No hay fin de la era Castro en Cuba

Cuba no será gobernada por un presidente de apellido Castro, pero en los hechos el poder quedará en manos de uno de ellos, de Raúl Castro.

No hay fin de la era Castro en Cuba
No hay fin de la era Castro en Cuba

Miguel Díaz Canel será -cuando asuma sus funciones- la primera persona que dirigirá Cuba, desde 1959 hasta la fecha, que no se apellida Castro.

Pero, si bien en los papeles y a nivel internacional figurará como detentando la primera magistratura del país, en los hechos no sucederá así, en razón de que el sistema de "democracia indirecta" que se ha impuesto en la isla impone que el presidente debe aceptar lo que determine el Partido Comunista Cubano, el que continuará, al menos por cinco años más, en manos de Raúl Castro.

Lo inconcebible del caso es que se montó un escenario imponente, con transmisión directa a través de los canales "autorizados" (Telesur fue uno de ellos), de un acto "democrático" con un resultado final por todos conocido, porque había sido acordado previamente.

En el marco de lo señalado, para quien pudo observar la transmisión sin ningún tipo de bandería política, resultó preocupante, lamentable y hasta indignante comprobar cómo se movían las piezas para terminar decidiendo lo que ya todos sabían, que era la decisión de dejar la presidencia en manos de Díaz Canel.

A punto tal llegó la situación que, en la elección previa de la asamblea nacional, los propuestos fueron aprobados por la totalidad de los diputados, lo que indica que se votaron a ellos mismos.

Como también resultó inquietante que el nuevo presidente tuviera una dependencia absoluta, inclusive en sus movimientos, de lo que iba decidiendo Raúl Castro.

Debemos partir de una base, que consiste en el hecho de que si bien Cuba se parece a Venezuela en lo concerniente a las libertades políticas -en ambos países no se permite, en los hechos la oposición- no sucede lo mismo con la situación social.

Porque en Venezuela la gente no puede acceder a los artículos de primera necesidad ni a los medicamentos, lo que está generando la reaparición de enfermedades que se consideraban superadas, como es el caso del sarampión, a lo que se suma la emigración constante de gente desesperada que deja el país por el simple hecho de poder comer.

En Cuba, por su parte, esas primeras necesidades son cubiertas con el racionamiento de alimentos, aunque también cabe advertir que en las cercanías de los hoteles de La Habana es mucha la gente que se acerca para solicitarles hasta los jabones del hotel a los turistas, en razón de que es uno de los artículos faltantes en la isla. Y ese es solo uno de los muchos ejemplos.

De todos modos, es dable señalar que las diferencias en el modo de vida entre cubanos y venezolanos es muy amplio.

En el plano político las diferencias no son importantes. Porque mientras en Venezuela Nicolás Maduro recurre a cualquier elemento que se encuentre a su alcance para permanecer en el poder, en Cuba los hermanos Castro instauraron un aceitado mecanismo para asegurar la continuidad del comunismo.

En la isla, la sucesión presidencial debe seguir el proceso establecido en la Constitución y en la ley electoral de 1992 y es elegido por la Asamblea Nacional de entre uno de sus 605 miembros.

Al decir de los observadores, el sistema fue "modelado a la medida del liderazgo y la legitimidad histórica de Fidel Castro" y muchos países y la oposición cubana en el exilio califican a la Cuba socialista como una "dictadura", porque el Partido Comunista es el único autorizado en la isla.

También debe destacarse que todo comenzó con la elección, por parte del pueblo (ocho millones de habitantes), marcando, o no, los nombres en una papeleta. Pero resulta que la Asamblea Nacional tiene 605 escaños y en la lista única había 605 candidatos.

Después de más de medio siglo, Cuba será "gobernada", al menos en los papeles, por un hombre que no se apellide Castro. Es de esperar entonces que paralelamente se produzca un cambio en el proceso político que permita el funcionamiento de la oposición y que en un futuro mediato la gente pueda decidir en libertad y directamente a quienes quieren que conduzcan los destinos del país.

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