Estimado lector, con placer y preocupación, le escribo estas líneas. El placer de poder dialogar sobre algunas ideas inspiradas por Bernardo Toro, Santiago Kovadloff, Eduardo Galeano y Joan Melé, entre muchos otros, y la preocupación de que esta será una comunicación con usted y muchas menos personas que las que ambos desearíamos.
¿Por qué? se preguntará. Sin ánimo de angustiarlo, pensemos cuántos, como usted y yo, leen el diario y con qué frecuencia. Cuántos sentirían interés, o al menos curiosidad, por un título como el de arriba. O cuántos leen algo distinto de publicidad, mensajes en muros virtuales o de grupos de redes sociales. En otras palabras: cuántos y con qué frecuencia leen materiales que contribuyan a desarrollar su capacidad de pensar, de tomar conciencia, de conocer, de hacer y de elegir, incrementando su educación y su cultura. Muy pocos lamentablemente, aunque por razones diversas.
Entre ellas, quisiera que nos enfocáramos en el numeroso grupo de las personas que no leerán este artículo porque no pueden elegir hacerlo, porque no tienen acceso material ni intelectual a temas educativos o culturales. ¿Son muchos? Estimemos, sin ponernos detallistas con las tan discutidas estadísticas: cerca de un tercio de la población argentina que está estructuralmente bajo la línea de pobreza. Aproximadamente un 50% de los jóvenes y niños, es decir de nuestro futuro. Duro diagnóstico ¿no le parece?. Y peor pronóstico, evidentemente.
Me gustaría contarle que nací, a mediados del siglo pasado, en el seno de una de las tantas familias de la “clase media” que predominaba en esa época. Como la de muchos, mi educación primaria, secundaria y universitaria fue pública y de muy buena calidad. Desde que tengo uso de razón nuestro país ha atravesado sucesivas crisis políticas, económicas, sociales, etc. Sin embargo, la mayoría de los “baby boomers argentinos”, como yo, tuvimos el invaluable privilegio de crecer y nutrirnos en hogares que no conocieron la pobreza, y de educarnos en escuelas y universidades públicas que, por su calidad, lideraban en Latinoamérica.
¿Qué nos pasó?. Poco a poco, independientemente –o por causa- de las ideologías de moda, los gobiernos de facto o democráticos, y las crisis recurrentes, perdimos gran parte de dos de nuestros más preciados bienes públicos: la equidad y la educación. La pobreza, el hambre, la mala nutrición, la mala salud, la precariedad educativa y, en síntesis, la inequidad, vinieron para quedarse en “el granero del mundo”, nuestra Argentina, pródiga en recursos naturales, otrora considerada como la nación más “europea y culta” de Sudamérica.
¿Qué hicimos como sociedad para evitarlo? No lo suficiente. Hace 35 años soñábamos que la democracia, esa casi indefensa recién nacida, sola, bastaría para erradicar todos los males. Pero nos desentendimos y la dejamos en manos de otros, no participamos como ciudadanos activos, no la cuidamos. Nos equivocamos, obviamente, y a fines del 2001, con la consigna del “que se vayan todos”, volvimos a hacerlo. Nos cuesta comprender que la política (no la ideología) es un bien público a cuidar mediante la participación ciudadana. Es el único ámbito genuino en el cual todos los sectores de la sociedad pueden y deben construir lo que es de todos. Por nuestros errores conceptuales, actos fallidos y e inacción nos hicimos parte de una sociedad que se acostumbró a la inestabilidad y a los conflictos. Las hoy famosas “brechas” no son otra cosa que sectores o corporaciones peleando por sus intereses particulares, sin tomar en cuenta los de la sociedad en su conjunto. Sin siquiera considerar la posibilidad de un futuro digno para todos. Así preparamos, ciegamente, el escenario para que triunfara el tal vez peor de los males estructurales del mundo y la Argentina: la corrupción.
Claro está que esta es sólo una humilde opinión personal en la columna homónima. Entiendo que probablemente usted no comparta mi visión o tenga puntos de vista distintos. Reconozco la simplicidad que exige la brevedad de esta nota ante un panorama tan complejo y celebro la diversidad de su criterio que enriquecerá el mío.
Ahora usted podría –legítimamente- preguntarme ¿Y usted que hizo o qué hace para mejorar esta dura realidad que nos muestra?. Menos de lo posible y de lo necesario. Pero igual le cuento: primero, tomar conciencia de los problemas y su urgencia e importancia. Luego decidirme a intentar algo, aunque fuera insuficiente, y entender qué solo no iba a poder cambiar mucho las cosas. Finalmente, conocer, apoyar y aprender de líderes sociales y empresariales que fundaron y cuidaron organizaciones como Valos, Nuestra Mendoza y la Fundación Banco de Alimentos.
Los mismos que, junto con otros, entendieron la necesidad del trabajo conjunto con otras OSC y formaron Entrelazados. Todos con la misión de achicar la verdadera brecha: la de nuestra realidad con los dos primeros y –tal vez- más utópicos de los ODS (Objetivos para el Desarrollo Sostenible – ONU):fin de la pobreza y hambre cero. Dado que todo esto tampoco alcanza, reconocimos la necesidad de articular con el Estado, promoviendo la participación ciudadana, los planes de metas, las leyes de ética y de acceso a la información pública, etc. También trabajar en educación de posgrado de profesionales adecuadamente formados para encarar los desafíos que debemos enfrentar. ¿Con qué principios?. Reconocer y trabajar sobre nuestras contradicciones personales y sectoriales, respetar a todos y aplicar los criterios de una ética del cuidado.
Como puede ver, querido lector, nos falta mucho por hacer. Lo invitamos a que se nos una, a que participe como el ciudadano responsable que es en donde se sienta más motivado y útil, en la política o en alguna OSC. La sociedad nos necesita para caminar hacia la utopía del desarrollo sostenible para una Mendoza y una Argentina mejores y más equitativas, donde la dignidad sea posible para todos.
Acerca de la cena: "Valores que alimentan"
"Valores que alimentan" es la cena anual que BDA realiza junto a Valos. Este año se realizará la tercera edición el viernes 30 de noviembre en el Hotel InterContinental Mendoza, con el objetivo de recaudar fondos que contribuyan a la sostenibilidad de sus acciones. Las entradas se pueden comprar a través de Evenbrite o contactando a 4295173.
Desde Banco de Alimentos Mendoza se busca seguir trabajando para mitigar la inseguridad alimentaria y evitar el desperdicio de alimentos; además de acercar, desde la educación, las posibles soluciones a la problemática del hambre.
Desde Valos, se promueve la Responsabilidad Social y el Desarrollo Sostenible en las empresas mendocinas invitándolas a recorrer este camino, pensando siempre en la comunidad que las rodean.
(*) Director Académico de la Maestría en Responsabilidad Social y Desarrollo Sostenible. Miembro del Consejo Asesor del Banco de Alimentos Mendoza