Por carácter transitivo, y casi aleatorio, el laudo arbitral del presidente Macri que favoreció a Mendoza en su disputa con La Pampa y habilitó la construcción de la presa Portezuelo del Viento, fue como un refresh político para la figura del senador nacional Julio Cobos.
Dirigente con especial sentido de la intuición (sus detractores le endilgan un generoso y perpetuo baño de fortuna) pero también de sintonía con el electorado que en toda ocasión, ya sea tanto como gobernador, vicepresidente, diputado nacional y luego senador nacional, siempre lo acompañó, tuvo una reaparición al primer plano tras la entrevista que ayer publicó Los Andes.
Es que durante su gestión como gobernador entre 2003 y 2007, Portezuelo del Viento fue una especie de obsesión de una provincia en plena crisis energética, pero también un berrinche personal de su formación y metier de ingeniero civil.
Aquel sueño era como la "megaobra" propia para quedar en la historia. A tal punto llegó su empecinamiento que la ofreció a la Casa Rosada, entonces bajo la presidencia de Néstor Kirchner, como prenda de cambio por las demandas que Mendoza tenía con la Nación por los perjuicios de la Promoción Industrial.
Un 29 de febrero de 2006, Cobos y Kirchner firmaron en San Rafael el convenio, que de ahí en más quedó casi en la nada. Poco y nada pudieron hacer Jaque y Pérez ante la desidia de Cristina Fernández, hasta que Cornejo y Macri coincidieron firmemente en impulsarlo, incluso pese a las quejas pampeanas.
Lo cierto es que Cobos no es sólo una figura histórica. Ni parece conformarse con su rol de referente oficialista en el Senado donde aún le quedan tres años más de mandato hasta fines de 2021.
Por el contrario, y más allá de sus intenciones concretas o no de jugar en la política local, no deja pasar la oportunidad que le ofrece esta gentileza de un pasado que lo tuvo como hombre clave, para dejarse ver en el horizonte partidario primero, y de la opinión pública después y asegurar -sin decirlo- que un Cornejo sin reelección habilita a todos aquellos que se crean con chances a pelear su sucesión. Y en su fuero íntimo, más allá de las decisiones que tenga tomadas o que pueda tomar en el futuro, sabe que sus posibilidades están intactas.
Un par de frases de la entrevista de Horacio Meilán para este diario ratifican lo dicho. "Las candidaturas hay que resolverlas el año que viene, en primarias", y "no deben ser una cuestión traumática", aconseja; para luego asegurar que "por ahora uno no piensa en ningún tipo de candidatura".
Pero está claro que si pensara y se decidiera, las PASO pueden ser el mejor instrumento sin que nadie se ofenda o quede herido por el resultado.
Aunque hay más: "Cuando uno está en la escena política no puede descartar la posibilidad de ocupar algún cargo", agregó por si algún desprevenido quiere sacarlo de la carrera antes de tiempo.
Consciente del peso sus palabras, pone en contexto y desinfla a la vez casi hasta la exasperación: "Son cuestiones a leer en su momento. Hoy soy senador y trato de ejercer esa responsabilidad con eficacia y concentración. No pienso en otra cosa. Pero tampoco puedo decir que descarto cualquier otra posibilidad. Según las circunstancias de ese momento uno tomará la decisión que corresponda", desliza subiendo y bajando sus propias acciones en un movimiento que no tiene otra intención que mostrar su capital.
En su discurso público, Cobos siempre apuesta fuerte y luego relativiza, dejando puertas abiertas después que ya dijo lo que dijo y que le permiten redoblar o salir caminado hacia otro destino, según la situación.
La intriga y algún sobreactuado desinterés siempre le jugó a su favor, como si en todo caso lo que se definiera no fuera tan importante. Es parte de su estilo y de su lógica de juego político que a decir verdad, no le ha resultado para nada mal.
Anoticiado el oficialismo de sus intenciones, o que al menos no descarta ir por más, deberá prever ahora un lugar más en el lote de los postulantes a la sucesión de Cornejo.
La oposición, abrirá paraguas para no tener que enfrentar otra vez a quien consideran su "bestia negra", el político menos político que les dio severas derrotas electorales en varias ocasiones, la última en 2015.
Vueltas del destino o un don de la ubicuidad, Cobos siempre está jugando (o por jugar) el papel que mejor le sienta. El del hombre común sin aspiraciones que nunca descarta otra responsabilidad mayor.
Aunque parezca contradictorio, o sólo sea una práctica manera de avanzar en una selva repleta de lúcidos que nunca llegaron a nada y de sesudos a los que nadie jamás votaría.