El FC Barcelona le ganó 4 a 2 al Sevilla y recuperó el liderato en un partido marcado por la lesión de Messi, que dio una asistencia y metió un golazo en los veinte minutos que estuvo en el campo. Sensación agridulce para los culés, preocupados por si su estrella se pierde el Clásico del próximo domingo.
Hay noches en las que se respira el ambiente de las grandes ocasiones. Esta era una de esas por muchos motivos propios, pero el principal era ajeno. El Real Madrid acababa de perder, otra vez en casa y contra el Levante, un equipo teóricamente muy inferior. El Barça llevaba cuatro partidos sin ganar y sabía que era una oportunidad única para trasladar la crisis claramente hacia la capital. Pero delante no solo tenía a un Sevilla siempre combativo, sino que esta vez venía al Camp Nou por encima en la tabla. Las condiciones estaban servidas para redimirse de un inicio de campeonato irregular o sumirse en la depresión de los favoritos.
Antes de que la pelota echara a rodar hubo un momento emotivo con perfume albiceleste. Javier Saviola fue quien le entregó a Messi el premio MVP del mes de septiembre. Además, se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas mortales por las recientes riadas en Mallorca.
Arrancó el partido con el Barça tocando y tocando y antes de que el Sevilla se diera cuenta Semedo se metió como un cuchillo desde la derecha y se la dio a Suárez, que tocó cortita para Messi. Ahí como siempre saltó la chispa mágica y Leo la filtró perfecta para Coutinho, que la puso en el ángulo para gritar el primero de la noche. Golazo antes del minuto 2. Pero el Sevilla no venía de paseo e instantes después orquestó un gran contragolpe que Arana remató al palo. Antes del minuto 10 la gente ya estaba con la mirada en el verde, que cumplía con creces todas las expectativas. El Barça volvía a demostrar la dinámica de la temporada: fuerte arriba, regulares en medio y dudas atrás. Pero cuando arriba tienes al mejor, con media ocasión te mata. Así llegó el segundo, pelota que recibe Leo a treinta metros del arco de Vaclik y carrera fulgurante sorteando rivales para presentarse al borde del área y zurdazo a la red. Los andaluces se quedaron mirándose entre ellos con cara de yo tampoco.
Era el primer partido del brasilero Arthur como timón en la medular, al lado de Busquets y Rakitic, y lo cierto es que lo hizo francamente bien. Parece que al recién llegado no le queda grande el papel. Su homólogo en el Sevilla no tocaba ninguna. Banega suele levantar bien a su equipo en estas ocasiones, pero a los hispalenses no les duraba nada la pelota. En una de esas Messi tiró un caño, pero le pegaron duro y se fue al suelo. Lo sacaron del campo para atenderle y el Barça jugó con diez muchos minutos. Le vendaron el codo en el lateral y tuvo que irse a los vestuarios en el minuto 22 para la preocupación de todos los presentes. Se hizo el silencio en el Camp Nou por momentos. Dembelé salió en su lugar y no tardó ni un minuto en hacer un jugadón personal que casi significa el tercero para los locales. Pero era indudable que el juego del Barça había cambiado por completo tras la salida precipitada de Leo.
odos esperaban más con la dupla que forman André Silva y Ben Yedder en la delantera visitante, pero la verdad es que en la primera media hora no tocaron una. Y es que cuando Banega no maneja el Sevilla no anda. En realidad, los dos equipos bajaron un cambio. Al final van a tener razón esos que dicen que si Messi no está en el campo estamos hablando de un partido cualquiera. Coutinho, Suárez y Dembelé son una gran delantera, pero aún así quedan tan lejos…
La segunda confirmó esa premisa. No Messi no party. Era imposible no echar de menos al rosarino. Las carencias de Suárez se notan mucho más cuando su amigo no está en el campo. Es posible que estemos ante el inicio del final de la carrera del uruguayo. Tiene incidencia en el juego, pero nunca relevancia. Pelea cada pelota como siempre, pero desaprovecha ocasiones como nunca. Hasta que metió el tres a cero de penal en el minuto 63 todo el mundo presenció lo desesperante que puede llegar a ser Lusito. Las pelotas llegaban hasta él pero se cansa de malgastarlas. El Sevilla transitó tan aislado e intermitente que apenas una pelota al palo incomodó a los locales. Y Gerard Piqué se ocupó de desbaratar el resto de las opciones de los de Pablo Machín. Todas, menos un tiro aislado de Pablo Sarabia que pegó en un jugador del Barça para desestabilizar a Ter Stegen y poner el 3 a 1 a falta de diez minutos.
Esos últimos minutos fueron una locura, con el partido roto y un recital del arquero alemán del Barça. Llegó a sacar hasta cuatro remates a puerta, dos de ellas clarísimas, que por si no acabaron de desmoralizar a los sevillistas lo suficiente, tuvieron que sufrir el 4 a 1 de los pies de su exjugador Iván Rakitic. En el tiempo de descuento Muriel metió el 4 a 2 y el partido murió como nació, dando un buen espectáculo, pero marcando una gran diferencia entre el antes y el después de la lesión del mejor jugador del mundo.
artido y jornada redonda para el Barcelona en lo numérico, que arrancó la jornada cuarto y la terminó primero. Está por ver si le sale caro a los catalanes si Messi no se recupera a tiempo para los próximos partidos. La crisis queda de momento traspasada al máximo rival, a la espera de los dos próximos grandes duelos, donde el Barça recibirá en casa al Inter de Milán de Icardi y al propio Real Madrid, que llegará más necesitado que nunca al Clásico del próximo domingo.