"No estamos en Oslo". La frase pertenece a la expresidenta de Argentina, Cristina Kichner: Lo dijo hace poco en el Senado, cuando defendiera su gestión. Y luego agregó: "Este no es un país normal".
Ambas frases son válidas para la actualidad y para el pasado. La Argentina no es Noruega. Buenos Aires no es Oslo y hace muchos años que se podría haber generado algo para que nos acercáramos a la calidad de vida y de política de Noruega. Sin embargo, la historia de gestiones políticas-sociales-económicas-jurídica-educativas de Argentina nos dicen otra cosa.
Juan D. Perón llegó al poder en junio de 1946. En los 70 años siguientes, el peronismo ha sido fuerza dominante en la política argentina. Gobernó por 37 años -más de la mitad del tiempo indicado- y ganó nueve elecciones presidenciales. Un importante lapso como para realizar modificaciones que nos acercara a Noruega, país que comenzó sus esfuerzos de estabilización después de la II Guerra Mundial (también 1946). Parece que los noruegos sabían qué hacer y aquí no porque -por setenta años- estuvimos más cerca del estancamiento que del desarrollo.
¿Y por qué "no estamos en Oslo"? Un análisis permite determinar las razones principales de un buen rumbo en el que Noruega persiste y que Argentina no tiene.
1- Características de la sociedad Noruega - igualdad y justicia: La sociedad noruega se caracteriza por una fuerte tradición de igualdad y un sentido de la justicia permanente. En el nuevo Índice de Desarrollo Humano (IDH), presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD-2017), se ubicó al país nórdico a la cabeza de los dos principales rankings de bienestar y calidad de vida en el mundo. Es el país más desarrollado del planeta, delante de Australia, Suiza, Alemania y Dinamarca. Este estudio mide el desarrollo como una combinación de capacidad económica (PIB per cápita), salud de la población (esperanza de vida) y educación (años de estudio esperados). El PNUD ofrece un segundo índice, que es el IDH ajustado por desigualdad. Noruega también lidera el ranking de desarrollo "con igualdad". A estos índices, que miden dimensiones objetivas del bienestar, se agregan índices de aspectos más subjetivos con una encuesta global: el apoyo social recibido cuando algo sale mal, la libertad para poder elegir sobre la propia vida y las percepciones de corrupción y generosidad que hay en la sociedad.
2- País rico e igualitario: La equidad de género, de salarios y social, les confiere a los ciudadanos noruegos la fuerte sensación de ser parte de un mismo derrotero y de trabajar para propósitos colectivos. Mantienen servicios públicos muy buenos: no pagan para ir al hospital o a la universidad.
Todo se cancela a través de los impuestos. Como su sistema tributario es equitativo, los ciudadanos pagan sin dudas los impuestos a su cargo. La contribución va unida a un indudable bienestar.
3- Mínimos niveles de corrupción y políticas de Estado consensuadas: Noruega, sexta en el ranking de Transparencia Internacional, ha conseguido esta cualidad por "la notable estabilidad de su sistema político, una monarquía parlamentaria que funciona". Hoy gobierna la primera ministra Solberg (Partido Conservador). Antes estuvo en el poder Stoltenberg (Partido Laborista). Los cambios entre una administración y otra no son profundos, ya que la mayor parte de las políticas de estado están consensuadas.
Las comparaciones de los resultados a través del IDH, en distintos países, muestra que no es sólo un problema moral: los países más corruptos tienen peor calidad de vida que los transparentes. Noruega, Holanda y Suiza han demostrado que si se combate a la corrupción, se obtienen, en conjunto, desarrollo y bienestar.
4 - Vida económica y política estables y predecibles - Respeto entre los partidos: los noruegos están convencidos, y así lo viven, con el criterio de que sus políticos son "bienintencionados, sanos y honestos, sin importar su color partidario". La vida económica y política es estable y predecible.
Su motor político es el gran respeto que, desde hace mucho tiempo, existe entre los diferentes partidos. Aunque disientan en algunos aspectos, no deshacen las acciones de las legislaturas anteriores. Se garantiza la alternabilidad en el poder, el desarrollo integral del país y la baja corrupción en los cargos. A ello se suma un fuerte ordenamiento jurídico junto al respeto a las instituciones del Estado: ambos valores revelan que es prácticamente imposible que dentro del Estado pueda haber corrupción, la que está reducida, aproximadamente, a cero.
5 - Economía noruega- Intervención del Estado y Mercado libre: la economía de Noruega se encuentra controlada vigorosamente por la intervención del Estado y armonizada con el mercado libre bajo las raíces del socialismo del siglo 21, "una receta que ha sido increíblemente exitosa para el país combinando la inversión privada con grandes gastos sociales por parte del Estado".
6- Sistema educativo - Calidad superior en valores: El sistema educativo noruego se postula como uno de los que más éxito tiene entre los evaluados desde las pruebas PISA. La educación obligatoria es de los 6 a los 16 años. Se garantiza la educación de los niños desde el primer año. De los 3 y 4 años, los noruegos tienen una gran tasa de matriculación. Luego pasan a la escuela elemental (6-13 años), a la escuela secundaria inferior (13-16 años) y, si lo desean, a la escuela secundaria superior (16-19) con una educación terciaria a la que hay un mayor acceso.
Los municipios aseguran el derecho del niño a una plaza en educación infantil. El fácil acceso proviene de una importante inversión en la educación pública gratuita, con una altísima equidad. Todos los niños tienen derecho a una enseñanza adaptada o a la asistencia especial. La cooperación entre padres, escuela y alumnos es muy importante. La educación de los hijos es responsabilidad paterna, siendo la escuela la que busca colaborar con los padres.
En lo referido a los valores estos se establecen en la raíz humanista: respetan la dignidad humana, la naturaleza, la libertad intelectual, la igualdad, la solidaridad. Además de promocionar el conocimiento y la comprensión del patrimonio noruego, avanzan en las tradiciones culturales internacionales con tal de promover la diversidad cultural. Por último, buscan fomentar el pensamiento crítico y científico.
Como se aprecia, los esfuerzos históricos de Noruega alientan, en forma permanente, su fuerte tradición de igualdad, con un sentido de la justicia inquebrantable, con riqueza distribuida igualitariamente, mínimos niveles de corrupción y políticas de estado consensuadas, vida económica y política estables y predecibles, un admirable respeto en la convivencia entre los partidos, armonía de la economía noruega, basada en una fuerte intervención del Estado junto a un Mercado libre y una educación pública garantizada en lo igualitaria, en excelencia y en valores humanistas.
Sí, es cierto. Como dijo Cristina reconociendo inhabilidades propias de tantos años de hegemonía en el gobierno: "No estamos en Oslo". Y: "Este no es un país normal". La pregunta es: ¿Qué se hizo durante 37 años de fuerte presencia en el poder para que Argentina se parezca a Noruega? Los hechos indican que muy poco.
Lo que uno desea es que quienes más responsabilidad tienen y que asumieron funciones para brindar servicios a la patria, con humildad, pidan perdón por los equívocos, se arrepientan de engaños, de soberbias, de reiterados fraudes demagógicos, de subsidios, prebendas y favoritismos exacerbados -cuestiones que deberá resolver la justicia-. Se anhela que los mismos que cometieron desaciertos, alejados de críticas, recompongan lo que se ha desecho.
Pero ese deseo parece un sueño imposible. Qué pena.