Nuevos ámbitos, nuevas estrategias - Por José Luis Toso

Cornejo se puso un objetivo antes de asumir en 2015 y lo logró: dejará su gestión con un alto apoyo social.

Nuevos ámbitos, nuevas estrategias - Por José Luis Toso
Nuevos ámbitos, nuevas estrategias - Por José Luis Toso

Las estrategias de Cornejo no paran. Se mantuvo durante gran parte del año de campaña en campaña para lograr que su gestión se viera reflejada en las urnas. Y lo logró, especialmente, con el resultado del 29 de setiembre, cuando Suárez fue electo como su sucesor en base a la evaluación del gobierno de Cornejo que hizo mayoritariamente la gente.

Luego el Gobernador se propuso reflotar la figura de Macri en Mendoza y se dio el gusto de que el nuestro fuese uno de los distritos electorales en los que el Presidente ganó. El 11 de agosto, en las PASO nacionales, tanto su lista de candidatos a diputados nacionales como Macri habían perdido, aunque por mucho menos que en el global nacional. Por eso el domingo pasado Cornejo también tuvo revancha y logró que los mendocinos en un mes trasladaran el voto de la elección provincial a la nacional.

Ahora llega el tiempo de desenvolverse en el Congreso Nacional. Es un ámbito  que nunca sedujo plenamente a Cornejo. El mismo admitió públicamente más de una vez que prefiere los cargos en el Ejecutivo. Es un profesional de la política, sin ninguna duda, pero sus “roscas” no necesariamente necesitan de las bancas legislativas. Sin embargo, en el nuevo tiempo institucional que se avecina posiblemente el espacio parlamentario le sirva al mendocino de plataforma para encarar la nueva etapa de su proyecto político, la de la consolidación nacional.

Esa pública preferencia por cargos políticos no legislativos hizo que en los últimos dos años mucho se especulara con el destino de Cornejo. En Cambiemos se hablaba de la posibilidad de que fuera candidato a vicepresidente de Macri o de quien hubiese tenido esa postulación si prosperaba otra alternativa (Vidal, por ejemplo). Además, cuando muchos veían aún muy factible la reelección de Macri, estaban los que lo ubicaban como un eventual colaborador a cargo de algún ministerio o de la misma Jefatura de Gabinete.

Pero los hechos y las encuestas confiables, que valora y poco comparte, le fueron mostrando al actual gobernador que las posibilidades electorales nacionales se reducían y que para seguir en carrera después del 10 de diciembre no había que desechar la posibilidad de volver a la Cámara de Diputados, cuerpo que ya integró entre 2005 y 2007, en tiempos de la gobernación de Julio Cobos, cuando comenzó a gestarse la efímera transversalidad con la que Néstor Kirchner sedujo a parte del radicalismo.

La llegada del mendocino a Diputados y su esperado intento de proyección despiertan expectativa en casi todos los sectores partidarios que conforman Juntos por el Cambio. Las diferencias que existen en el Pro con esa especie de mesa chica porteña que acaparó gran parte de la toma de decisiones en los cuatro años de gobierno macrista y que, según las especulaciones actuales, pretendería seguir influyendo en los distintos ámbitos de la coalición opositora desde diciembre, lleva a que un buen número de legisladores y dirigentes de esa corriente tengan sus fichas listas para apostar por Cornejo como referente en los tiempos políticos que llegan.

Pero lo observan. Lo que haga o pueda hacer es mirado atentamente. Esperan muchos dirigentes del Pro, especialmente del ámbito bonaerense, que el líder mendocino demuestre que es capaz de replicar en el ámbito nacional el modelo de consolidación de poder que lo distinguió en estos últimos años en Mendoza nucleando a un amplio abanico partidario. La idea incluye el armado de un espacio amplio que exceda al radicalismo, si finalmente Cornejo sortea los desafíos internos en su partido y retiene la conducción nacional del mismo. Esa ampliación de la base de sustentación de la coalición es lo que pretendieron sin éxito muchos dirigentes “macristas” que hoy intentan digerir con alguna bronca la derrota. No obstante, nadie niega que Macri mostró que cuenta con  una parte importante de la nueva oposición. Las marchas previas a la reciente elección y el porcentaje obtenido el domingo pasado lo mantienen vivo como referente.

Pero hay otras miradas. Muchos de los que en estos años vieron y criticaron un estilo de conducción político muy cerrado y limitado prácticamente a las directivas de una suerte de mesa extremadamente chica, son los que ahora abren el paraguas. Se dice insistentemente que el vínculo de esa suerte de territoriales con el eje Macri-Vidal-Peña está virtualmente cortado. No tanto con Horacio Rodríguez Larreta, que en estas elecciones ratificó con el respaldo de los votos que hace méritos para anotarse como una posibilidad hacia adelante en el complejo tablero del ex Cambiemos.

Cornejo y otros referentes de la UCR coinciden en que la unidad del principal gran espacio opositor al Frente de Todos debe arrancar con la consolidación del propio partido. Esto pese a posturas minoritarias, pero insistentes, que siempre plantean diferencias ideológicas que ellos consideran que el centenario partido debería defender y mantener.

Y ahí llega el gran desafío que el mendocino deberá enfrentar según la mirada de quienes lo esperan ansiosos para ver qué propuesta de armado político es capaz de ofrecer. Ante la posibilidad cierta de retener el mando en la UCR nacional, Cornejo tiene pretensiones con el bloque de Juntos por el Cambio en Diputados. Es donde se presenta otra pulseada atractiva; choca con las aspiraciones de Mario Negri de seguir al frente del espacio, en parte por su cercanía al núcleo duro del macrismo y también por provenir de una provincia, Córdoba, que consolidó el apoyo al proyecto de Macri y que mucho aportó a la remontada que hizo que el Presidente no padeciera como en las PASO del 11 de agosto.

A no dudarlo, el resultado que obtuvo recientemente la fórmula encabezada por Macri de algún modo posterga expectativas en el radicalismo en lo que se refiere a protagonismo desde la vereda opositora. El Presidente dijo claramente que como supuesto líder de la nueva oposición será fiel defensor del voto obtenido, lo que se debería traducir como hacerse responsable de que sus legisladores sean celosos observadores de la calidad institucional que llegue a partir de la asunción del nuevo gobierno. En cambio, Cornejo y la mayoría de los radicales, independientemente de la pulseada por los cargos de mando partidario y de bloques, prefieren una conducción más horizontal y tendiente a negociar con las huestes de Alberto Fernández en temas que merezcan consenso, siempre y cuando las opciones populistas no se constituyan en un recurso frecuente de la futura administración nacional.

Está claro que la organización de la oposición es la otra parte de la transición hacia el 10 de diciembre. En ese juego está inmerso Alfredo Cornejo. Una movida para nada despreciable porque las urnas dejaron a Juntos por el Cambio como responsable de una paridad de fuerzas y equilibrio institucional trascendentes. Todo lo opuesto al rol de oficialismo con minoría parlamentaria obligada a esfuerzos para lograr acuerdos que se despide en muy pocos días.

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