Un nuevo ataque suicida múltiple sacudió a Siria por segundo día consecutivo. En un audaz atentado contra los cuarteles de los servicios de seguridad de la ciudad de Homs, un grupo de seis kamikazes mató a 42 personas, entre ellas, al jefe de la Inteligencia Militar, Hassan Daabul.
El islamista Frente Fateh al Sham, la antigua rama de Al Qaeda en Siria, reivindicó el hecho. Daabul era cercano al presidente Bashar al Assad, y una autoridad de la Inteligencia del país.
La embestida estaba dirigida puntualmente a las sedes de la Seguridad del Estado y de la inteligencia militar, ubicada en dos barrios -Al Guta y Al Mahata- del centro de Homs, la tercera ciudad de Siria.
Homs se encuentra entre Damasco y Alepo y está en manos del Gobierno, cuyas tropas asedian y atacan el barrio de Al Waer, el único aún en poder de los rebeldes.
“Estos ataques son los más temerarios cometidos en Homs”, aseguró el director del OSDH, Rami Abdel Rahman. “Hubo disparos contra los guardias y, luego, los kamikazes, que eran al menos seis, hicieron explotar las cargas que llevaban adheridas al cuerpo, uno tras otro”.
El segundo mayor grupo yihadista por detrás del Estado Islámico (EI) y, hasta principios de año, el principal aliado de los rebeldes que buscan derribar al presidente Al Assad, el Frente Fateh al Sham está considerado como una “organización terrorista” por la ONU.
Se hacía llamar Frente al Nusra, pero cambió de nombre al renunciar a su vínculo con Al Qaeda. En los últimos meses, el EI y Fateh al Sham reivindicaron atentados en distintas partes del país.
El viernes pasado, el EI asumió la autoría de un ataque en la localidad de Al Bab, no muy lejos de Alepo, que finalmente terminó con la vida de 77 personas.
