¿Cuántas veces hemos escuchado de nuestros mayores la queja de ver borroso, con neblina, o desenfocado? Otras tantas seguramente nos dijeron, “fui al oculista y me dijo que tengo cataratas y tengo que operarme si quiero ver mejor”.
Una catarata ocurre cuando el cristalino (el “lente” del ojo) se nubla, afectando la visión y es la principal causa de discapacidad visual en el mundo a pesar de ser tratable. Esto ocurre principalmente en los países en vías de desarrollo donde muchas personas no tienen acceso al tratamiento quirúrgico que se realiza para solucionar este problema.
El cristalino debe ser transparente para que la luz pase a través de él enfocando las imágenes en la retina la cual las convierte en señales nerviosas que se envían al cerebro para finalmente ver.
Si el cristalino está nublado por una catarata la imagen que se ve será borrosa. Cada año, más de 20 millones de pacientes con cataratas de todas las edades se operan en el mundo. A través de dicha cirugía se extrae el lente opacificado (con catarata), reemplazándolo por un lente intraocular artificial transparente que les permite mantener el foco. A pesar del éxito clínico de los lentes intraoculares, el procedimiento no está exento de riesgos y posibles complicaciones.
La mayoría de las cataratas están relacionadas con el envejecimiento, aunque existen las cataratas infantiles congénitas que se desarrollan durante la gestación del bebé.
Una investigación recientemente publicada en la revista Nature, realizada por científicos de la Universidad de California y Harvard en conjunto a la Universidad de Sun Yat-sen en China presenta una nueva cirugía mínimamente invasiva para tratar las cataratas congénitas infantiles.
Esta nueva técnica modifica el tamaño y lugar de la incisión de la cirugía preservando la integridad de las llamadas células epiteliales progenitoras del cristalino - células que tienen la capacidad de multiplicarse y transformarse en tejido actuando en la regeneración o reparación del organismo-, lo que permitiría eventualmente la regeneración natural del cristalino extraído sin introducir en el ojo ningún tejido o material extraño a él.
La nueva técnica fue probada en conejos, macacos y posteriormente en 12 infantes humanos con cataratas congénitas, en los cuales la recuperación de la visión fue incluso superior que los que recibieron una cirugía convencional. El estudio además mostró que el cristalino se regeneró (en monos macacos) en un término de 5 meses posterior al procedimiento.
Este tipo de estudios abre una puerta hacia tratamientos regenerativos que podrían en el futuro reemplazar a la tradicional cirugía de catarata.
De todas formas en la actualidad todavía no está claro que esta técnica beneficie a adultos mayores con cataratas relacionadas al envejecimiento en quienes las técnicas quirúrgicas actuales se realizan con una alta tasa de éxito, pero sí abre una amplia línea de investigación a nuevas terapéuticas futuras basadas en regeneración de órganos y tejidos.
*Dra. Betty G. Arteaga - Médica Oftalmóloga - MN 112149 MP 332301- betty.arteaga@hospitalitaliano.org.ar - Servicio de Oftalmología - HIBA