"Sí, hoy tengo custodia en mi casa, un rondín de la policía; el fiscal dice que las amenazas son un asunto grave pero no siento miedo, sé que hago lo correcto y no tengo miedo", repite en su despacho, un lugar casi minimalista, apenas amoblado con lo indispensable para funcionar y con una decoración exigua y ajustada al protocolo: hay un retrato de Alfredo Cornejo con sus atributos de mando, un busto del general San Martín y un par de banderas.
Hay también una segunda mesa de trabajo, expedientes, el diario del día, unos pocos adornos pero ni rastro de fotos propias o de su familia: "No me gustan las fotos", va a confesar un rato más tarde, cuando la charla con Norma Trigo (55), intendente de Santa Rosa, discurra por su vida personal, su niñez en la finca de los abuelos, su primer trabajo en una fábrica, la ausencia de hijos: "No estoy casada y no tengo hijos, no se dio; tal vez, eso me permite estar pendiente del trabajo todo el tiempo", arriesga; o la casa que comparte con una hermana en Las Catitas, su pueblo natal y donde le hicieron un escrache a mitad de la noche; fue la gota que colmó el vaso y que derivó en una denuncia por amenazas.
El despacho de Trigo es austero y uno imagina que así pretende ver al municipio: equilibrado, práctico y sobre todo, eficiente. Pero es un objetivo complejo, porque desde hace años, la comuna lleva a bordo demasiada gente: en un departamento con 16.000 habitantes, el municipio es la principal fuente de trabajo con casi 1.500 empleados. Se trata de un barco que debería navegar liviano, con la mitad del personal, pero en Santa Rosa escasean las oportunidades. Por eso, una promesa que se repite en cualquier campaña electoral es la de volver atractivo al departamento para generar inversiones y trabajo. Por ahora hay poco de eso.
Trigo maneja una comuna sobrepoblada, donde persisten focos de corrupción: "Hemos detectado personal que cobraba sin trabajar o que vive en otra provincia", dice y también está la carga de los millones de pesos en deudas: "Nos dejaron una bomba que aún tratamos de desactivar". El municipio depende de la Coparticipación, un dinero que hoy se va en sueldos y en mantener servicios mínimos.
Cuando el kirchnerista Sergio Salgado renunció al cargo, arrinconado por denuncias en la Justicia, dejó un rojo de más de 70 millones y para recuperar proveedores, subsidios, programas del gobierno y créditos, Trigo diseñó un intrincado plan de pago en cuotas, pero la frazada de los recursos es corta y la oferta no incluyó a todos. Por eso, la comuna enfrenta decenas de demandas por cheques impagos.
Igual, Trigo aspira a tener la comuna regularizada al final de su mandato y si ocurre tal vez vaya por la reelección; dice que no lo ha pensado pero su mirada sugiere otra cosa y además, está convencida de su propia capacidad de gestión, más allá de que algunos chicanean con que en realidad, la intendencia es manejada por Marcos Nuarte, su secretario de Gobierno.
- ¿Qué siente cuando escucha que usted no decide?
- Me molesta. Me rodeo de gente capaz y comprometida, muchos de ellos son del departamento y otros vienen de afuera, pero acá mando yo. Santa Rosa es un pueblo donde persiste el machismo y para algunos debe ser difícil entender que una mujer está a cargo; necesitan creer otra cosa, que gobierna un hombre, aunque sea entre bambalinas.
En política hay dos tipos de mujeres: las que llegan por el apellido o por su marido y, cada vez más, las que se construyen solas. Trigo es de las segundas: viene de una familia ajena a la política, es profesora de Matemáticas y milita en el radicalismo desde 1983; hace 15 años entró al Concejo, ocupó allí casi todos los puestos y por ello, conoce la tarea legislativa. En abril de 2016, tras la salida de Salgado se hizo cargo de la comuna de forma interina y un año después la ratificaron el 61% de los votos como candidata de Cambiemos. Es la única intendente electa de la provincia, pero no le pesa y hasta segura que "una mujer lleva ventaja en la negociación con un hombre".
Trigo admira a Raúl Alfonsín y sigue a Alfredo Cornejo pero lo que consiguió en política es mérito propio y no regala nada; cree que los cargos se ganan por capacidad y que el cupo femenino hoy no tiene sentido: "Es casi una ofensa para hombres y mujeres", sostiene.
Le pregunto por la crisis eterna en la que parece vivir Santa Rosa: en solo un par de meses, la oposición intentó suspenderla por la muerte de una menor en una plaza, fue amenazada por dos personas tras el despido de 152 empleados y esta semana, el peronismo no dio quorum para abrir la etapa de sesiones ordinarias, en repudio por el despido de esa gente.
Piensa un poco y culpa a la escaza capacitación de dirigentes y concejales: "La mayoría no conocen su tarea, los ediles no saben de leyes ni armar un proyecto. Me gustaría que eso cambie, que los ediles entren con una preparación legislativa, es lo mínimo que hay que exigirle a un candidato", sonríe y cierra optimista: "El panorama es complejo, pero vamos por buen camino ¿Las amenazas? No tengo tiempo para preocuparme".
A comienzos de mes, la comuna despidió a 152 empleados, que ingresaron a planta en la previa de las elecciones de 2015, algo prohibido por ley. En total, son 300 los casos, pero Norma Trigo asegura que no habrá más despidos y que "se ha hecho una salvedad con quienes son sostén de la casa o atraviesan una precariedad social grande".
Trigo subraya que la idea no es achicar gastos sino regularizar la situación laboral del municipio: "El que trabaja no tiene que temer, el que no hace nada sí; es por eso que a más de la mitad de los despedidos, se les ofreció continuar con la tarea, pero de manera regular, con un contrato".
Una fracción menor de esos despedidos se ha manifestado frente a la comuna y también ante el domicilio de Trigo; la cosa pasó a mayor cuando surgieron amenazas personales: "Mi dijeron que me van a prender fuego", confiesa la intendente.
El caso es investigado por el fiscal Gustavo Rosas, que calificó a la situación como "muy grave" y que en los próximos días podría imputar por el delito de amenazas a una persona ya identificada.