Nuevas turbulencias internas y externas - Por Rodolfo Cavagnaro

Nuevas turbulencias internas y externas -	Por Rodolfo Cavagnaro
Nuevas turbulencias internas y externas - Por Rodolfo Cavagnaro

El año 2018 se ha transformado para el gobierno como el de la “tormenta perfecta”, que como toda tormenta suele tener varios episodios y nunca puede decirse  que ya terminó porque siempre aparece algún elemento que la hacer recrudecer.

Como decían los criollos, es necesario que cambie el viento y venga del sur para tener certezas. Hoy el viento viene del norte y del este, por lo que no hay que guardar paraguas ni dormir afuera.

Después de las turbulencias del mercado norteamericano, que generó una fuga de capitales desde los mercados emergentes hacia EEUU y la consiguiente revaluación del dólar y la devaluación de las monedas nacionales en toda la región, Argentina sufrió fuerte porque había apostado a un mecanismo gradual para salir del déficit, el cual financiaba con colocaciones de deuda en los mercado internacionales.

Esta fuga de capitales dejó al descubierto la fragilidad del sistema de atraer capitales con altas tasas de interés que, además, cuando llegaban, planchaban el precio del dólar que se atrasaba contra la inflación.

Esos capitales permitían, en forma transitoria, absorber algo de la liquidez excedente, pero nunca consiguieron frenar la inflación.

Al producirse la fuga de capitales se comenzaron a sincerar las variables. El dólar pegó un brusco salto y casi toca los $ 30 y quedó estabilizado en torno a los $ 28.

Con eso, registró un crecimiento del 48% en seis meses, mientras que la inflación se desató, ayudada por los aumentos de tarifas y de los combustibles y acumuló 16% en seis meses.

Este proceso generó cambios en el Banco Central y la convicción del Presidente de que había que acelerar el gradualismo, empujado por los compromisos asumidos con el FMI.

Así, hubo cambios, se anunció un canje de Lebac, para solucionar el problema latente que generan, y este proceso trajo cierta tranquilidad en todos los mercados, a tal punto que el dólar estuvo cotizando varía semanas debajo de los $28.

La tormenta externa

La tranquilidad la comenzó a complicar el presidente norteamericano Donald Trump, empeñado en una pelea con China, a la cual le ha declarado una guerra comercial, que ha sido respondida por los asiáticos y ya hay casi 50.000 productos involucrados, de uno y otro lado, que han sido castigados con subas de aranceles.

Este conflicto, sumado a otro surgido entre Europa y Rusia, volvió a generar temores, a producir nuevas fugas de capitales de los países emergentes hacia EEUU y con ello una nueva suba del dólar y caída del valor de las monedas de la región.

También se generan impactos por alteración de las cosechas como producto de elevadas temperaturas y grandes sequías en el hemisferio Norte, que contribuyó a presionar el precio de los granos de la cosecha fina, como el trigo.

En el resto de las materias primas, el dólar alto influyó en la baja de algunos precios, como en la soja, también influenciada por la guerra comercial entre EEUU y China.

Todo este panorama ayudó a que el dólar, que se había quedado un poco retrasado, volviera a tomar ritmo y ayudar a la estrategia del gobierno que quiere el valor de la divisa norteamericana se vaya actualizando con la inflación para que no atrase y no se pierda la ventaja competitiva conseguida.

La tormenta interna

Todas decisiones que tomó el gobierno, junto con la política de tasas altas que se mantienen, más el impacto que la suba del dólar y la inflación generaron en el poder adquisitivo de los salarios, han generado una caída generalizada del nivel de actividad económica. El segundo trimestre resultó recesivo y de la misma manera se proyecta el tercero.

Pero en el medio de este panorama aparecieron los famosos cuadernos descriptivos de la ruta de la corrupción y esto ha generado una tormenta política pero la misma ha desatado una tormenta en el mundo empresarial, que se trasladará a la economía y pueden hacer, si no se soluciona rápido, que la recesión sea más larga de lo previsto.

La primera reacción se vio en el mercado de valores. Las empresas que aparecieron vinculadas con sospechas de haber participado en actividades vinculadas con la corrupción vieron caer muy fuerte el valor de sus activos. La más notoria es la caída de empresas del grupo Techint, que bajaron caso un 10% en varias jornadas.

Casi todas las empresas constructoras vinculadas a la obra pública han caído bajo sospecha, aunque algunas no hayan sido alcanzadas por las anotaciones en los cuadernos y esto hace que muchos financistas, especialmente fondos de inversión, hayan tomado la decisión de dejar sus posiciones y dejar de financiarlas porque no pueden tener activos de empresas sospechadas de corrupción.

Algunas empresas, con posiciones muy sólidas, podrán sortear la situación, pero otras estarán complicadas. En el mercado, esta semana, se rumoreaba la posibilidad de que algunas pudieran caer en default, y esto aceleró la salida de inversores de acciones y títulos de empresas argentinas, pero también sufrieron los bonos soberanos, haciendo subir el riesgo país a niveles récord.

La combinación de ambas tormentas generó esta semana una fuerte recuperación de la demanda "por cobertura", eufemismo que se usa para designar operaciones que se hace para cubrirse en casos de confusión que causan temor en los inversores.

El Banco Central y el Tesoro ya habían diseñado una estrategia para reactivar el mercado cambiario con el objetivo de que no se atrase la paridad, y para eso comenzó el lunes a disminuir la cantidad de dólar que se ofrecen al mercado, bajando de 100 millones a 50  millones de dólares diarios.

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