Novela policial con tinte cuyano

El libro “El detective Ming: La sombra y otros casos” es un thriller policial craneado por el escritor y periodista mendocino José Luis Verderico. Se presentará en marzo, pero ya tiene una versión en la web.

Novela policial con tinte cuyano

Xiang Ming tiene 27 años y es hijo de chinos emigrados a causa de la gripe aviaria y de la súper-contaminación. Xiang Ming aprendió a ser detective en un curso a distancia, se conoce a la perfección el mapa de su ciudad y tiene dos amuletos muy especiales, dos dados, que compró en un local de un "pasaje San Martín". Extrañamente cercano.

Y, como si estas particularidades no lo hicieran ya un personaje colorido, digno de esa línea de excéntricos detectives del pasado (recordemos uno criollo, como Isidro Parodi), Xiang Ming tiene un punto flaco: es alérgico a la pólvora, algo que lo aleja de las armas de fuego pero que también, desde algún punto de su psicología, lo acerca a los pájaros, a las estrellas y a la introspección. Le encanta escuchar música mientras camina, por ejemplo.

Así es el perfil que trazó José Luis Verderico (escritor y periodista) para el protagonista de su primer libro de ficción, "El detective Ming: La sombra y otros casos" (Brick), que ya está disponible en preventa en la web  www.eldetectiveming.com.ar.

Así se lo está promocionando antes de que aparezca en formato físico a fines de marzo  (en principio, se comercializará en García Santos Libros y en Antü).

Verderico, como vemos, agrega un filón cuyano al árbol de una vieja genealogía: la de la novela policial. Explica: “Ming se dedica a resolver algunos policiales clásicos, que son casos desde creíbles, como una estafa, un robo o un asesinato, hasta algunos que tienen toques fantásticos, como el de la mujer que le pide que la ayude a buscar al ladrón que robó su sombra. También hay un caso, el de Los Amigos, que alude a un episodio real ocurrido en Mendoza hace casi 30 años, que es la caída de Max Gregorcic y su financiera”.

Entre lo real y (en menor medida) lo fantástico, Verderico escribe literatura, pero su sustrato inevitable es la experiencia periodística. Pero juega también no determinando la localización del relato: ¿Es Mendoza? Como buen narrador de policial, nos retacea información, nos administra las dosis, los indicios, para mantenernos en una cartografía misteriosa pero a la vez conocida. “Perfectamente podría ser Mendoza”, desliza.

Pero esto no acaba, porque el escritor (que como vemos suma experiencia periodística en este género y que ya publicó en este suplemento otras de sus ficciones) se propuso darle a la materia literaria un tratamiento acorde al siglo digital.

Así, antes de lanzarlo como un objeto-libro, quiso dar la oportunidad a los lectores de conocer a Ming desde un formato interactivo. En la página anteriormente citada cualquiera puede acceder gratuitamente a algunos de los relatos, a ilustraciones realizadas por Samurai Gustav (que también estarán en el libro) y hasta música acorde a la tensión de la lectura que, por otra parte, se pone cerquita del bolsillo: en el celular, en la tablet...

Además, contará con un prólogo de Mercedes Fernández, que define a Xiang como “un antihéroe posmoderno, irónico, melancólico y silente. Carga con los fantasmas de Sherlock Holmes, Poirot, Dupin y Maigret con los que conversa en soliloquios”.

-Nombraste el caso de Gregorcic, que muestra el sustrato periodístico en tu trabajo.

-Sí, uno aprovecha la experiencia en la vida periodística para tomar algunos retazos y poder desde ahí construir la ficción.

-Ming, la mayoría de las veces trabaja para sus clientes, pero a veces también colabora con un fiscal de apellido Dantesco. ¿A qué se debe la alusión?

-Lo llamé “Dantesco” porque hay veces que la justicia argentina, y muchísimas veces la justicia mendocina, se enfrenta a algunas situaciones prácticamente caóticas, terminales, infernales. Entonces el término “Dantesco” me pareció que encierra perfectamente lo que sucede en el sistema judicial , que vi también desde la experiencia, por haber sido cronista judicial durante diez años

-¿Y en dónde buscamos tus influencias literarias?

-Básicamente en Conan Doyle con Sherlock Holmes, de quien pude darle algunos atributos a mi personaje, Agatha Christie y, más acá,  Stieg Larsson, con esos rasgos de policial tan duro, tan terrible. Son influencias que quedan en la lectura y se van trasladando a la literatura, básicamente porque al periodismo no se pueden trasladar. Es algo del oficio, una limitación que te obliga a buscar una salida por el lado de la literatura.

-A la hora de escribirlo, el relato policial exige un montaje extremadamente calibrado...

-Sí, algunos maestros de la escritura, que dan sus consejos y sus decálogos, como Quiroga y Anderson Imbert, hablaban del doble trabajo de primero buscar un misterio, como puede ser el robo de una sombra o un asesinato, y después empezar a trabajar sobre la forma de llegar a resolver ese misterio o enigma. Después, ambos tienen que quedar cuadrados, tiene que encajar entre sí para que el relatos sea lo más creíble posible.

-¿Te significó un gran desafío eso?

-Sí, porque uno tiene en la cabeza la experiencia que ha visto como periodista de policiales, que uno ha podido ver y escribir. El tema es cuando uno decide trasladarlo a la ficción, porque tiene que ser lo más coherente posible, para que el lector lo crea realmente. Tiene que ser un mecanismo de relojería.

Me parece que he podido conseguirlo. Lo he consultado con gente experimentada y básicamente les parecen historias entretenidas, historias que tienen intriga y que se dejan llevar por la mano del detective. Con eso uno ya se da bastante por satisfecho. Es lo que uno busca con la lectura: cuando uno lee, busca estar entretenido, que sea cautivante y que el libro te obligue a seguir leyendo más de lo que el tiempo te deja.

-¿Estás trabajando en algo nuevo?

-Sí, en los primeros trazos de una novela que va a tener como protagonista también a Ming. La idea es afirmarlo y hacerlo conocer. Digamos que el próximo desafío es que sea protagonista principal de una novela con un caso ambientado en Mendoza.

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