Los innumerables cambios sociales que se han producido los últimos años plantean nuevas problemáticas y desafíos para el cuidado, la crianza y educación de niños y adolescentes. Este panorama es señalado por los pediatras como un escenario que revela nuevas necesidades en el ejercicio de su profesión, ya que se reconocen como una guía del grupo familiar. El profesional es quien evacua dudas y acompaña en cada proceso que vive el niño e incluso el adolescente. Es quien se ha ganado la confianza suficiente como para transformarse en el consejero privilegiado.
Las nuevas realidades de las familias y la sociedad le exigen una formación integral y el trabajo interdisciplinario para abordarlas con éxito.
"Por un futuro mejor: niñ@s y adolescentes saludables en tiempos de cambio" es el lema del 37º Congreso Argentino de Pediatría que se realiza en Mendoza y que viene a plasmar esta realidad.
Los nuevos modelos familiares, la introducción de las tecnologías y con ella de las redes sociales, un diferente uso del tiempo libre y las actividades recreativas que los lleva a ser más sedentarios y el tipo de alimentación, fueron enumerados como las modificaciones más relevantes por el doctor Daniel Miranda, vicepresidente del congreso.
Los diversos grupos familiares con sus problemáticas propias demandan al médico infantil conocer este entorno, pero además las exigencias laborales de los padres y el tiempo que los niños pasan en otros ámbitos requieren una vinculación con estos, ya que es donde pueden detectarse situaciones o dificultades por las que pueda atravesar el chico.
Para el doctor Héctor Abate, presidente del congreso, “hay una necesidad de ampliar la visión como pediatras más allá de la enfermedad”. Dijo que la violencia social, el consumo de sustancias, la crisis de autoridad, los problemas alimentarios, la influencia de las redes sociales y los accidentes, afectan a todos los estratos sociales y son un desafío para el equipo de salud.
Preocupaciones
Miranda enumeró las principales problemáticas que afectan a la infancia y la adolescencia en la actualidad.
Lo primero que mencionó está relacionado con la alimentación, fundamentalmente con la malnutrición diferente de la desnutrición. Esto en referencia a la dieta que suelen tener abundante en grasas, azúcares e hidratos de carbono que aportan calorías vacías y tan pobre en frutas y verduras. Se trata de la principal causa de la epidemia de sobrepeso y obesidad que hace que enfermedades crónicas se presenten desde la infancia afectando su calidad de vida actual y condicionando su futuro.
El segundo tema que preocupa es el de las adicciones. “No sólo a las drogas sino también a las pantallas”, aclaró. La gran cantidad de horas que pasan con dispositivos electrónicos está vinculada al sedentarismo que colabora con el aumento de peso.
En este sentido no se puede desconocer que en el marco de los nuevos modelos familiares, es común que se tapen ausencias o falta de vínculos con este tipo de objetos.
Miranda señaló además que en salud infantil toma cada vez más relevancia el aspecto medioambiental. El entorno incrementa los riesgos de accidentes y lesiones.
En este aspecto incluyó los clubes, escuelas, hogares, rutas de traslado y otros ámbitos que frecuentan los niños y adolescentes.
Mencionó los traumatismos por caídas a los que están supeditados como peatones, ciclistas o sobre una moto. Agregó la necesidad de prestar atención a los adolescentes al volante y considerar particularmente la educación vial.
"Los dobles y hasta triples estacionamientos en la puerta de las escuelas provocan muchos accidentes, más de los que se cree", agregó.
Por otra parte, señaló a las discapacidades como uno de los grandes desafíos para los pediatras en tanto ellos son responsables de la contención tanto del paciente como de la familia.
Prevención
Trabajar en prevención y de manera interdisciplinaria es el paradigma actual en salud, aunque las intenciones suelen tropezar con obstáculos. Para Miranda, esto es especialmente importante en pediatría. “Hay que tener conductas anticipatorias (...) y evitar las oportunidades perdidas como no detectar signos de alarma en el crecimiento y desarrollo de los niños y adolescentes”, apuntó.
“El gran interrogante es cómo enfrentar el presente para no caminar de espaldas al futuro”, planteó Abate en la apertura. Mencionó que el siglo XXI no ha logrado superar las grandes asimetrías y que los avances y oportunidades no llegan a toda la población. Estos desequilibrios afectan el desarrollo infantil y disminuyen las expectativas de vida.