Nuestros teléfonos son inteligentes, ¿y nosotros? - Por Leo Rearte

Lo que ganamos en siglos de evolución lo perderemos en un par de décadas encorvándonos sobre una pantallita.

Nuestros teléfonos son inteligentes, ¿y nosotros? - Por Leo Rearte
Nuestros teléfonos son inteligentes, ¿y nosotros? - Por Leo Rearte

1. Nuestros teléfonos ahora son inteligentes. El problema es... ¡que son más inteligentes que nosotros! Si no, explíquenme cómo hemos permitido que un aparatito de no más de 12 centímetros nos interrumpa a cada rato con mensajes de actualización de aplicaciones (que nadie pidió); con avisos titilantes de spams de todos los colores y sabores; y con advertencias de que hay que saludar sí o sí a la tía segunda que cumple años en Facebook.

El celular nos reclama más atención que nuestros hijos: que hay que cargarlo ya, que le falta memoria y necesita una tarjeta, que ojo que está consumiendo datos y no wi-fi. (Otro tema, el wi-fi. Se puede cortar el agua, tu mujer te puede dejar por otro, ¡pero que no se metan con el wi-fi! El internet inalámbrico es el nuevo oxígeno. Si nos falta, nos ponemos de un humor de perros, sentimos que nos estamos cayendo del mundo y lo peor de todo, los minutos parecen horas de tan aburridos. La gente no elige ya el bar por el tipo de café, por el precio o por la ubicación... ¡lo elige por la calidad de latencia de su servicio de internet! Antes íbamos a tomar un feca con un amigo; ahora lo hacemos solos... pero con cientos de "amigos" del Facebook bajo el pulgar. Sí, somos patéticos)

Lo dicho, hemos llegado vivitos y coleando como humanidad al 2018 para darnos cuenta que no somos tan smart como creíamos; para darnos cuenta que en el bolsillo llevamos un equipo de última generación que nos ha costado varios sueldos y... ¡que se ha adueñado de nuestra vida!

Le pifiaste, Terminator. No era necesario que los robots dominaran el mundo a fuerza de metralletas láser. Sólo había que dejar que unos chips y pantallas led que caben en nuestra palma nos hipnotizaran, nos idiotizaran y nos esclavizaran... Casi sin que nos diéramos cuenta.

2. Este es uno de los motivos por el que se ha puesto de moda adquirir teléfonos tontos. Los celulares de tapitas ya son usados por celebridades y otra gente que dice haber tomado una posición ideológica firme ante el avance de la tecnología.

En definitiva, salieron al mercado y son un éxito algunos celulares que recuerdan a los viejos ladrillos motorola o nokia. Teléfonos sin internet, que sólo pueden recibir mensajes y que dejan de ser una tentación para la procrastinación perenne.

"El aumento en el uso de los teléfonos plegables es una reacción a la sensación de que uno está subordinado a los teléfonos inteligentes. La adopción de un teléfono plegable es una declaración audaz de que uno tiene el control", opinó en un informe de la BBC el abogado y especialista en ética de la tecnología David Ryan Polgar.

Al medio británico le llamó la atención la cantidad de líderes de startups tecnológicas de Silicon Valley que no quieren saber nada con los smartphones.

"Me preocupa que pueda 'quemarme'", dijo el joven ejecutivo  Danny Groner, gerente  de la exitosa agencia californiana de fotos Shutterstock, valorada en U$S 1.200 millones. "Me paso 13 o 14 horas al día frente a una pantalla. Eso es suficiente. No tienen que ser 17 horas".

Este amante de los teléfonos retro se suma al club de la actriz Scarlett Johansson, de la editora de Vogue Anna Wintour y de los magnates de los negocios Warren Buffett y Stephen Schwarzman, todos ellos enemigos de los modernos terminales.

También es cierto que ellos descartan estar conectados las 24 horas del día, ¡porque pueden! Seguramente a un paso de estos millonarios hay un asistente o varios, con dos o tres iPhones respondiendo notificaciones de la bolsa, del laburo, pedidos familiares e incluso comprándole online sus necesarias raciones diarias de agua Evian.

3. Yo me hago el gallito en esta columna, pero soy un adicto más al celular. Y ni bajo la influencia de mala medicación dejaría a mi querido móvil por uno con ringtones monótonos y sin internet.

Pero también es cierto que el mundo nos ha empujado a esto: si no contestás un mísero whatsapp de los tantos, tus familiares y amigos te dan por "en peligro" y al rato tenés a la policía golpeando la puerta.

Tu jefe ha encontrado en el celu un aliado para hacer que estés disponible, cual farmacia de turno, a toda hora. Cuántas veces te has visto en el baño, desde la comodidad fría del trono, contestando con premura ese mail que pregunta sobre la facturación del corriente mes.

"Hubo una época -me dijo un amigo- en la que nos tomábamos el micro para visitar a alguien, llegábamos, tocábamos el timbre y no salía nadie. Esperábamos dos o tres minutos y nos volvíamos".

Es decir, hubo una época en la que no había celular para hallar a la persona, para decirle "estoy a cinco minutos", "estoy llegando", "estoy en la puerta", "qué pasa que no salís", "¡qué pasa que no salís si ya pasó un minuto!".

Porque hoy el celu, además de ser el acaparador del tiempo libre, el invasor de nuestros momentos productivos, el dueño del 80% de nuestras horas, es, además, ¡el nuevo timbre de las casas! En definitiva, el celu lo es todo.

Un datito apenas que viene a ilustrar lo dicho: el sitio de pornografía más popular del mundo, Pornhub, comunicó que en 2017 ya el 67% de su tráfico provenía de celulares.

Argentina es líder en Sudamérica en el uso de Pornhub, ubicándose en el puesto 17 (uno más que el año anterior), solo superado en la región por Brasil, que se ubica 10. ¿Alguna duda de que hacemos absolutamente toooooodo a través del celu?

Lo que ganamos en siglos de evolución, convirtiéndonos en Homo erectus, lo perderemos en un par de décadas, encorvándonos y dejando nuestras miradas y nuestras cervicales en una pantallita de 7 pulgadas. Homo iPhonus podrían llamarnos las futuras generaciones. Si es que hay.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA