En la región de Mosul, inestimables sitios arqueológicos se han convertido en aparcamientos. Para Irak y los expertos internacionales, una batalla de envergadura se anuncia para reparar los estragos causados por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Desde hace meses, la reconquista de extensas franjas de territorio por parte de las fuerzas iraquíes permite descubrir el alcance de los daños, “más importantes de lo que se temía”, según la Unesco.
En 2014, en el apogeo del “califato” proclamado por el EI en Irak y Siria, más de 4.000 yacimientos arqueológicos iraquíes estaban en manos de la organización extremista sunita.
Solamente en la región de Mosul, en el norte del país, los yihadistas destrozaron al menos 66 sitios arqueológicos, indica el viceministro iraquí de Cultura, Qais Rasheed, durante una conferencia sobre la rehabilitación del patrimonio cultural iraquí organizada por la Unesco este fin de semana en París.
Algunos yacimientos “fueron convertidos en aparcamientos, varios lugares de culto musulmanes y cristianos sufrieron destrucciones masivas, miles de manuscritos desaparecieron”, cuenta Rasheed.
Apenas queda en pie un 20% de la antigua ciudad asiria de Nimrod, destrozada por las excavadoras y los explosivos del EI. Y a unos 30 kilómetros de ahí, en Mosul, donde el ejército iraquí lleva a cabo una gran ofensiva para expulsar al EI, habrá que esperar al final de los combates para hacer inventario de los daños infligidos a las colecciones del museo.
A su llegada en 2014, los yihadistas destruyeron valiosos objetos de los períodos asirio y helenístico al considerarlos como símbolos de idolatría.
De momento los hallazgos del ejército iraquí en su avance por la ciudad son desalentadores. La tumba del profeta Jonás, uno de los santuarios más importantes del país, “está más dañada de lo que pensábamos”, asegura Saleem Jalaf, del ministerio de Cultura.