Con sus dos goles de ayer, Lionel Messi volvió a romper otro récord (y van). Volvió a demostrar que hay (muy) pocos jugadores como él en el universo futbolero.
Fue el de siempre, ese animalito de área que sólo tiene en mente buscar el gol y lo demostró hasta en los minutos finales, cuando el partido ante el Ajax ya estaba terminado porque él no quería sólo alcanzar a Raúl como máximo goleador de la Champions, sino que quería pasarlo, plantar la bandera argentina en la cima. No pudo, pero ya lo dejó a tiro y le volvió a ganar de mano a Cristiano Ronaldo, que el martes tuvo la oportunidad de ser el primero en llegar al récord, pero la presión también le jugó en contra a CR7 y la Pulga le ganó de mano.
Por eso a Lionel no hay que criticarlo, hay que admirarlo.
Es que Lionel siempre va a tener la imagen de Diego Maradona en la cabecera de su cama, siempre lo van a comparar porque hace goles como los de Diego, es zurdo como Diego, le pega a los tiros libres muy parecido a como lo hacía Diego… pero no es Diego muchachos, es Lio y está escribiendo su propia historia.
Pero mientras hay personas a las que les cuesta reemplazar la camiseta con el “10” del ‘86 (yo soy uno de esos) por la “10” del 2014. No tenemos que dejar de admirar a este pibe al que le tocó lidiar con la imagen mayor ícono del fútbol argentino… y mal no le está yendo. Está en camino a ser el más ganador y los argentinos tenemos que acompañarlo y no hacerle zancadillas.