La costa argentina y todo el país siguen consternados por el asesinato -a golpes, por un grupo de rugbiers- de Fernando Báez Sosa, el chico que había ido a pasar sus vacaciones con amigos en Villa Gessell-.
El deporte es una actividad lúdica (en casi todos los casos) y cada uno tiene su lógica por el reglamento y juego. No todos los que practican una actividad son iguales a los otros. Nadie puede asegurar que todos son idénticos ante determinada situación. Ni que se comportan siempre de la misma manera aunque pueden tener un patrón de conducta.
La violencia no conoce de las castas sociales, deportes elitistas o populares son lo mismo en el momento en el que una persona decide solucionar un problema con impetuosidad. Está en nosotros sea donde sea, en nuestro país, hay un SIN SENTIDO a la vida que alarma, preocupa, y es parte de la degradación social que tenemos. La educación comienza en la familia y después se sigue formando un niño, adolescente en la escuela, clubes, etc. Pero la principal enseñanza es la del núcleo familiar. Es donde se aprende lo que está bien y lo que está mal. Es donde los buenos valores deben estar siempre presentes.
No todos los que juegan al RUGBY (deporte que practiqué en el club Tacurú de San Martín desde los 5 a los 13 años) tendrían una actitud como la que tuvieron los 10 detenidos, oriundos de Zárate, que terminó con la vida de Fernando. No todos atacarían a alguien de la manera feroz con la que lo hicieron y desleal en la que seguían pateándolo en el piso. Ellos destruyeron una familia y también la de ellos porque dudo que sus padres (ninguno salió a hablar) estén orgullosos de lo que hicieron. Cometieron un error y deberán pagar por eso.
En mi caso jamás un entrenador de rugby nos enseñó a pelear o a patotear. Nunca nos inculcó la violencia para solucionar algunas situaciones. Los valores eran el compañerismo dentro de la cancha con los de tu equipo y después, en el tercer tiempo, con los rivales también. Nada malo puedo decir de aquellos años en los que me formé con el rugby y es por eso que no voy a estigmatizar el deporte por el asesinato de Fernando. No puedo hablar en primera persona sobre lo que les pueden haber inculcado a los 10 implicados en el caso de Báez Sosa, tampoco lo que les enseñan desde los 14 años en adelante donde la adolescencia comienza la rebeldía pero si dejo en claro mi postura y quiero justicia para que pueda descansar en paz y su familia pueda seguir esta vida con el golpe más duro a cuestas. Para los 10 implicados la pena máxima por lo que hicieron.
Lo qué pasó en Gessell también es consecuencia de la poca presencia del estado con la fuerza de seguridad. Ver las imágenes de lo que sucedió basta para graficar que la calle, por lo menos allí, es tierra de nadie o, en esos casos, de los violentos que se creen los dueños por el uso de la fuerza corporal. Deberán dictarse normas municipales y del gobierno. Poner un límite no es una dictadura y, por cómo estamos viviendo, sería lo lógico que se recuperen las reglas de la sociedad con un solo valor que sea el cimiento más importante: el respeto por el otro.
Empatía es lo que debemos tener ante estos hechos aberrantes y no podemos quedarnos quietos si queremos mejorar nuestra sociedad. Agrego que en la era digital, muchas veces, nos convierte en testigos inmóviles por buscar grabar el video que podría ser viral creyendo que eso es empatía para no actuar proactivamente para evitar lo qué pasó. Esto es parte de la responsabilidad social. No podemos dejar que todo siga igual y que una vida, de alguien que tenía muchos sueños por cumplir, se termine de manera brutal, salvaje como cruel.
Los deportes no crean asesinos pero, en algunos casos, puede potenciarlos. No son todos iguales y lo que deberá cambiarse son algunos paradigmas. Tenemos que modificar varias cosas porque el rumbo que estamos transitando no es el correcto.