Nueva York no requiere presentación. Su life style la define, como las tendencias que genera. Arte, moda, gastronomía y el mundo financiero gritan desde acá al mundo y se imponen. Por tanto los días que se dediquen a recorrerla deben ser eclécticos y abiertos.
Antes de partir hay que apuntar algunos ítems que se quieran contemplar. Puede ser asistir a un musical en Broadway, pasar una noche en Times Square, recorrer el Puente de Brooklyn, disfrutar de una tarde de compras en la Quinta Avenida -desde la famosa y muy buscada por los argentinos Apple Store, pasando por Macy's, Uniqlo o Channel y la maravillosa Hermès- o sentirte como un broker en Wall Street, eso al menos es lo que sugiere el sitio oficial de la ciudad.
Será imposible dejar de lado, en la agenda personal, un paso por el Chinatown, la Estatua de la Libertad, el National September 11 Memorial en el World Trade Center y St Patrick's Cathedral. ¡Y quién no querrá patinar un poco como en las películas! Para ello la pista de hielo del Rockefeller Center. Si de actividades muy neoyorkinas se trata, asistir a un partido en el Yankee Stadium resulta inolvidable.
Lo interesante de NY es que ofrece inagotables posibilidades para divertirse, disfrutar y comprar, porque los que llegan desde el sur siempre aprovechan el paso para surtirse de “lo último”. Más allá de los dólares que se destinen a las erogaciones, lo que seguramente traiga consigo sea grandes cuotas de inspiración de la más vibrante de las ciudades americanas y la que da que hablar en materia de diseño, arquitectura, moda, gastronomía y tanto más.
Los precios de los pasajes en varias aerolíneas que operan desde nuestro país son tentadores: entre $ 6.600 y $ 7.800, directos, en pesos y se pueden pagar en cuotas. En tanto los hoteles arrancan desde U$S 130 un 3 estrellas y se consiguen 4 estrellas por U$S 200. Para los que prefieren alojarse en departamentos, se encuentran desde U$S 170 para dos; U$S 330 para 4 y studios por U$S 330 por pareja, muy bien ubicados.
Las calles de NY
Una buena manera de obtener un paneo rápido de la city para luego indagar en aquellos sitios que despertaron curiosidad, es contratar una excursión de una jornada en la que se visitan los puntos clave de los principales barrios. Así desde Manhattan, Harlem, Bronx, Queens y Brooklyn, la patente diversidad aflora en las calles, en los edificios, en los habitantes y en su forma de habitar la ciudad. (De U$S 75 a U$S 120).
La isla de Manhattan quizá atesore la mayoría de las postales que recortamos a través de las series de TV y el cine. Allí comienza el recorrido: desde el sector financiero -el más famoso del planeta- repleto de trajes caros y corridas, con puestos de comida gourmet en la calle y autos por demás extravagantes, entre rascacielos que nublan el ambiente hasta el Empire State Building que, con sus 102 pisos, es hoy en día el edificio más alto del entramado citadino.
Los miradores son una sensación. Más de 4 millones de personas pasan por ellos cada año.
El complejo Rockefeller Center -que da paso a la 5ta Avenida y a sus magníficas tiendas en un ambiente glamoroso como pocos- por supuesto tiene su mirador, el Top of the Rock le sigue entre los icónicos.
En este mismo sentido el Chrysler Building con su característico estilo art decó, el fascinante Times Square con sus increíbles carteles publicitarios y las miles de personas que circulan por debajo todo el tiempo, pintan de punta a punta la vida en NY.
Es el epicentro. Hay de todo para todos. Por supuesto allí la calle más buscada, Broadway, que atraviesa toda Manhattan pero que al encontrarse con la 7ª Avenida, arremete con la mayor oferta cultural del país y buena parte del mundo, con 40 teatros y los mayores despliegues de obras musicales.
