La nueva presidenta enfrentará desafíos, demandas y reformas

Mañana, 13 millones de trasandinos podrán votar entre la favorita Michelle Bachelet y la oficialista Evelyn Matthei. Quien gane deberá realizar cambios sociales y educativos.

La nueva presidenta enfrentará desafíos, demandas y reformas
La nueva presidenta enfrentará desafíos, demandas y reformas

Si como se espera, la ex mandataria socialista Michelle Bachelet gana el balotaje de mañana en Chile ante la derechista Evelyn Matthei, tendrá que enfrentar demandas sociales y un debate para cambiar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet.

Las multitudinarias protestas de los estudiantes en 2011 abrieron paso a una particular primavera de la clase media chilena, que demanda un estado más fuerte y protector, junto a educación y salud pública gratuita y de calidad.

Pero no se trata de derribar todo, sino de corregir las inequidades de un sistema económico y político que cosecha elogios pero que arrastra una enorme desigualdad social.

“Es una demanda para construir un sistema político y económico que apunte más hacia la inclusión. No es gente que dice: botemos el sistema; es gente que dice: yo quiero participar de este sistema”, señala Robert Funk, politólogo de la Universidad de Chile.

El anhelo de cambio se da en una sociedad con un fuerte desencanto con la política y en la que la mitad del electorado no concurrió a votar en la primera vuelta del 17 de noviembre, cuando Bachelet se impuso holgadamente por un 46,6% de los votos, aventajando por 21 puntos a Matthei, que obtuvo el 25,1%.

Bachelet propone reformas al sistema educativo y tributario y un cambio de Constitución, en busca de corregir el modelo económico y político legado de la dictadura de Pinochet (1973-1990), mientras que Matthei apunta a una continuidad “que no destruya lo construido”.

Debate Constitucional

El nuevo gobierno deberá “consolidar un programa de reforma en áreas sensibles hoy en Chile, como el cambio del sistema electoral, la superación de la Constitución de 1980, y la modificación del sistema de vetos que existe para hacer reformas de gran envergadura”, señala el politólogo de la Universidad de Santiago, Marcelo Mella.

La composición del nuevo Congreso, elegido en paralelo a la primera vuelta, le otorga a Bachelet mayoría simple en ambas cámaras en caso de resultar electa, pero le falta la mayoría de dos tercios para cambiar la Constitución. El quorum es deliberadamente alto y fue establecido por la dictadura precisamente para limitar los cambios.

“Un futuro gobierno que pretenda terminar con un buen nivel de adhesión e influir sobre la continuidad en una próxima elección tiene por lo menos que animar o gatillar la discusión sobre la superación de la Constitución de 1980”, asegura Mella.

Bachelet dispone de fuerza parlamentaria para su reforma tributaria que busca recaudar el 3% del PBI a través del aumento del impuesto a las empresas, de un 20 a un 25%, evitar la evasión y crear una administradora de pensiones estatal que compita con las privadas.

También para hacer realidad la reforma educativa que quiere acabar con el lucro de colegios con fondos públicos y garantizar la universidad gratuita.

“Hemos planteado un proyecto de cambios ambiciosos pero posibles, con mecanismos claros y concretos para llevarlos adelante”, dijo la ex presidenta el jueves, al cerrar su campaña electoral.

La incorporación al Congreso de la llamada “bancada juvenil”, formada por ex líderes estudiantiles como las comunistas Camila Vallejo y Karol Cariola, y los independientes Giorgio Jackson y Gabriel Boric, podría ser decisiva en la aprobación de estas reformas. “La bancada estudiantil tiene una importancia estratégica, y podrían ser decisivos” en las reformas que empuja Bachelet, señala Mella.

Un reordenamiento de fuerzas

En el ámbito interno de los partidos también se vislumbra un debate. La coalición de Bachelet, la Nueva Mayoría, -que incluye a demócrata cristianos, socialistas y comunistas- mantiene distintas visiones sobre temas como el aborto y el matrimonio homosexual.

Será entonces un reto para un eventual gobierno de Bachelet “consolidar una coalición de respaldo parlamentaria que garantice la viabilidad de los proyectos, y cierta capacidad de control y legitimidad mínima frente al movimiento social instalado hoy en Chile”, de acuerdo a Mella.

La derecha, por su parte, debilitada por una carrera presidencial llena de obstáculos y un pobre resultado en las elecciones parlamentarias, sigue enfrascada en una puja interna entre ultraconservadores y liberales.

“La derecha tiene que hacerse cargo de cómo ha ido cambiando el país, y ajustarse a eso. Hasta el momento hay pocas señales. Una posibilidad es que si la derecha no lo logra, se divida”, asegura Funk.

El presidente derechista Sebastián Piñera, quien dejará el gobierno en marzo, podría encabezar al grupo más liberal de la derecha que busque dejar atrás su pasado autoritario, de cara a una posible reelección en 2017.

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