La palabra poética es la que dice lo que no dice, porque llega al final del sentido". Así define la escritora Liliana Bodoc el lenguaje que hace posible la literatura. Esa palabra que huye del sentido común y descree de una realidad explícita es la que envuelve la vida y obra de Norma Nieto, esta escritora alvearense que supo transitar los diversos géneros literarios para afincarse en el mágico mundo de la literatura infantil.
"Aprendí a leer y a escribir en la escuela Clemente Sarmiento, de Real del Padre. Cuando era muy chica participé en un concurso de una zapatería de San Rafael, envié los escritos por correo sin que supiera mi familia y gané". Así, Norma Nieto recuerda algunas de las primeras imágenes que anunciaban su destino ligado al arte de la narrativa.
Su padre era agricultor y su madre ama de casa. Norma creció en una finca del distrito sanrafaelino de Real del Padre a pocos kilómetros de General Alvear. "Mi Papá no dejó nunca de llevar literatura a mi casa. Comencé con las lecturas de revistas y luego pasé a los libros. Me considero una apasionada de la lectura", señala Norma, detallando su vínculo con los libros.
El día de su casamiento su padre le regaló una carpeta con todos los bollitos de papel de poesía que había escrito junto a un mechón de pelo de su juventud. "Ahí me di cuenta de que tenía que escribir. Mi padre me decía: “Tú cuenta siempre la verdad, nunca inventes” y yo le decía que había que poner algo de metáfora, de imaginación a la literatura", rememora Norma uno de los momentos clave de su vida.
Casi de manera inmediata llegaron los premios y reconocimientos. "En primer lugar un certamen de SADE (Sociedad Argentina de Escritores) y uno del Rotary Club. Entonces compongo y edito mi primer libro Beliflores blancas de poesía hace más o menos 20 años", afirma la escritora con un dejo de nostalgia.
La obra de Norma Nieto consta de ocho libros editados entre los que se destacan antologías con escritores locales, relatos regionales y su obra infantil. La docencia es otra de las aristas de su personalidad. A lo largo de su trayectoria dirigió numerosos talleres literarios en los que formó a escritores locales y muchas veces forjó un espacio de contención inestimable.
"En los primeros talleres con chicos vulnerables llegué a ser una mamá. Lloré mucho, me encontré con una realidad muy dura. En las clases había olor a pegamento. Yo buscaba las bolsas, se las sacaba y las tiraba. Fueron 16 chicos con realidades muy duras. Ellos llegaron a escribir tres libros. Ahora que ya son grandes y los veo con su familia formada, me pone muy contenta", narra Norma uno de los momentos más delicados que le deparó la literatura.
La llegada de su primer nieto cambiaría no sólo su entorno familiar sino que significaría un antes y un después en su profesión. "El libro “Un viaje en papel de caramelo” es una metáfora de la espera de los nueve meses de mi primer nieto. Así, Norma inició su derrotero por la literatura infantil.
Su segundo libro para niños "Yugualdo" fue distribuido en todas las escuelas y la llevaría a uno de los momentos cumbre de su labor. "Fui invitada al Congreso Nacional de Literatura Infanto Juvenil realizado en Mendoza. Me tocó dar la conferencia con Chanti en el aula magna de la Universidad Nacional de Cuyo. Y entonces yo me pregunte ¿Qué hago acá? Creo que ahí tome dimensión de lo que había escrito".
En el final de la charla con Los Andes, Norma Nieto imagina un futuro rodeada de sus afectos que siempre la apoyaron. Mientras tanto, espera terminar los libros "Demasiados Espantapájaros" y "Yugual-Dos". Escribir, para contar su historia, parece ser el designio que guía el andar de la escritora alvearense.