Lo mejor es comprar las entradas antes del viaje por internet. Si no, intente en los complejos o en TKTS que algo encontrará. The Lion King, Mary Poppins y Shrek, arrasan en 2013.
El Central Park con su zoo famoso, los espacios verdes y el típico ritmo del neoyorquino no pueden faltar en el paseo. Los viajeros siempre quieren conocer el Harlem. Allí la magia del Gospel con cientos de espectáculos, tiene lugar. Pero el barrio tiene mucho más.
Estigmatizado en buena medida como peligroso a lo largo del siglo pasado, está viendo una sustancial transformación, modernizando calles y construcciones al tiempo que se impone mayor seguridad.
Así SoHa, South of Harlem, está sorprendiendo a los habitantes y a los turistas con edificios reciclados, otros nóveles, espacios para el esparcimiento, parques, galerías de arte, restaurantes, bares y tiendas que logran una nueva estética barrial.
Por supuesto la amplia diversidad étnica no se ha modificado y ésa es precisamente la gracia del Harlem.
El Puente de Brooklyn es sin dudas otra de las imágenes que puede recrear nuestra mente sin repetir y sin soplar. Desde la orilla del río East las mejores vistas de Manhattan. Calles muy distintas a la del distrito anterior, Conney Island con sus playas y el parque de diversiones puede llevarse unas horas en invierno y varios días en verano.
A Queens lo precede su historia. Entonces el jazz se presenta como su sino. Además de ese estilo, en la actualidad otros ritmos como rap y hip hop toman las calles y esto es lo interesante del paseo. Es similar lo que sucede en el renombrado Bronx, cuna de tantos famosos que salieron de estas calles duras y pobres para hacer realidad el sueño americano.
Se habla tanto inglés como español y en los últimos años esa imagen de gente border se ha modificado considerablemente sin perder la esencia. Los sitios históricos como el que señala a George Washington dirigiendo las tropas en la Revolución Americana o los barrios que dieron lugar al renacimiento de los afroamericanos en el Harlem Renaissance, se mezclan con las calles tomadas por los dominicanos, su música y su alegría.
Si es hora de comer, Billie’s Black o Lido, muy buenos. No hay que olvidar que los Yankees reinan por allí. Un paso por su estadio quizá le interese. Luego un paseo en ferry por el río no sólo da la skyline de Manhattan sino que permite un paneo sobre Staten Island que no merece mayor atención.
Trilogía de arte
El Museo de Arte Moderno de Nueva York, seguramente el más importante del orbe, merece la pena ser visitado, con obras representativas de los más grandes artistas de la modernidad hasta muestras temporales que descollan. La entrada cuesta U$S 25 y se pueden reservar las entradas por internet. Los martes permanece cerrado.
El Metropolitan Museum of Art es una parada obligatoria. El edificio ya es impactante y adentro más de 2 millones de objetos de arte. Casi tan visitado como el Louvre dispone de tesoros de las culturas clásicas y las pinturas de artistas de la talla de Monet, Cézanne o Rembrandt en las preciadas salas.
El área destinada a Egipto es una de las más sorprendentes. Allí se expone el Templo de Dendur magníficamente reconstruido. También muchas piezas de tiempos romanos engalanan la estancia. U$S 25. Cierra los lunes.
El Museo Guggenheim cierra la trilogía museística sugerida. El diseño exterior es maravilloso y al atravesar el portal la magia del espiral y la cúpula lo llenan todo. En los días en que fue inaugurado lo consideraron tan majestuoso que acusaron al arquitecto Frank Lloyd Wright, de crear una obra de arte capaz de eclipsar la exhibición que albergaría.
Sin embargo su contenido es fuerte: Marc Chagall, Vasily Kandinsky, Piet Mondrian, Pablo Picasso, Edouard Manet o Vincent van Gogh. Cuenta con visitas guiadas y audio guías gratuitas. Cierra los jueves, el valor de la entrada es de U$S 22.