Nobel de Economía por aportes a la “teoría de los contratos”

Las investigaciones del británico y el finlandés contribuyeron a comprender los riesgos potenciales en el diseño de los acuerdos entre las partes.

Nobel de Economía por aportes a la “teoría de los contratos”

El británico Oliver Hart y finlandés Bengt Holmström fueron galardonados con el Premio Nobel de Economía por su aporte a la Teoría de los Contratos.

La Academia sueca destacó la importancia de las herramientas teóricas creadas por Hart y Holmström a la hora de comprender los contratos en la vida real y las instituciones, así como los riesgos potenciales en el diseño de los mismos.

“Este año los premiados han desarrollado la teoría de los contratos, un amplio marco de análisis de los múltiples aspectos del contrato, como la remuneración de los directivos basada en sus resultados, las franquicias, los copagos en los seguros, o la privatización de las actividades del sector público”, explicó el jurado.

El jurado también señaló que el trabajo del dúo estableció “el basamento intelectual” para desarrollar políticas en áreas como la legislación de quiebras y bancarrotas y las constituciones políticas.

Ambos desarrollan su carrera profesional en Estados Unidos.  Hart, de 68 años, es profesor de Economía en la universidad de Harvard, mientras que Holmström, de 67, enseña fundamentos económicos en el MIT de Massachussets.

“Me desperté cerca de las  4:40 y me preguntaba si se estaba haciendo demasiado tarde para que fuera premiado este año, pero entonces afortunadamente sonó el teléfono.  Mi primera reacción fue abrazar a mi mujer, despertar a mi hijo pequeño y luego hablé con mi compañero de premio”, dijo Hart.

El economista, nacido en 1948 en Londres, obtuvo su doctorado en la universidad estadounidense de Princeton en 1974.

“Me sentí deslumbrado, como la mayor parte de ganadores, muy sorprendido y muy feliz”, añadió Holmström, quien enseña en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Además aseguró que todavía no sabe en qué gastará el dinero del premio: “Es lo último en lo que pienso ahora”, aseguró el economista que compartió premio con Hart.

Holmström, nacido en 1949 en Helsinki, es diplomado por la universidad californiana de Stanford.

“Los contratos son una forma increíblemente poderosa de pensar sobre partes de la economía. Son fundamentales para la idea de que el comercio es un 'quid pro quo' (una cosa por otra) y de que hay dos lados en una transacción”, explicó Hart en una entrevista concedida al Comité Nobel.

El año pasado el Nobel de Economía se concedió a Angus Deaton,catedrático de microeconomía de la Universidad de Princeton, por su análisis de los patrones del consumo, la pobreza y el bienestar.

El premio de Economía, oficialmente “premio del Banco de Suecia de ciencias económicas en memoria de Alfred Nobel”, es el penúltimo de esta temporada Nobel, después de los de medicina, física y química anunciados en Estocolmo, y el Nobel de la paz anunciado el viernes pasado en Oslo.

Los estudios sobre cómo medir la productividad laboral

En un mundo ideal, el mejor contrato no es sólo el que alinea los intereses de las partes. También, el que prevé qué hacer en caso de imprevistos.

Bengt Holmström, quien además de trabajar en la academia se ha desempeñado en el directorio de la gigante tecnológica Nokia, fue quien comenzó en los años setenta a trabajar en la teoría sobre la remuneración de los contratos laborales, ¿incluir o no un bonus en función del rendimiento del empleado?

El hallazgo de Holmström es que las remuneraciones de tipo variable son apropiadas sólo cuando es posible medir correctamente el rendimiento de las partes, algo no siempre sencillo.

Por ejemplo, en el caso de los ejecutivos que cobran una prima en función del valor de la acción de su empresa: ¿cuánto se debe a su gestión y cuánto a los vaivenes, alcistas o bajistas, que sufren constantemente los mercados?

Holmström demostró que la posibilidad de error era demasiado grande como para vincular la paga al precio de la acción y abogó por una medición alternativa: comparar el desempeño de su empresa con el de las rivales en el mismo período.

En los contratos laborales que vinculan la paga con el rendimiento, otro problema posible es generar distorsiones por elegir una variable de rendimiento que no abarca toda la producción.

El ejemplo habitual es el de los profesores que cobran más si sus alumnos obtienen mejores calificaciones en exámenes estándar, dejando de lado (y por lo tanto, desincentivando) aspectos tan importantes como el fomento de la creatividad.

Según Holmström, si es difícil de medir o si hay posibildades de distorsión, es mejor el salario fijo. En una revisión de su trabajo, el finlandés estudió la incorporación en el contrato de incentivos diferentes a los bonus salariales, como por ejemplo los ascensos.

El británico Hart no se concentró tanto en la alineación de los intereses en el momento de la firma sino en el futuro, cuando surge el conflicto que hoy no se puede prever.

Como el problema aún es desconocido, lo único que pueden fijar las partes en el contrato es quién tendrá el poder de decidir en ese momento.

El nombramiento de un mediador es el recurso clásico, pero Hart estudió conceptos innovadores como el de la empresa que concede un préstamo a un emprendedor, asegurándole la propiedad de su proyecto (y confiando en que eso lo incentivará a trabajar más duramente), y se reserva el derecho de retomar el control si el emprendedor no genera lo acordado por algún imprevisto.

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