No maten al campo

El viernes pasado se cumplieron siete años de aquel voto no positivo a la resolución 125/08 que provocó las iras de Cristina. El campo argentino, devastado, salió a gritar en este aniversario: “No nos maten”.

No maten  al campo

Por Alfredo Leuco - Periodista

Lo prometido es deuda. Hace un par de semanas hice una columna intentando denunciar la grave situación por la que atraviesa el campo. Recibí cientos de pedidos para que la repitiera. Hasta nuestro compañero Martín Melo la publicó en su página. Es que el viernes fue un día muy especial. A lo largo y a lo ancho del país, los chacareros dijeron basta. Hay mucha bronca y la han expresado con sus protestas en cada ruta, en cada asamblea, en cada tranquera.

No será aquel glorioso grito de Alcorta, pero el grito actual del campo es estremecedor: “No nos maten”. Eso es lo que están pidiendo los productores agropecuarios a la vera de las rutas y en los pueblos del interior profundo de la Argentina. Así de simple y de cruel: No maten al campo” dicen sus gargantas y sus pancartas. Son gente que trabaja la tierra de sol a sol, y muchos de ellos están fundidos o barranca abajo por la suma de mala praxis y venganza que baja desde el gobierno de Cristina. Ella nunca pudo superar aquella triple paliza que recibió su gobierno por la 125/08. Hace poco volví sobre el tema porque Cristina, en un gesto que repite, se quiso sacar de encima la culpa por ese feroz ataque al campo y tiró toda la responsabilidad a Martín Lousteau. Como si el ministro, el autor de las retenciones que tanta bronca generaron, hubiera sido el responsable de humillaciones como golpistas agrocargas y grupos de tareas o piquetes de la abundancia que utilizaron tanto Néstor como Cristina.

Cuando hablo de la triple derrota que sufrió el Gobierno por su infantilismo ignorante de la nueva revolución tecnológica del campo me refiero a las calles, con aquellas multitudinarias manifestaciones en el monumento a la Bandera, en Rosario, y a Los Españoles, en Palermo. O el duro revés electoral que sufrieron en las elecciones cuando la lista encabezada por Néstor, Scioli y Massa perdió a manos de Francisco de Narváez. Y ni qué hablar de aquella madrugada con el país en vilo cuando Julio Cobos pronunció ese voto no positivo que cambió todo. Han pasado 7 años de aquel terremoto parlamentario para el Gobierno. Los productores quieren bautizar el 17 de julio como el “día del gobierno no positivo”. ¿Se acuerdan que Cristina se enojó tanto que quiso tirarle el gobierno por la cabeza a los argentinos? Tuvo que intervenir telefónicamente Lula para que ella no presentara su renuncia porque “este pueblo no nos merece, Néstor”, como dijo en ese momento. Cristina no se olvida más. Por eso su actitud revanchista. Porque hay medidas de gobierno que perjudican al campo y no benefician a nadie. Son solamente caprichos o la puesta en acto de aquella vieja consigna setentista y autoritaria de “Ni olvido ni perdón”.

Entre otras cosas, por eso el campesino está como está. En muchos lugares, la política oficial parece de tierra arrasada. Hacen todo al revés de lo que indica el sentido común. Ahora quieren cobrar un impuesto más a las bebidas alcohólicas y no se dan cuenta de que los productores de vinos de Mendoza y San Juan están en la lona.

De carne somos. Como seres humanos y argentinos podemos decir eso sin temor a equivocarnos. De carne y de tango y de fútbol somos en el mundo. Fuimos los primeros exportadores y gracias a la revolución kirchnerista nos caímos al puesto 14. ¿Escuchó bien? El país del bife de chorizo mas famoso del mundo hoy exporta menos que Uruguay y Paraguay. Despropósitos de la era K. Cerraron 135 frigoríficos y hay 27 mil productores ganaderos y 18 mil puestos de trabajo menos. ¿Eso es progresismo o masoquismo? Eso es dilapidar los mejores vientos de progreso en un siglo.

Pero lo incomprensible sigue presente cuando hablamos del maíz. Un camión cargado que va de Salta al puerto es un agujero negro de irracionalidad. El flete cuesta más caro que la carga. No le estoy mintiendo. Esas barbaridades se producen. Y no hay con quién hablar. La nueva conducción de la Federación Agraria agachó la cabeza para negociar con el Gobierno y solo recibieron anchoas en el desierto. Cortes de manga. Así suele pagar Cristina.

Un informe de Juan José Llach es riguroso para mostrar la cara oculta del campo. O la que el Gobierno quiere ocultar. En trigo, cayó más de la mitad nuestra participación en la producción mundial. Tenemos la menor superficie sembrada en 111 años. Y Brasil nos superó largamente. En maíz estamos estancados. Pero nuestros vecinos del Mercosur aumentaron fuerte la producción.

Hoy nos ganan países con menos ventajas naturales. Producimos la misma cantidad de leche que hace 16 años. Uruguay produce el 70% más y Brasil 66% más. ¿Que me cuenta? Son números duros.

Acá no hay lugar para sembrar verso y cosechar relato. Ni hablar de las economías regionales, empezando por las peras y manzanas que están a la deriva. El damasco no lo quisieron ni levantar. Le pagaban un peso por kilo y en el súper cuesta 25 pesos el kilo.

¿Quien puede aguantar sequías, inundaciones, maltrato, inflación, atraso del tipo de cambio y una asfixia impositiva que encima es regresiva, es decir que genera mayor desigualdad social? Y eso que tenemos la agricultura más competitiva del mundo y que somos el país que más granos produce por habitantes en el planeta.

Una cosa es el campo afuera. Y otra es afuera el campo. Una cosa es tierra adentro y otra muy distinta es tierra arrasada. Así se podría definir la política de Cristina con el mundo de la producción agropecuaria. Cristina vuelve al llano y deja nuestro país con menos carne, con menos leche, con menos trigo y menos maíz.

Somos privilegiados. Solo 10 % de la población mundial vive en países con excedentes en alimentos. Podríamos abastecer toda la demanda, pero el Gobierno mira para otro lado. Hay más de 5 millones de compatriotas que sufren algún grado de desnutrición. No se puede creer pero es cierto. Afuera el campo y tierra arrasada. Que Dios y la patria se lo demanden.

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