En la Bodega todavía se agarran la cabeza. No logran entender cómo el equipo dejó pasar la oportunidad de sumar esos tres puntos que prácticamente tenía en el bolsillo. Independiente estaba con diez hombres y no encontraba los caminos para inquietar a Sebastián Moyano en el área de enfrente. Sin embargo, entre Leandro Fernández, Claudio Aquino y Diego Rodríguez se encargaban de dejar con vida al Rojo de Jorge Almirón.
Se olvidaron que en cancha estaba Federico Mancuello, quizá el mediocampista más desequilibrante del fútbol argentino en la actualidad. Ese que es el goleador del campeonato junto a Teo Gutiérrez con ocho tantos. El mismo que hizo revolcar a Moyano cuando nada sucedía y que fue corriendo a tomar el tiro de esquina que ejecutó con maestría. Cerrado, al segundo palo de un Moyano que reaccionó tarde y se encontró con un Alexis Zárate que la empujó de cabeza casi en la línea. Era gol olímpico igual...
Antes de esa situación, el Tomba tuvo todo para ganar. Tiempo, espacios y situaciones frente al Ruso Rodríguez. Pero volvió a fallar. Al igual que ante Defensa y Justicia, River y San Lorenzo, se le nubló la vista a la hora de darle un pase a la red.
Después del gol de Zárate, lo pudo haber ganado con ese derechazo foribundo de López de afuera o -más clara aún- en esa pelota que le quedó boyando a Fernández adentro del área chica y que culminó con una “masita”. Ojo, también lo pudo perder. En ese minuto 48’ del complemento, si al gran Mancuello le quedaba para la zurda en lugar de la de “palo”... la historia hubiese sido otra.
Sin embargo, mucho más allá del resultado, es que el Tomba mostró señales positivas. El nuevo dibujo táctico (4-3-1-2) le dio mayor equilibrio y no hubo tantos desacoples defensivos.
Eso sí, José Luis Fernández no está para marcar la punta izquierda, sino para jugar de volante por ese sector. Por más que haya cumplido esa función con otros DT, debería jugar un 3 de oficio como Guillermo Cosaro. Zuqui demostró que es “8” y no “doble 5” y Ramírez no debió salir de ninguna manera. El viernes, ante el escolta, tiene otra chance.
