobre conformar una PASO con el Pro y la Coalición Cívica.
Por lo pronto, Cobos desafía desde la tranquilidad que le da su imagen pública: y hasta redobla la apuesta. Quiere que al menos los tres cargos que renueva la UCR en esta ocasión (un diputado, Enrique Vaquié y dos senadores, Laura Montero y Sanz) sean para dirigentes de la UCR. Con esto, la pretensión de Macri de que la empresaria vitivinícola Susana Balbo encabece o acompañe en Senadores podría diluirse, y lo más probable es que termine anotada en la lista de Diputados. El problema es el PD, que también renueva un cargo (el del diputado Roberto Pradines) y aspira a mantenerlo.
De cualquier manera, si por la razón que fuera, alguna de estas variables hicieran fracasar un acuerdo, Cobos (y también la UCR) están dispuestos a dirimir las diferencias en las PASO. Pero lo que no aceptará es que un pacto Macri-Sanz termine limitando las posibilidades del partido en un distrito más que favorable a los radicales.
Inoxidable, Cobos busca recuperar algo del brillo perdido tras su abrupta deserción en la carrera presidencial. Lo seduce la posibilidad de llegar a una cámara como el Senado en la que por ser la representante de las provincias, los ex gobernadores se lucen de mejor manera que en el amontonamiento que significa Diputados.
Además, sabe que su sola presencia electoral intranquiliza al peronismo, al que venció en 2009 con el eslogan de “la gente de Cobos”, pero también en 2013 cuando él mismo lideró la boleta que lo depositó en el Parlamento. De hecho, el desdoblamiento provincial de este año se explica en el temor que en los intendentes peronistas significaba enfrentar una boleta que lo llevara como candidato presidencial.
Después de mucho tiempo, Cristina Fernández y Julio Cobos vuelven a pulsear en Mendoza. Haber compartido una fórmula presidencial exitosa y haber terminado como el peor de los matrimonios, no los dejó –al menos en esta provincia- lejos de la tutela y el fervor de los que los siguen.