Mendoza viene experimentando cambios en las condiciones climáticas que han hecho que en los últimos diez años hayan disminuido las nevadas en las cuencas cordilleranas y, por lo tanto, van cayendo las reservas y la cantidad de agua disponible.
El proceso de calentamiento global genera, además, una aceleración de los deshielos de los glaciares, cuya superficie ha disminuido de forma clara y preocupante. Esto significa que la disponibilidad de agua será cada vez menor toda vez que la población crece.
Los pronósticos del Servicio Meteorológico Nacional para el próximo invierno auguran a Mendoza temperaturas medias superiores a los promedios normales y precipitaciones medias inferiores a las normales, lo que confirma el cuadro precedente.
En medio de la cuarentena este tema se pone de nuevo sobre la mesa pero es una realidad con la que hay que convivir y es muy importante darle la importancia que tiene.
La escasez de agua llegó para quedarse en Mendoza y esta es la nueva normalidad. Frente a este proceso, es hora de tomar decisiones de fondo en donde intervienen varias posibilidades, que suelen sintetizarse por las 3 C: Convicción, Conveniencia o Coerción. Estas posibilidades se dan en varios escenarios donde los procesos de cambio suponen, también, cambios culturales.
La Convicción hace que las personas operen rápidamente para generar los cambios y adaptarse a la nueva realidad. Suelen ser los que, al anticiparse pueden obtener ventajas o que la escasez no los encuentre desprevenidos
La Conveniencia es la actitud de aquellos que, sin estar muy convencidos, entienden que tienen que hacerlo para ganar posiciones o generar ahorros a futuro. Es una posición válida que con el tiempo, suele transformarse en convicción, a medida que se conocen los resultados concretos.
La Coerción es el último resorte que le queda al Estado para obligar a cambiar a quienes han resistido toda difusión de la conveniencia o necesidad y las consecuencias sociales que, ante la escasez, puede generar una conducta de derroche o uso inapropiado.
Pero para que estas posibilidades comiencen a jugar es fundamental abundar en la difusión de la situación mientras, además, comienzan hacerse planes y a concretarse cambios profundos para mejorar la administración del recurso y seguir disminuyendo las pérdidas por infiltración o deficiencias en los sistemas de distribución.
El problema del agua el año próximo será peor que en el actual y los pronósticos ya lo están anticipando por lo que estamos en una carrera contra el tiempo. Nadie podrá declararse sorprendido cuando lleguen las noticias.
Pero este proceso requiere un liderazgo claro del Estado. Por ser el agua un recurso escaso, nuestras instituciones crearon el “Gobierno del agua” en cabeza del Departamento general de Irrigación, que es quien debe lidera el proceso de difusión y de planificación, pero también debe existir un compromiso explícito de todo el gobierno porque la escasez impacta no solo en los productivo, sino también en la educación, lo sanitario y hasta en la seguridad.
No hay que dejar que el árbol tape el bosque. La crisis sanitaria generó el máximo de atención en la mayoría de los funcionarios, pero debe haber una parte que siga gestionando los temas centrales y de fondo y este es de vital importancia porque es una tendencia ya instalada y hasta declarada por el mismo organismo, pero esto solo es el principio.
En síntesis, el tema del agua es vital para Mendoza. Condicionará el ordenamiento territorial, el sistema productivo, la estrategia urbanística, la salud pública y hasta actividades que pronto volverán a sentirse, como el turismo. Hoy más que nunca recordamos, ¡no se olviden del agua!
