A veces, el fútbol tiene lógica. Olimpo, tercero y a un solo pasito de volver a ser de Primera, resolvió el encuentro ante Independiente, antepenúltimo en la tabla de promedios del descenso, como un mero trámite. En pocos minutos, le tiró encima la chapa de equipo confiable, sólido, ganador, los atributos que lo llevaron a ser protagonista a lo largo de toda la temporada.
Hace rato que este abrumado Independiente resignó protagonismo arriba para dedicarse a una lucha desgastante con el temido promedio del descenso. La victoria de Merlo, amenguada por la derrota de Crucero del Norte habían calmado un poco los nervios de punta de la previa. Pero el Azul fue más de lo mismo.
Lento, previsible, inocente en la marca, sin alma, jamás pudo aplicar la agresividad en las divididas para suplir su reconocida falta de volumen de juego.
Más ordenado, sin pasar sobresaltos atrás y controlando la pelota, Olimpo marcó los tiempos desde el inicio mismo del partido. Rápido y furioso, el conjunto de Perazzo liquidó con suficiencia el trámite. Porque eso fue el primer tiempo para Olimpo: un trámite. Llegó, hizo la cola, llenó los formularios y esperó que llegara el correo.
Y el cartero tocó dos veces la puerta de Independiente. Primero, con la bomba del Colorado Gil tras un rebote que le cayó justito. Después, luego del enésimo pase en profundidad a las espaldas de Zárate: Benítez no perdonó. En una ráfaga explosiva, Olimpo liquidó el pleito y a otra cosa.
En pocos minutos, Independiente perdía y estaba tan expuesto que la apuesta de Del Bosco (Zárate y Longo titulares, Alvacete y Allosa, en el banco) no resultaba. Para colmo de males, Agüero, lesionado, había dejado la cancha antes del cuarto de hora.
Adentro Aveska para jugar de lateral y García a la "cueva". Sin embargo, era tal el desconcierto que la orden para un nuevo enroque no tardó en llegar. La Lepra estaba perdida. Sin una línea de juego consistente, mucho menos supo defenderse de un adversario que, aun sin el goleador Gustavo Bou, lastimaba en cada avance.
Entonces, era común ver a Adrián Martínez (transferido al Flamengo de Brasil) hacer un surco por derecha, a Soto Torres descargando a un toque a las espaldas de Quiroga y a Sánchez Sotelo y Cía encarando un fondo desarmado.
El complemento mostró a una Lepra adelantada en el campo de juego, más por el lógico retroceso de Olimpo (ante tanto desgaste del primer tiempo) que por mérito propio del Azul. Pero aun con más control de balón, Independiente volvió a ser generoso con su rival. Y el hecho de sumar gente en ataque (entró Píriz Álvez por Aveska) lo siguió mostrando tan inofensivo como siempre. .
Festeje Olimpo, festeje. Al fin y al cabo se lo merece. 63 puntos en 35 partidos hablan por sí solos. Los 128 en 111 juegos de Independiente, también dicen mucho. Porque aunque no parezca -y más en un torneo largo como el de la B Nacional- el fútbol, a la larga, siempre tiene lógica.
Nubarrones en el cielo azul
Independiente no pudo torcer la lógica y cayó sin atenuantes frente a un Olimpo que festeja a cuenta su anunciado regreso a Primera. La Lepra quedó debajo de Merlo en los promedios.
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