Todo tiene que ver con todo… ¿obvio no? Sí. A la vista está con un hecho aparentemente menor, pero que, a la postre -en el plano internacional e interno- se reveló como de importantísimas consecuencias. Nos referimos a la detención del pastor evangélico y ciudadano estadounidense Andrew Brunson en Turquía, acusado de terrorismo y espionaje.
Comprender ese hecho, desde la complejidad e interdependencia del mundo actual, es darle su correcto significado y alcance, en el contexto de la estrecha relación bilateral EEUU/Turquía, las capacidades de poder nacional, la personalidad de sus líderes, los últimos acontecimientos mundiales y la ubicuidad de Turquía.
Una interpretación -de otras tantas- nos permite vincular, entre otras cosas, la política exterior de Trump con la política interna de Turquía, con el aumento del "riesgo país" en Argentina, una posible "crisis" de los países emergentes, etc., y así sucesivamente.
Un hecho jurisdiccional interno, un pedido de protección diplomática y sanciones internacionales, generaron la primera onda expansiva. La espiral continuó, con el desplome de la lira turca y crisis de deuda externa, contramedidas, pánico de inversionistas, etc., y como círculos concéntricos, los estertores de aquella crisis llegan a puntos tan lejanos como Argentina. ¿Alcanzará a todos los emergentes? ¿La crisis vino para quedarse?
Escudriñar si lo acontecido es lo buscado o no por lo líderes políticos, es intentar hacer psicologismo. Movámonos con la realidad mediatizada de que disponemos. Quizá lo más cauto sería decir, en el plano internacional, que fue una chispa en un "polvorín" predispuesto.
Es que hace tiempo que las relaciones bilaterales entre EEUU y Turquía no pasan por un buen momento, principalmente por las distintas posiciones respecto al conflicto en Siria y los vínculos de Ankara con Rusia e Irán.
El giro autoritario de Erdogan y el repudio turco al traslado de la embajada norteamericana a Jerusalén, sumó tensión. Paradoja entre aliados en el marco de la OTAN (Washington tiene en suelo turco, entre otras, la base aérea de Incirlik).
La historia está jalonada de conflictos por la protección de los intereses económicos nacionales en el extranjero, por expropiaciones, destrato igualitario, etc.; pero resulta difícil creer que por un individuo (hombre de fe, cuya grey dicen no supera la centena en Esmirna) se acepten consecuencias negativas, principalmente económicas, para otros muchos miles. Miles como los tantos americanos que hoy pueden estar de turistas o por cualquier otro motivo en Turquía.
Pero la interdependencia no nos permite movernos unidireccionalmente, una devaluación de la lira "no querida" repercute favorablemente en la balanza comercial, en los flujos turísticos, etc. Las sanciones internacionales alimentan el espíritu nacionalista, la cohesión sobre el gobierno, distraen la opinión pública interna de otros asuntos, etc.
Resulta difícil comprender que el "asunto" haya escalado a la agenda bilateral. Se habla de un "intercambio" entre Brunson y Fethullah Gúlen, clérigo turco asilado en EEUU y sindicado como ideólogo del golpe fallido contra Erdogan. Pero así es el mundo hoy. Cooperación y conflicto van de la mano. Complejidad es la premisa.
Realidades de poder internacional… lo que para el común de los Estados se movería en el ámbito de lo jurídico o de la asistencia consular, para los EEUU, mejor dicho para la "administración Trump" es una cuestión de política exterior y como efecto no querido, para Turquía.
Estamos metafóricamente hablando ante un caso de deflagración, combustión súbita pero sin explosión de las relaciones bilaterales.
Es que no hay hecho menor, no hay acontecimiento puramente interno o internacional... O tal vez sí, unas consecuencias no queridas (o eso se ha dejado trascender).
Claro, sólo una certeza tenemos... tener un pasaporte norteamericano … sí es un hecho mayor.