Los sirios están huyendo por miles de su país, sumido en la violencia, según la ONU, y en las últimas semanas un número “récord” de 30.000 civiles se refugiaron en la vecina Jordania, donde las familias expuestas a un invierno riguroso viven en condiciones muy difíciles.
A cinco días de una reunión de donadores organizada en Kuwait, el rey Abdala II de Jordania lanzó ayer un llamado para que la comunidad internacional “otorgue más ayuda” a su país, que ahora acoge a más de 300.000 refugiados.
Al mismo tiempo, las tropas del presidente Bashar al Assad bombardeaban Homs, “capital de la revolución” en el centro del país, por sexto día consecutivo, para aplastar allí los últimos bastiones rebeldes, y el régimen y la oposición movilizaban respectivamente a sus partidarios; los primeros orando y los segundos manifestando. El pulmón industrial de Siria y punto neurálgico en la línea de demarcación entre régimen y rebeldes se encontraba bajo las bombas, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), que se basa en una importante red de militantes y médicos.
Ante la violencia que causó ayer al menos 129 muertos según la OSDH, 6.400 nuevos refugiados llegaron en las últimas 24 horas a Jordania, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas.