Muchos nos lamentamos por la sucesión de accidentes viales y las muertes que este fenómeno genera desde hace muchos años (más de 8.000 muertes por año), pero siento que a pocos les importa si el individuo está en condiciones o no de manejar un vehículo.
Tengamos muy en cuenta que cuanta más gente esté preparada para transitar la vía pública, menos accidentes habrá. A veces conducimos como vivimos. Muchos ciudadanos diariamente viven a un ritmo inadecuado, acelerados, tratando de realizar hasta lo imposible en cada jornada, pero esta forma de vida nos trae, lamentablemente, consecuencias en nuestra salud que se reflejan en un gran porcentaje a la hora de manejar.
La tolerancia, la cortesía, todo suma para evitar accidentes, y raramente sucede en la vía pública. Es inevitable hablar de manera más generalizada para poder decir lo siguiente: en el estudio de la Seguridad Vial, analizando lo que se denomina el triángulo ergonómico (o de la seguridad vial: hombre, máquina, infraestructura), se ven reflejadas las siguientes estadísticas: 75% de los accidentes viales suceden por falla humana, 20% por problemas mecánicos y 5% por infraestructura.
El avance en la tecnología, principalmente en lo que se denomina seguridad activa y pasiva de los vehículos (principalmente autos), es en donde el hombre puso su acento en los últimos diez años. También vemos en la infraestructura algunas mejoras que son insuficientes, como autopistas, cartelería más moderna, marcaciones en rutas de todo tipo reflectivas horizontales, construcción de banquinas, etc.
No hay duda de que esta lectura muestra que el gran problema está en la parte humana. El 75% de las muertes en accidentes viales es por error humano. Además la gran parte de los accidentes se da en la franja etaria de 20 a 35 años. Hay que trabajar en prevención, y la prevención es sinónimo de educación. Éste es el punto en cuestión que nadie sabe cómo enfrentar y resolver.
La falta de conocimiento de las normas de tránsito para la utilización de la vía pública es casi general. Esto es visto a diario en todas las esquinas por peatones, automovilistas y motociclistas. Quienes deberían controlar y educar no lo hacen y, lo que es peor, no quieren o no saben hacerlo. El municipio es el primer responsable por distintas razones, pero quienes vivimos en la ciudad (con una mano en el corazón) también a veces no colaboramos para amortiguar la problemática.
La seguridad vial es la búsqueda del remedio inmediato para los males del tránsito. Yo no quiero más muertes en accidentes que podríamos evitar. También creo que una marcha no resuelve el problema. Seguramente el aporte de ideas y la aplicación inmediata de algunas medidas en el ámbito de la ciudad por parte de quienes nos gobiernan, más el trabajo y compromiso de todos nosotros, ayudaría a resolver esta problemática o disminuir los accidentes.
Mueren tantas personas por año que da escalofrío mencionar el número. Estoy convencido de que hay mucho por hacer; debemos proponer, resolver y aplicar. Prevenir es salvar una vida y salvar una vida no tiene precio.
Jeremías Rodríguez
DNI 41.752.680