Nuevas familias: en búsqueda de la maternidad postergada

Mujeres solas que superan los 35 años son las que más demandan tratamientos de fertilidad, así como parejas de mujeres. La ley las ampara, pero el sueño del hijo propio no siempre se cumple.

Nuevas familias: en búsqueda de la maternidad postergada

Los nuevos modelos de familia empujan la demanda de tratamientos de fertilidad. Los cambios legislativos de los últimos años, junto a los que se produjeron en el imaginario social, dieron aval a los deseos de muchos de tener un hijo propio en sus brazos.

Ahora también mujeres solteras, o parejas de mujeres, están requiriendo tratamientos de fertilidad, amparadas en la posibilidad de acceder a la cobertura obligatoria por parte de las obras sociales que determina la ley de Reproducción Asistida.

Natalia (37) es una de las mujeres que decidió cumplir su sueño y está a punto de hacerlo realidad, ya que se encuentra en medio del tratamiento. Estuvo casada y con su esposo compartían la idea de ser padres; sin embargo, no pudieron concretarlo antes de separarse.

“Es un proyecto que queda pendiente: las ganas de ser mamá. Por eso inicié nuevamente los estudios en los que apareció que queda poca reserva de óvulos”, relata. El tiempo biológico apremia a la mayoría de las mujeres solteras que, como ella, llegan a esta instancia. “Quizás no estaba la posibilidad en breve de conformar una familia y tomar esa decisión de a dos”, agrega para explicar por qué decidió hacerlo sola.

“Las nuevas generaciones han modificado y/o creado nuevos paradigmas sociales que generan nuevos desafíos acerca de temas que eran considerados tabú”, destaca el director médico de CEGyR Medicina y Genética Reproductiva, Sergio Papier. Resalta que ya no existe un único modelo de familia compuesto por una madre, padre e hijo, sino que hay otros modelos como las familias monoparentales, compuestas por un solo padre o madre, o bien dos madres o dos padres.

En el mismo sentido, la psicóloga Rocío Alaniz dice que “se ha roto el modelo de la estructura familiar tipo, que de alguna manera es una ilusión. No es que falte un papá, simplemente es una estructura diferente; no es una falta porque verlo desde ese lugar puede generar consecuencias negativas”. De algún modo, “la reproducción asistida lleva a cuestionar esas cosas: qué es un papá,  qué es una mamá y en el caso de las parejas de dos mujeres, simplemente hay funciones”.

Contexto favorable
La Ley de Matrimonio Igualitario (sancionada hace casi 6 años) allanó el camino para que el concepto de paternidad o maternidad rompa su molde, se amplíe y diversifique, según señala Papier. A esto hay que agregar la inclusión de los tratamientos de fertilidad en el programa médico obligatorio, lo que derribó el obstáculo económico.

Los profesionales que trabajan en esta especialidad confirman que se realizan cada vez más consultas de mujeres solteras, en particular a partir de casos mediáticos que instalan el tema como el de la actriz María Fernanda Callejón, el de Flor de la V o el de la joven Juana Repetto.

Raúl Macoco Guajardo, miembro de la secretaría de Educación de la Federación Argentina LGBT, confirmó que son cada vez más las oportunidades para quienes quieren tener un hijo. Y aclaró que “ya constituíamos familias -biológicas o no- pero necesitábamos el marco legal. Podíamos acceder como solteros, es decir podía ser hijo de uno solo”.  Además, destacó que las leyes mencionadas y la reforma del Código Civil, “aunque deja ambigüedades, ha favorecido que muchos decidan tener hijos, se atrevan y tengan cobertura de los servicios de salud”.

Las que más consultan por tratamientos de fertilidad hoy son mujeres solteras de más de 35 años (con un reloj biológico que apremia), que no formaron pareja, que prefieren no hacerlo o que han tenido alguna relación sin haber tenido hijos. Incluso en algunos de estos casos los varones no estaban dispuestos a la paternidad. A ellas se suman las parejas de mujeres, mientras que las menores de 35 años todavía son minoría.

El especialista en fertilidad Antonio Martínez detalló que la mayoría ha pospuesto su maternidad por cuestiones profesionales, son autónomas, con trabajos de mucha exigencia y en general tienen un nivel de formación elevado.

Ellas han tomado la decisión y han dispuesto todo para que la maternidad ocurra en las mejores condiciones posibles. Tienen la posibilidad de mantener económicamente a su hijo y un entorno familiar que las contiene. “En general arman toda una estructura para contener a sus hijos y a ellas mismas. Planifican cómo será su vida cuando nazca el bebé, porque son más grandes y por el miedo que instala la sociedad: ‘mirá que vas a tener que hacer todo sola’”, agregó Rocío Alaniz, quien trabaja en una clínica dedicada a estos tratamientos.

Para iniciarlos se hace una evaluación psicológica además de la ginecológica, subrayó Martínez, a lo cual hay que agregar el acompañamiento durante y post tratamiento.

En junio, Mes Internacional de la Fertilidad, los especialistas destacan las mejoras obtenidas, pero además las deudas: “Todavía hay mucho por hacer, como la sanción de una ley nacional especial que regule las técnicas; una ley complementaria de gestación por sustitución para igualar derechos; mejorar el acceso a las nuevas innovaciones tecnológicas, como el estudio genético preimplantatorio para evitar enfermedades genéticas de alto impacto; e incorporar la preservación de la fertilidad por motivos sociales”, enumeró Papier.

Obstáculos y prejuicios pese a la ley

No todo es color de rosas en el camino a la maternidad y hay varios obstáculos que resolver antes de cumplir el sueño. Quizás porque los grandes cambios sociales implican profundas revisiones, cuestionamientos a discursos instalados y transformación de las mentalidades. Se trata de procesos que llevan tiempo pero en el marco de este tema, en particular, se suman los aspectos económicos y los grises que deja la ley que ampara la reproducción del modelo anterior.

Para Macoco Guajardo, la discriminación persiste para la comunidad LGBT, sustentada en parte en los grises que dejan las normas que permiten una interpretación por parte del juez, en la que terminan interfiriendo sus propias concepciones.

Las obras sociales, si bien según la ley de fertilidad deberían dar cobertura total, se resguardan en lo que consideran alguna “anomalía” para evadirla, aunque esto no ocurre siempre. La psicóloga Rocío Alaniz dio como ejemplo que cuando se trata de mujeres solas les dicen que sólo cubrirán la mitad del tratamiento, o cuando son dos mujeres no cubren todas las prácticas.

La opción que queda es gestionar frente a la Superintendencia de Servicios de Salud. Como sea, todo dilata los tiempos, lo que acota las posibilidades. A Natalia le llevó dos años lograr la cobertura, pero no sólo eso sino que además recibió cuestionamientos sociales incluso por parte de su familia: “Me dicen que cómo el niño no va a tener padre, y yo les digo que hay muchos niños que tienen padre y no se hacen cargo”. De todas formas, aseguró que el deseo de ser madre es mucho más fuerte.

Es lo que sucede en la mayoría de los casos. Alaniz dijo que incluso se les llega a plantear a las mujeres que tener un hijo sin padre es una actitud egoísta o que no van a poder sostener económicamente a sus hijos ellas solas.

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