No más triunfalismos políticos

Después de un par de meses de agobio económico y financiero, un poco de calma ha renacido en la Argentina.

No más triunfalismos políticos
No más triunfalismos políticos

En lo político y económico la última semana dejó un saldo más favorable para la Argentina, al menos en comparación con las dificilísimas situaciones vividas en los dos meses que pasaron.

Independientemente del descontento y preocupación existentes por los efectos de las medidas de achique que el gobierno nacional se ve obligado a realizar -se reflejan de algún modo en el paro de actividades previsto para mañana en todo el país y en las advertencias de la Iglesia sobre la repercusión del ajuste en las clases sociales más necesitadas-, las perspectivas tienden a un futuro cercano más alentador.

Por ello deberán ser las autoridades las que se encarguen de que la ayuda financiera baje en beneficio de la sociedad y no sea derivada una vez más a solucionar problemas generalmente basados en la ineficiencia en la función pública.

El acuerdo logrado con el Fondo Monetario Internacional y la reclasificación internacional de la economía argentina, declarándosela como mercado emergente después de una década en una calificación inferior, son hechos que demuestran que el país ya posee el apoyo externo que venía necesitando para terminar de proyectarse al mundo como confiable.

A estos aspectos hay que agregar la relativa calma interna que ha derivado del propio entendimiento con el FMI y el recambio de funcionarios que dispuso el presidente Macri para dominar aspectos de la economía que indudablemente se habían salido de madre.

El primer mandatario renovó responsables en áreas estratégicas en estos momentos para su administración y en casos puntuales, como la incorporación del economista Dante Sica en Producción, envió una señal de apertura hacia personas no directamente vinculadas con la estructura del partido que lidera.

La primera lectura que surge de todos estos hechos es que de ahora en más la habilidad política del gobierno nacional deberá ser determinante para volver a generar confianza en una buena parte de la ciudadanía que optó por el cambio propuesto, pero que fue experimentando decepciones que cada vez más se expresan en cuanto sondeo de opinión se conoce.

Vale reiterar que tras el importante triunfo electoral de medio término, el oficialismo cayó en una suerte de triunfalismo que se expresó no sólo en desacertadas medidas que adoptó, sino, fundamentalmente, en el pensamiento y modo de expresarse de muchos de sus integrantes.

Ya hemos expresado recientemente desde este mismo espacio que no es desatinado el reclamo del FMI de un fuerte compromiso político, y de la sociedad argentina en general. para que el esfuerzo al que el país se compromete con la toma del importante crédito del organismo arroje resultados positivos para la gente y no se dilapide en la cobertura de necesidades del Estado, como ya hemos señalado antes.

Pero es fundamental para eso la madurez general de la clase política: el acuerdo con el FMI y las políticas que de él deriven se trasladarán a la futura administración, sea o no del signo político de Cambiemos.

En síntesis: el Gobierno no deberá cometer los mismos errores, o considerar que no los cometió, como muchos argumentaron, mientras que la oposición deberá aportar responsablemente, lo que no significa callarse o no expresar disensos.

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