No es novedad decir que a Independiente le es más cómodo ceder protagonismo; bajo esta condición se mueve como pez en el agua. Y no precisamente porque sea un gran contragolpeador (como lo era el modelo 2015 de los rapiditos Méndez, Cerutti y Gautier) sino porque sufre mucho las responsabilidades.
Es decir, el escenario de ayer en Jujuy era casi ideal para que se luzca el Azul: era visitante y enfrente estaba nada menos que el escolta de Talleres de Córdoba. Y el Lobo cayó en el ardid. Se complicaba muchas veces solo en el traslado del balón y sorprendió con algunos pelotazos largos que tomaron por sorpresa a la última línea Azul que se plantaba bien arriba, lejos de los tres palos de Scapparoni.
Un cabezazo alto de Michel, solo dentro del área chica, y un tiro libre rasante de Sánchez que encontró bien parado a Scapparoni era la único que contabilizaba el local finalizada la primera parte.
¿Y el Azul? Tuvo dos, ambas en los pies de González: primero con un disparo de media distancia que Cavallotti mandó al tiro de esquina y luego una mala salida del portero local en un tiro libre de Abelairas que le quedó al rubio mediocampista, quien le pegó al arco pero la pelota dio en un defensor local cuando la valla estaba vacía. Parecía todo controlado y la tabla de posiciones podía afirmarse hasta ese momento que mentía: no hay doce puntos de distancia entre uno y otro.
El complemento iba mostrar una versión mejorada del equipo de Córdoba. Ya con más tiempo con la pelota en los pies y a los 8' Agüero metía un cabezazo que se iba apenas ancho. La pelota parada es casi el único argumento que tiene Independiente para romper el cero. En realidad el único.
Un ratito con Instituto, otro rato con Almagro y lo mejor se vio contra Crucero del Norte. Todos esos 'ratitos' juntos no hacen un partido entero bueno de Independiente en el torneo. Explicaciones sobran para los seis puntos.
El local respondía con cambios ofensivos y quebrantaba así la voluntad del Azul de pararse lejos del arco de Scapparoni. El Lobo lo fue metiendo con voluntad más que con buen juego. Noriega cabecea una pelota por sobre el travesaño, Scapparoni le tapa una media vuelta casi dentro del área chica a Vila y más tarde le vuelve ahogar el grito al mismo delantero en un mano a mano.
El arquero la mandaba al tiro de esquina y allí nació el gol del local. La pelota cae al punto penal, nadie despeja y Maldonado, con una 'cabriola' como la calificó el Profe Córdoba hacía estallar el estadio. Gimnasia sabía que estaba jugando muy mal y que los tres puntos eran demasiado premio. Por eso el festejo alocado en Jujuy. Se había jugado mal y pese a eso se quedaba con una fortuna.
Para Independiente era más de lo mismo. Dejó una imagen digna, dio la sensación de ser injusta la derrota pero tampoco hace demasiado por sumar de a tres. Se queda a mitad de camino con todo lo que intenta. Ataca a medias y defiende a medias. En Jujuy quedó claro que sólo con actitud no alcanza. Necesita urgente encontrar una identidad. Y las urgencias, en la mayoría de las ocasiones, no llevan a buen puerto.