El municipio de Luján de Cuyo concretó un proyecto urbanístico y social de trascendencia para el departamento y el Gran Mendoza. Ha conseguido, después de muchos años, la erradicación del Bajo Luján, que se continuará con la construcción de un parque urbano en la margen izquierda del río Mendoza.
La reubicación de los residentes del lugar -más de 750 familias- merece ser consideradas como realización de transformación. Siempre se supo que esos terrenos, pegados al principal curso de agua de la zona Norte de Mendoza, exhibían una baja seguridad hidráulica y se encontraban privados de servicios elementales, y no obstante ofrecían techo a los pobladores que buscaron cobijo en el lugar, pero a costa de grandes sacrificios.
Asimismo, el Bajo, o lo que es igual, los grupos familiares que vivieron allí tuvieron que soportar en muchas épocas la convivencia con elementos de escasa o nula integración, más afectos al delito que al trabajo y la solidaridad, situación que estigmatizó a los buenos vecinos que vivían en ese sector de la ciudad de Luján de Cuyo. Si alguien buscaba trabajo, el hecho de residir en las tierras que enfrentan al Luján Sport Club era condición negativa para obtener el empleo.
Sin embargo, no podemos negar que por la imperiosa necesidad de un techo, esas villas fueron soluciones habitacionales autoconstruidas por familias emprendedoras, cobijos en los que han pasado más de una generación en algunos casos.
Por contrapartida a esa condición de lugar “con problemas” que debió sobrellevar el espacio, el área soportó grandes frustraciones con el devenir de los años, ya que su antigüedad data de los años sesenta.
El proceso consistió en la reubicación de más de 750 familias, que ya han sido llevadas a distintos barrios construidos en su mayoría en los distritos al Sur de Luján, erradicación que aún no se completa, pero que está en su fase final, y que tuvo comienzo en julio de 2007, cuando se mudaron a su nuevo hogar sobre la ruta 15 en Agrelo, las primeras 75 familias del Bajo de Luján de Cuyo.
Resaltamos entonces que este procedimiento de ir llevando a los diferentes grupos a nuevas radicaciones tuvo como objetivo principal promover la dignidad humana. Esto se logró a través de la integración social a la trama urbana departamental, de las personas que vivían en el histórico asentamiento, que comenzó a poblarse al promediar la década del sesenta.
Es lo mismo que expresaron alguna vez los dueños de tres hectáreas de una totalidad mucho más grande, integrantes de la familia Pagés Larraya, quienes permitieron habitar en sus parcelas a muchos vecinos, teniendo en cuenta su pobreza y la carencia digna de un techo para ellos.
El resumen es que fueron relocalizadas, en 12 barrios diferentes, más de 3 mil personas comprendidas en 750 familias. Las superficies cubiertas de las viviendas entregadas van desde los 50 a los 100 m2, arrojando un total de 46.157 m2 cubiertos.
Lo que viene ahora es construir el llamado “Parque Urbano del Bajo– Ribera Luján de Cuyo”, de 354 hectáreas, divididas en 10 zonas y con tres cruces al río, como lo señalan las placas allí colocadas.
Comienza entonces un nuevo desafío: habilitar un espacio verde con acceso a la costa del río en una superficie muy generosa que permitirá no solo plantar césped y árboles sino también disponer de un circuito de ciclovías y crear una sede de Luján Playa, como las que existen en la ruta 82 y en El Carrizal, que completan las instalaciones prometidas para el esparcimiento de los habitantes de la zona y los visitantes. Todo contenido en una zona diagramada dentro de los siguientes límites: calle Lamadrid (al Norte), Bella Vista (al Sur), el Dique Cipolletti (al Oeste) y la calle Terrada ( al Este).
Habrá que evitar, aunque las circunstancias son totalmente distintas, la penosa experiencia de lo ocurrido en lo que alguna vez se llamó parque costero, en la franja comprendida entre la cancha de Luján y la ribera del río, al Oeste de la ruta 15, que era un lugar tradicional para la reunión de muchos grupos familiares, que en pocos años fue destruido por vándalos y delincuentes. Esto ocurrió al inicio de la década de 2000.
La gestión municipal no ha hecho otra cosa que materializar una de las demandas históricas fundamentales del departamento: atender la precariedad extrema, el alto nivel de vulnerabilidad social y el riesgo ambiental existente en la zona conocida como el “Bajo de Luján”, y lanzarse a reconvertir dicho sector en un ámbito de recreación, que promete verde, juegos y equipamiento para los usuarios.